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Teatro Estatal de Dresde | Frank Castorf: La aparición de las tres putas

Teatro Estatal de Dresde | Frank Castorf: La aparición de las tres putas
Las armas ya están ahí, esperemos que la libertad llegue más tarde: Frank Castorf se enfrenta a "La muerte de Danton".

¿Cómo hablar hoy de la Revolución Francesa y del sangriento y hermoso año de 1789? ¿Y qué decir del fracaso del gran cambio? Como es bien sabido, el descenso tras el breve máximo continúa hasta el día de hoy. No es mala idea mirar el principio del final.

Pero ¿dónde podemos encontrar este comienzo? ¿Pero no sólo durante la Restauración y ni siquiera con el viejo Bonaparte en su caballo al galope? Frank Castorf emprendió una búsqueda con Georg Büchner y su drama revolucionario “La muerte de Danton”.

Recordemos: estamos en el año 1794 y el rey se encuentra sin cabeza desde el invierno pasado. La lucha por el futuro de una Francia libre ha comenzado. Los girondinos, todavía demasiado ligados al antiguo orden, se vieron desposeídos de poder; Los radicales de izquierda y revolucionarios sociales hebertistas no tuvieron mejor suerte. Lo que queda es el revolucionario arrepentido Georges Danton, que acababa de ensuciarse las manos en las masacres de septiembre pero ahora exige más república y menos revolución, y su oponente de Robespierre, el guardián de la virtud con debilidad por la guillotina. Este último debería triunfar durante un corto tiempo, hasta que su pequeña cabeza también ruede.

Se sabe que a Frank Castorf no le gusta representar los clásicos desde el papel, como si no tuviera ideas propias. Y cuando expone como putas no sólo la libertad, sino también a sus dos hermanas, la igualdad y la fraternidad, pide ayuda a su viejo amigo Heiner Müller. Había prometido al mundo “un recuerdo de una revolución” con su drama “La misión”. Esta obra sobre la fallida revolución de los productos de exportación, sobre una revuelta de esclavos que se inició en Jamaica y que tenía como objetivo ayudar a que las nuevas ideas venidas de Francia ganaran su legitimidad universal, completa la obra de Büchner. La revolución devora a sus hijos en su patria; A lo lejos, se corta de raíz.

»Galloudec a Antoine. «Escribo esta carta en mi lecho de muerte». Estas fueron las primeras frases de la noche del estreno el viernes pasado en el Staatsschauspiel de Dresde. De Müller, no de Büchner. Castorf ha usado a menudo «La Misión» como referencia en su obra, pero esta vez la obra es más que eso. Todo el drama se desarrolla, intercalado con la dramática crónica de Büchner de dos semanas en tiempos revolucionarios.

Alternamos entre Palais Royal en París y Port Royal en Jamaica. Y es de esperar que las colonias británicas en el Caribe no puedan permitirse el dantonismo. El lecho de muerte de la revolución ya está preparado en ambas partes del mundo.

Aleksandar Denić puso en el escenario una estructura gigantesca, transitable, giratoria y que abre un mundo diferente desde todos los lados. "Procope" está escrito en un cartel encima del restaurante, donde al parecer antaño cenaba la clase alta y donde hoy se las arreglan los bon vivants emancipadores al estilo de Danton. “El objeto que habla…” –el objeto parlante– está escrito encima de la armería de al lado. En un lateral se puede ver un cartel de Citibank que recuerda que el banco nacional de Francia, situado en la Plaza de la Bastilla, permaneció intacto cuando se ensayó el levantamiento hace casi dos siglos y medio.

Una vez que el escenario giratorio comienza a moverse o las cámaras en vivo nos dan una visión del funcionamiento interno de la escenografía, se revelan otras dimensiones: un retrato de gran tamaño de Emiliano Zapata apunta hacia las luchas de liberación en México; Una pancarta publicitaria de los Beatles indica el traslado de la revolución al ámbito de la cultura pop y, con ello, su empequeñecimiento.

El conjunto de once miembros disfruta siguiendo cada idea que se le ocurre al director. Entre ellos destaca Frank Pätzold, que interpreta al celoso Robespierre. La euforia revolucionaria es contagiosa. Esto hace que el canto del cisne de la lucha por la libertad suene aún más cruel. El lenguaje lacónico de Müller refuerza el poder del dramatismo descontrolado de Büchner, de modo que al final ambos autores se benefician mutuamente.

La primera parte de esta velada teatral, de tres horas y media de duración, culmina con el monólogo de Heiner Müller sobre un hombre en un ascensor, una escena clave de "The Assignment". Después de que una bandera se despliega sobre toda la altura del portal y cubre todo el escenario de rojo, Torsten Ranft le da su orden al empleado con anticipación. Sin saber a dónde ir en este ascensor lleno de trajes. Habla sus textos con acento sajón y no se pierde en payasadas, sino que más bien aclara el gran caos revolucionario escénico que lo precede y asegura una gran claridad lingüística, literaria e intelectual. Nunca has escuchado estas líneas así antes. Y se entiende que no es poca cosa quién se siente llamado a la revolución. El pequeño burgués no ha nacido para luchar en las barricadas.

Después de este comienzo enérgico, se regresa eufórico al auditorio después del descanso. Pero del "encargo" de Müller sólo queda una escena: la inteligente combinación de dos temas se deshace y, al parecer, el poder de la tesis afilada de Frank Castorf ya se ha agotado.

Un poco de “Hamlet” (que Castorf traerá al Deutsches Schauspielhaus de Hamburgo a principios de la próxima temporada) se introduce en la producción. Por lo demás, los actos tercero y cuarto de “La muerte de Danton” también son llevados debidamente a escena. En cuanto a la puesta en escena, tras la impresionante primera parte, parece algo desprovista de inspiración y de claridad. Y así el resto de la acción continúa durante casi tres horas.

"El teatro de Castorf debe doler, a todos los implicados", dice un hombre en la fila detrás de mí, que quiere presentarse como un experto ante sus vecinos. Pero no es tan sencillo. Es absolutamente cierto: Castorf necesita largos tramos en el escenario; Sólo con aviso previo alcanza su máximo potencial. Sus mejores tardes están entonces llenas de vitalidad, y no puede hablarse de sufrimiento por parte de ninguno de los implicados. Pero en esta producción, el director no pudo encontrar un final.

Robespierre quería defenderse por todos los medios de una “media revolución” que sólo se completaría con la guillotina. ¿Quizás hubiera hecho falta valor para cortar esta “media producción” un poco más con un cuchillo afilado?

Próximas funciones: 3, 17 de mayo y 8.6. www.staatsschauspiel-dresden.de

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