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“A Vivaldi no hay que hacerlo moderno sino comprensible para la gente de hoy”

“A Vivaldi no hay que hacerlo moderno sino comprensible para la gente de hoy”

El extraordinario clavecinista Ottavio Dantone no se ha prodigado demasiado por Barcelona con la Accademia Bizantina. El conjunto de Ravenna que dirige el maestro italiano tardó 35 años desde que fundara en debutar en la capital catalana. Fue en 2018, en L’Auditori, con Marc’Antonio e Cleopatra de Hasse. La temporada pasada aterrizaron en el Palau de la Música con Tamerlano , de Vivaldi, y ahora prometen una velada de gloria más con otro título de Il Petro Rosso: Il Giustino (1724), una curiosa mirada sobre la vida del emperador Justino que defienden este lunes 28 (a las 20 h) en el ciclo Palau Òpera la soprano Emöke Baráth, la contralto Delphine Galou y el contratenor Emiliano Gonzalez Toro, entre otros.

Esto era un encargo a Vivaldi del Teatro Capranica de Roma, con libreto de Nicolò Beregan...

No eran tanto encargos como propuestas sobre nuevos libretos, o quizás se tenía un interés particular dentro de la temporada, pues las óperas se solían componer para las temporadas teatrales. En la época, ciertamente, los libretos con referencias históricas eran muy atractivos. Lo más interesante eran los enredos, las traiciones, los problemas amorosos, mezclados con los acontecimientos históricos o mitológicos. Era el terreno ideal para generar emociones, para conmover al público a través de una historia. Pero no creo que Il Giustino fuera un encargo. Se escribió para la temporada de carnaval, eso es todo.

Hoy somos la única sociedad en la historia que consume mucha música del pasado. En el siglo XVIII, no se hacía música del siglo XV; era rarísimo”

Vivaldi compuso decenas de óperas, pero las que se conservan no se programan demasiado fuera de Italia.

Ha sido en los últimos diez o veinte años que se ha comenzado a redescubrir a Vivaldi. La Accademia Bizantina, no solo hemos grabado Giustino, Tamerlano, L’incoronazione di Dario o Tito Manlio sino que también las hemos escenificado, como Tamerlano el año pasado, o Bajazet . En la época moderna, siempre se pensó que no eran muy adecuadas dramáticamente, que no convencían. No es cierto, cada vez que hemos montado alguna, el público ha reaccionado con entusiasmo. Creo que es porque en esas dos últimas décadas, la conciencia estética sobre este repertorio ha permitido que los intérpretes comprendan mejor su significado y estética, haciendo emocionar al público como hace 300 años. Hoy somos la única sociedad en la historia que consume mucha música del pasado. En el siglo XVIII, no se hacía música del siglo XV; era rarísimo. En cambio, ahora interpretamos Vivaldi, Caldara, Händel, Bach. Es un lenguaje que, poco a poco, hemos logrado hacer nuestro. No tanto para volverlo moderno, sino para hacerlo comprensible también a la sociedad moderna. Y por eso la música barroca, especialmente con instrumentos originales, tiene cada vez más éxito: porque la gente la comprende mejor.

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¿Reutilizaba su música Vivaldi?

En la época los compositores solían reutilizar la de óperas anteriores para ahorrar tiempo. Pero Vivaldi se comprometió mucho con esta ópera, especialmente en los recitativos: todos tienen un sentido dramático de gran madurez. Al mismo tiempo, Vivaldi estaba ya en una etapa avanzada… Su vejez coincidía con su crisis, porque poco a poco se le consideraba menos “a la moda”. Muchos compositores jóvenes como Giacomelli y otros de otra generación empezaron a tener más éxito, y él se vio obligado a marcharse, como sabemos, a Viena, etc. Pero creo que esta es una de las óperas más bellas que escribió, precisamente porque expresa su madurez artística.

¿Hay más nivel técnico ahora que hace 300 años para interpretar música antigua?

Y no solo técnico, también musical. El nivel de los intérpretes modernos es mucho más alto que hace 70 años, e incluso probablemente más alto que hace 300 años. Cuando se empezó a redescubrir de forma más fuerte la música antigua, el nivel de los músicos barrocos con instrumentos antiguos era claramente más bajo, porque estos instrumentos deben estudiarse, deben volverse como una extensión natural del propio cuerpo.

ACCADEMIA BIZANTINA - OTTAVIO DANTONE Felix Mendelssohn Bartholdy (1809-1847) Sinfonia n. 4 in la maggiore op.90 “Italiana” Robert Schumann (1810-1856) Sinfonia n. 3 in mi bemolle maggiore op. 97 “Renana”

Una imagen de la grabación de la Sinfonía Italiana de Felix Mendelssohn y de la Renana de Schumann

Fabrizio Zani

¿Cómo ve la supervivencia del sector? ¿Es difícil financiarse sin ser Cecilia Bartoli con el Principado de Mónaco detrás?

Plantea problemas, sobre todo para los conjuntos de música antigua, que, a diferencia de una orquesta sinfónica estable, no recibe -al menos en Italia- subvenciones públicas. La Accademia Bizantina sobrevive muy bien porque tiene un patrocinador. Hoy, desgraciadamente, es necesario tener un patrocinador. Pero esto es como en la antigüedad: sin un mecenas, las orquestas no podían existir. Los conjuntos sin patrocinado han de hacer grandes sacrificios. Es duro, especialmente ahora, con la inestabilidad económica causada por problemas políticos. No es un buen momento, pero con pasión y ganas, se logra sobrevivir. Porque la música antigua es esencial.

Al menos el 50 o 60 % de la música antigua de calidad aún no ha sido escuchada en Europa”

¿Encuentra su lugar la música en medio del gran patrimonio artístico de Italia?

Italia fue un país extremadamente dividido en la antigüedad, en el siglo XVII-XVIII era un país fragmentado, y esta división generó una competencia a nivel artístico. Si hablamos de música, tener grandes músicos y un alto nivel musical también significaba proyectar una imagen de poder. Y las bibliotecas italianas aún están llenas de música que nunca se ha interpretado. Yo, por ejemplo, como director del Festival de Innsbruck, me he prometido interpretar títulos nunca ejecutados. Pero no por hacerlo “porque sí”, sino porque todavía hay obras maestras por descubrir. Y vuelvo a lo que decía antes: esta música puede redescubrirse hoy porque los intérpretes y músicos tienen la capacidad de hacerla sonar en toda su belleza. Porque la música antigua, si no se conoce su lenguaje, corre el riesgo de no ser comprendida ni por quien la toca ni por quien la escucha. Creo que ahora tenemos la posibilidad de redescubrir muchísimos títulos. Yo pienso que al menos el 50 o 60 % de la música antigua de calidad todavía no ha sido escuchada en Europa. Esto es muy estimulante para los músicos. Para mí lo más hermoso es ir a estudiar partituras y descubrir nuevos tesoros, nuevas obras maestras para hacer escuchar a los demás.

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Con la contralto Delphine Galou, su esposa r

Otras Fuentes

¿Alguna vez has pensado en recuperar algunas óperas de Terradellas, como Giuseppe riconosciuto y otras que hizo en Nápoles?

En realidad, sería muy interesante. Me encanta ese autor. Como director, he declarado que durante mi mandato en Innsbruck –que firmé por cinco años– haré un trabajo centrado en compositores que colaboraron o tuvieron relación con la corte de Viena. Y había muchos, especialmente italianos. Pensé en dar valor, por un lado, al territorio donde fui invitado a dirigir este festival, y por otro, a los músicos –sobre todo italianos– que trabajaron en esa corte. Es un paralelismo entre Italia y Austria. Evidentemente, es una idea. También se pueden incluir obras de otros compositores en el festival.

Ha grabado la Renana de Schumann y ha dirigido la 7ª de Mahler con instrumentos no antiguos. ¿Quiere expandirse en los siglos por no quedar etiquetado en lo antiguo?

No es tanto una cuestión de no querer quedar encapsulado en un repertorio. El sentido de este trabajo es que todo el estudio y la experiencia que proviene de la música del pasado es fundamental para leer la música de las épocas posteriores. La evolución musical siempre ha sido gradual y siempre ha tenido reflejos del pasado cercano. Por ejemplo, en el siglo XIX, en Schumann, todavía hay gestos estéticos y técnicos que provienen del pasado. Así que leer a Schumann, a Beethoven, o a cualquier autor del siglo XIX desde una estética heredada del pasado, permite descubrir cosas que de otra forma no se verían. Afrontar a Schumann sin conocer el siglo XVIII puede ser limitante. No es casual que muchos grupos de música antigua estén abordando cada vez más ese repertorio. No lo hacen para quitar el trabajo a otros, sino porque su experiencia permite leer esa música de forma más auténtica. La autenticidad sirve para comprenderla hasta el fondo, para entender qué tenía en mente el compositor. Hay que ponerse en la piel del compositor de aquella época y conocer sus raíces, sus experiencias. Sería absurdo estudiar la música de Beethoven conociendo solo la música del presente. Sería muy difícil penetrar en su lenguaje y en su estética.

Nunca escucho discos, ni siquiera los míos. Así que la música solo la leo”

¿Ha escuchado la integral de Beethoven por Jordi Savall?

Sinceramente, no. Nunca escucho discos. Ni siquiera los míos. Así que la música solo la leo. Sé que Savall ha grabado también a Mendelssohn, creo que La Italiana. Nosotros acabamos de grabar la Quinta de Beethoven y la Cuarta de Schubert. Aún no han salido, saldrán en próximas temporadas. Jordi Savall, que es alguien que conocí cuando era niño, comenzó con el repertorio antiguo, con la música española, etc. Y ahora, justamente, también tiene algo que decir sobre la música de Beethoven, porque su experiencia con la música antigua le permite leer entre las notas, encontrar significados que de otro modo no se verían.

La suya es una formación musical muy sólida. ¿Qué directores le influenciaron?

Estudié órgano, composición, contrapunto, fuga… Mi formación en composición y órgano, sobre todo en improvisación, me sirvió mucho para enfrentar el repertorio antiguo. Cuando era joven, mis ídolos –los grandes músicos que me influenciaron– fueron los más famosos de aquella época: Arnold Kuijken, Gustav Leonhardt, Frans Brüggen… Porque aquellos jóvenes en Italia no teníamos aún esa conciencia sobre los instrumentos antiguos ni sobre la música antigua. Recibí los impulsos sobre todo del extranjero. Después nacieron grupos muy famosos: Il Giardino Armonico, Europa Galante, Accademia Bizantina… referentes hoy en la música italiana.

Yo soy hincha del Milan, pero en este momento, el Barcelona es mucho, mucho más fuerte”

También fue un muy buen jugador de fútbol de niño.

(Risas) Siempre tuve una técnica natural. Pero sobre todo, entre los 14 y 17 años, jugaba en un equipo que era seguido por ojeadores del AC Milan, que incluso le preguntaron a mi padre si quería que entrara en las juveniles del club, donde también podía seguir estudiando. Pero yo preferí entrar al Conservatorio. Seguí jugando al fútbol a nivel semiprofesional hasta los 25-26 años. Ya daba conciertos, pero también jugaba partidos de fútbol. Sigue siendo un juego que adoro. El fútbol de hoy tiene un altísimo nivel técnico y es totalmente físico. El Barça es uno de los equipos más fuertes del mundo. Yo soy hincha del Milan, pero en este momento, el Barcelona es mucho, mucho más fuerte.

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