Adrien Brody: “Entendí la lucha de un inmigrante a través de la experiencia de mi madre”
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Hasta el domingo pasado todos los datos apuntaban a asegurarle a Adrien Brody su segunda estatuilla dorada por su papel en The brutalist. El neoyorquino de 51 años, que ganó el Oscar al mejor actor en 2003 por su asombroso trabajo en El pianista de Roman Polanksi, ha tenido incluso mejores resultados este año que en aquella arrolladora campaña que le convirtió a los 29 en el más joven en ganar en esa categoría. En efecto Brody se ha llevado el Globo de Oro y el BAFTA, cuando perdió allí con El pianista y también se ha quedado con el Critics Choice. Sin embargo el triunfo de Timothée Chalamet en los premios del Sindicato de Actores podría predecir una sorpresa, por más que hasta ahora el franco estadounidense no haya ganado en ninguno de los otros galardones que anticipan las decisiones de la Academia.
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¿Qué fue lo que le llevó a decirle que sí a esta película?
La verdad es que fue Brady Corbet el que me eligió a mi. Me sentí muy emocionado cuando leí el guion, unos 5 años atrás. En ese momento sentí que tenía una gran conexión emocional con el material, y que además era perfecto para el papel, porque podía entender cuál es la lucha de un inmigrante a través de la experiencia de mi madre, que se escapó junto con sus padres de Hungría durante la revolución de 1956 y llegó con ellos a Estados Unidos. Yo crecí escuchando húngaro y conociendo a gente con características únicas que pertenecen a esa cultura. Todo eso me dio una profunda comprensión de quien es Laszlo. Ahora como adulto pude explorar dialectos del húngaro y trabajar para encontrar verdades que me ayudaran a interpretar a un hombre de la misma época que mi abuelo. Tenía todo eso a mi disposición y sabía que iba a ser clave para que todos pudiéramos crear algo que tuviera mucha autenticidad.
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Fotograma de 'The Brutalist
Universal Pictures¿Cómo describiría el rodaje?
Rodar El brutalista fue una experiencia extraordinaria para mi por muchas razones, incluyendo los paralelos que existen con mi propia historia familiar, que además es un tema universal, porque mucha gente es hija de inmigrantes. Por otro lado mi madre también es una artista. Es fotógrafa y le ha dedicado su vida a su trabajo, para poder dejar un legado. Además, siempre tuve muy en claro cómo las experiencias de su pasado han influido no solo en su trabajo, sino en la forma en la que ella ve el mundo. Creo que a la vez ha afectado mi propio trabajo y mis elecciones como actor. Por lo tanto fue asombroso poder incluir esos paralelos en mi interpretación.
¿Le resulta difícil encontrar proyectos como este en este punto de su carrera?
Es siempre un desafío. Todo el tiempo deseamos encontrar propuestas que tengan un profundo significado y por eso cuando te topas con algo como El brutalista rodarla se convierte en algo muy profundo. Todos los que participamos en el rodaje nos sentimos inmensamente conmovidos por la experiencia. Ha sido transformadora, rejuvenecedora e inspiradora de muchas maneras. Siento que el trabajo de Brady Corbet le da una nueva dimensión al cine. Lo que ha logrado con pocos recursos es sorprendente, porque cuenta una historia muy ambiciosa y muy humana. Se ha lanzado a hacerlo sin tenerle miedo a nada, y lo ha hecho con muchas complicaciones y sacrificios. Ha sido muy valiente y yo le aplaudo. Ha sido una odisea de 7 años para él y su esposa y compañera creativa Mona Fastvold. En mi caso, cuando recibí el guion por primera vez no se pudo concretar, y luego milagrosamente me lo volvieron a ofrecer.
Lo que ha logrado Brady Corbet con pocos recursos es sorprendente, porque cuenta una historia muy ambiciosa y muy humana
¿Qué aprendió sobre arquitectura y perseverancia haciendo este papel?
Amo y respeto la arquitectura y el diseño desde hace mucho tiempo, y encarnar a Laszlo me ha permitido entender más ese mundo. Pude ver a través de él como cualquier artista usa sus propias experiencias en su trabajo. Buena parte del contexto de esta historia es cómo la arquitectura de la postguerra fue influencia por los traumas que dejó el conflicto. Hay una naturaleza simbólica en lo que Laszlo hace. Esos interiores huecos y cavernosos son representativos de lo que se ha perdido y en cierta forma hablan del vacío que él lleva consigo como hombre. Y su búsqueda espiritual de algo superior se pueden ver en las alturas y en el manejo de la luz, todo como forma de expresión artística que habla de su viaje personal.
Lee también¿Ve un paralelo entre el deseo de Laszlo de dejar un legado como arquitecto y el suyo propio como actor?
Por supuesto. Creo que este filme le habla a muchas almas creativas y también a nuestro propio deseo de encontrar propuestas diferentes. Es un filme que puede resultarle increíblemente personal a todo aquel con intereses artísticos que sueña con dejar algo detrás de gran significado. De la misma manera en que un arquitecto tiene una visión que le lleva a crear esta estructura indeleble, los actores en el cine y los realizadores de películas buscan dejar algo detrás que sea tangible y que mantenga su vigencia a pesar del paso de los años. Eso implica una gran responsabilidad, y cuando te dan la oportunidad, puede tener resultados muy reconfortantes, como fue el caso de esta película, en donde si bien abundan las referencias históricas, son cosas que tienen relevancia hoy y hablan de injusticias, de la lucha de los artistas y de la gente que viene de múltiples procedencias y grupos étnicos. Ese es el objetivo que tengo como actor. Es por eso que me dedico a esto y por eso le he dedicado mi vida a tratar de encontrar momentos como este, en donde puedo salir a respaldar a la gente con la que he trabajado en una aventura creativa.
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Adrien Brody y Felicity Jones
UNIVERSAL¿En qué medida trabajar en El brutalista cambió su percepción de que es lo que se puede lograr hoy con un presupuesto de nueve millones de euros?
A decir verdad, Brady superó todas mis expectativas. No solo por la forma en la que supo ahorrar en la forma de realizar sus tomas o en el presupuesto y en las locaciones, sino porque es un verdadero visionario. No es que filmar en VistaVision es algo que pueda hacer todo el mundo. Un gran amigo que es un director muy reconocido lo intentó hacer, y lo descartó porque todos le decían que era muy engorroso y complicado, porque hay que utilizar un equipamiento especial. Pero cuando a Brady se le mete algo en la cabeza, no hay forma de convencerle de lo contrario. Él sabía que VistaVision era una forma única de contar esta historia. Es un sistema que fue creado en la época en que comienza la película, y es algo que no se ha usado desde 1961 en una película estadounidense, pero en este caso sirvió para crear una sensación inmediata de que estamos en otros tiempos, pero a la vez que lo que estás viendo es algo muy real. Incluso la cámara es en cierta forma brutalista. Parece una metralleta alemana. El celuloide se carga en forma horizontal y mientras rueda hace el ruido de una gigantesca máquina de coser, lo que nos hizo sentir en el set la presencia del pasado. Incluso con ese ruido, no fue visualmente molesta porque nos hizo sentir mas cerca de la verdad. Cuando ruedas en una locación en lugar de un foro de sonido, eso trae sentimientos y fantasmas del lugar que se sienten muy reales. Es mucho mejor que una pared falsa. En cambio trabajas con paredes reales con agujeros de bala que han quedado de las guerras del pasado. Hay una erosión real y rezagos de una vida que te ayudan a revivir el momento. Yo creo que todo eso influyó en el resultado final de la película. Brady pensó mucho todo y reunió a un equipo creativo maravilloso. Todos pudimos contar esta historia con ingenuidad y creatividad. Judy Becker, que fue quien diseñó esas estructuras únicas y el amoblamiento característico de la era brutalista puso muchísimo trabajo y creatividad, lidiando siempre con recursos limitados. Obviamente el aporte del director de fotografía, Lowell Crawley, fue muy importante, porque él pudo ver con la cámara lo que Brady quería, y seguirnos en lo que hacíamos con ese enorme aparato, y que fue algo innovativo y hermoso.
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