Canela Party: «la fiesta es para todos»

Cuando un festival pone el foco en el público con una cuidada selección musical alternativa,–no un cartel clónico–, y además le añade confeti y una fiesta de disfraces, ¿Qué puede salir mal? Más aún si el festival pone el foco en el público, pasando de segregar, de 'VIPs' y esas historias 'Golden' o 'Premium'. En el Canela todos somos iguales. Pero sobre todo lo que reina es el buen rollo, se respira en el aire.
La música cobra relieve importante. El Canela escarba en la riqueza y en la variedad. Y lo mismo te sirve el lustre de los Derby Motoreta's Burrito Kachimba, pletóricos en su exhibición de kinkidelia rock (ese rock andaluz), o el black metal de los belgas Amenra, quizás la propuesta más salvaje de esta edición.
Cuatro jornadas y 36 conciertos dan mucho de sí. Aunque al final se cayeran los británicos Maruja en el último momento, la banda de Mánchester era esperada por muchos. El escenario de 'djs' ofreció a veces un lado más urbano, electrónico, festivo y de 'clubbing' como contraste a los escenarios Fistro y Jarl. Me dijeron que en este 2025 ha habido menos público que en 2024, pero no se pierde la esencia.
El miércoles sirvió de pequeño aperitivo del 'pitote' con cinco conciertos y entrada gratis para los menores de 18 años,–hubo colchones hinchables para los peques–. Abrieron los malagueños Serpiente Orión con ímpetu rock. Los madrileños La Milagrosa animaron con la fusión de historias vitales y tintes dream pop. En lo musical fueron una buena traca fue la de los belgas Maria Iskariot cantando en flamenco. El post rock de palmeras negras nos hizo viajar con unas paisajísticas visuales en blanco y negro, y el pop de Kokoshca sonó ideal ahora que llevan a Javi Betacam como teclista, explorando 'La juventud' con una buenas dosis vitaminadas, como con «La fuerza».
El jueves fue el día más aguerrido y de manifiesto por Palestina con las actuaciones de Lambrini Girls, Ecca Vandal y Bob Vylan. Las Lambrini lucían un 'Free Palestine' en la pantalla del escenario con discursos contra el genocidio y por la libertad de los pueblos. Hubo pogos y locura con dos temazos como 'Love' y 'Cuntology 101'. La de Ecca Vandal es una voz explosiva en directo que nos atrapó a base de rock y mucho flow rapeado. Una fórmula de la que bebe también Bob Vylan, un tipo que se come el escenario con un carisma singular. Los madrileños Biznaga lo tienen, no creo que haya sido su mejor concierto pero sonaron contundentes con su punk de proclamas sobre cómo nos han robado las ciudades y los espacios públicos. En una linea no muy alejada está el 'Ciudad de polvo' (2024) de los vascos Sal del Coche, ex miembros de Vulk, con una propuesta experimental y transversal del rock súper original que fue vibrante en directo. Aiko el grupo trajo diversión y energía pop. Y los madrileños Somos la Herencia cerraron la noche a base de pospunk y darkwave, la calima dark de Torremolinos. Y eso que nos faltaron los británicos Maruja.

El viernes alucinamos con el concierto del festival para quien esto escribe. Lo del trío neoyorquino Blonde Redhead (nombre extraído de una canción de la banda de 'no wave' DNA) es pura originalidad, ofrecieron un concierto arrollador de arty rock con muchas aristas. Desgranaron su último disco 'Sitting down for dinner' (2023), un disco enorme de transiciones donde se luce la voz de Kazu Makino junto a los hermanos gemelos Simone y Amedeo Pace. Impresionante cómo atizaba la batería. Y fue canela fina la intensidad y los guitarrazos finales de '23', una de sus grandes canciones y de sus grandes discos (que data de 2007). Estuvieron por debajo de mis expectativas lo que ofrecieron bar italia, pero no desmerecieron. Rotundos los belgas Amenra con su black metal de cambio de intensidades, quizás la banda más salvaje de esta edición. El jangle pop de los canadienses Ducks Ltd. fue un grata sorpresa, y otro de los conciertos del día, a base de melodías chispeantes y un viaje (con visuales de paisajes desde un tren) a la esencia indie del pop. Los vascos Tatxers no me convencieron en directo con su propuesta que bebe del sonido clásico del rock radical vasco y una defensa a ultranza del euskera, les faltó mayor conexión con el público. Un capricho del festival fue recuperar a los Maple, sonido hardcore del sello BCore o a los estadounidenses The Get Up Kids, en la onda del power pop noventero. Axolotes Mexicanos han mejorado muchísimo en directo y sonaron frescos. Y me agradó mucho Depresión Sonora, fue un radiante torbellino de oscuridad, y anunciaron nuevo disco para otoño.
El sábado fue el día grande, con mucho colorido y jolgorio total gracias a la fiesta de disfraces. El público 'se curra' mucho los disfraces que desprenden originalidad. Como ejemplos, un pulpo gigante y un radar de 90 (con su guardia civil, sus arbustos para ocultar el radar y el luminoso de la captura de la imagen). En lo musical lo bordaron DIIV, una banda de intensidad noise, riffs y melodías clásicas como la que exhiben en 'Doused'; también resultaron arrebatadores los angelinos Frankie and the Witch Fingers con su punk rock enérgico y ecléctico; Derby Motoreta's Burrito Kachimba disfrazados de equipo de fútbol inspirados en la serie de dibujos Oliver y Benji. MJ Lenderman, que firmaron uno de los discos de 2024, estuvieron muy bien pero me faltaba algo, quizás sea que no me entusiasma su timbre de voz en exceso. Los que arrasaron por su lado festivo, cada uno en su género fueron Fat Dog, Parquesvr (en su caso estilo degenerado, repleto de costumbrismo pintón) y Les Savy Fav. Me perdí a Tropical Fuck Storm y también algunas bandas como shego, Bum Motion Club o el diablo de Shangái, porque aún no tengo el don de la ubicuidad, pero me dijeron que también dieron mucho color al festi. Grande Amore fue el mejor colofón posible para el Canela con su electropunk, con Nuno disfrazado con cinturones sadomaso, y reforzados por la guitarra de su productor Jacobo Naya entre 'Pelea' y 'Ontes foi moi malo'. El Canela Party es un festival molón en lo musical, muy divertido y con un ambientazo excelente, reina el colegueo y la guasa. Es un caballo ganador. Un torbellino en Torremolinos. Quizás hasta resulten demasiados días y demasiadas bandas. Pero menudo 'pitote' más total. Larga vida al Canela.
ABC.es