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Cierre histórico en el Louvre: los trabajadores exigen mejores condiciones frente al turismo masivo

Cierre histórico en el Louvre: los trabajadores exigen mejores condiciones frente al turismo masivo

El pasado lunes 16 de junio París vivió un hecho insólito: el Museo del Louvre, probablemente el museo más visitado del mundo, vivió una jornada de cierre inesperado debido a una huelga espontánea convocada por su propio personal. Los trabajadores del museo decidieron interrumpir sus actividades en pleno horario de apertura, dejando a miles de turistas sin acceso a su colección de arte. La protesta fue organizada debido a varios motivos pertinentes, principalmente el agotamiento de los empleados frente al turismo masivo, la falta de personal adecuado para gestionar la afluencia de visitantes y las condiciones laborales que consideran insostenibles.

Es extremadamente raro que el Louvre cierre sus puertas al público. Ha ocurrido durante la guerra, durante la pandemia y en varias huelgas, incluyendo paros espontáneos por el hacinamiento en 2019 y temores por la seguridad en 2013.

La huelga comenzó durante una reunión interna entre el personal del museo, que incluye asistentes de galería, vendedores de la taquilla y la propia seguridad del museo. Los empleados denunciaron que el Louvre, con su impresionante flujo diario de visitantes, sobrevive gracias a un número insuficiente de trabajadores, lo que incrementa el estrés laboral y compromete la calidad del servicio. En particular, señalaron la Sala de los Estados (donde la famosa Mona Lisa atrae a hasta 20.000 visitantes al día, frente al también famosísimo cuadro de Las bodas de Caná), como uno de los puntos de máxima congestión, lo que provoca una experiencia cada vez más incómoda para los turistas. No es la primera vez que se protesta sobre esto, e incluso muchas personas suelen expresar su malestar en redes sociales subiendo fotografías de hordas de gente intentando acercarse al cuadro de Leonardo da Vinci.

La protesta refleja una crisis estructural más profunda que el Louvre está atravesando. A pesar de ser un símbolo cultural global, el museo enfrenta enormes desafíos logísticos y estructurales que afectan tanto a las personas que lo visitan como a las que lo gestionan. En enero de este mismo año, el presidente Emmanuel Macron presentó un ambicioso plan de renovación de 700 a 800 millones de euros, que incluirá una nueva sala para la Mona Lisa, nuevas entradas y medidas para mejorar la circulación de los visitantes. No obstante, los empleados consideran que estas soluciones llegan tarde y son insuficientes para aliviar los problemas inmediatos de saturación, falta de personal y la deteriorada infraestructura del museo.

Los empleados denunciaron que, con su gran flujo diario de visitantes, sobrevive gracias a un número insuficiente de trabajadores

Las quejas de los trabajadores del Louvre se inscriben en un contexto más amplio de protestas contra el turismo masivo en Europa. En grandes ciudades europeas como Barcelona se han producido diversas manifestaciones en contra del impacto que el turismo de masas tiene en las ciudades y sus residentes. Los activistas señalan que el modelo económico basado en el turismo no solo afecta la calidad de vida de los habitantes locales, sino que también degrada la experiencia cultural, al transformar instituciones emblemáticas en parques temáticos sin los recursos necesarios para mantener la integridad de sus colecciones.

Este lunes, varios turistas se vieron obligados a reprogramar sus visitas. A pesar de la frustración, muchos intentaron encontrar el lado cómico de la situación. “Cuando te acercas a la Mona Lisa no ves un cuadro”, dijo a CNN Ji-Hyun Park, de 28 años, quien había volado de Seúl a París. “Ves teléfonos. Ves codos. Sientes calor. Y luego, te empujan hacia afuera”.

placeholder Un hombre pasea cerca del Louvre. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Un hombre pasea cerca del Louvre. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

Por su parte, la administración del Louvre no ha eludido la responsabilidad. Sin embargo, los trabajadores han señalado que estas soluciones tardan demasiado en materializarse y que el Louvre continúa operando en condiciones precarias, lo que hace que la situación sea insostenible a largo plazo. La falta de personal y las condiciones de trabajo también afectan a la seguridad de los empleados y los visitantes, un aspecto que se ha convertido en un tema crucial en medio de la huelga.

Aunque la dirección del Louvre ha anunciado que el museo reabrirá parcialmente en los próximos días, los trabajadores han advertido que no retomarán sus actividades hasta que se implementen medidas concretas y urgentes para mejorar sus condiciones laborales. Las negociaciones entre los sindicatos y la dirección del museo ya están en marcha, y se espera que en los próximos días se llegue a un acuerdo sobre las condiciones que permitan una reapertura definitiva. Pero los empleados subrayan que este cierre es solo un indicio de los problemas más amplios que afectan al museo, cuya gestión necesita una transformación más profunda si se quiere garantizar tanto la conservación de su valioso patrimonio como la seguridad y el bienestar de los trabajadores.

El Confidencial

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