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Cincuenta años de 'Wish you were here' de Pink Floyd: Cuando el rock se puso triste

Cincuenta años de 'Wish you were here' de Pink Floyd: Cuando el rock se puso triste

A la altura de 1975, Pink Floyd habían detonado varias revoluciones en el rock y se habían dejado llevar por la onda expansiva de otras tantas. Psicodélico, progresivo, electrónico, experimental, sinfónico, espacial, filosófico... El rock de sus ocho primeros álbumes adoptó todos esos apellidos, por separado o juntos y revueltos, y el noveno añadió otro más. 'Wish you were here' es rock melancólico, triste. Abrumadora e insólitamente triste.

David Gilmour, Nick Mason, Roger Waters y Richard Wright tenían razones para estarlo. Habían descubierto por las malas las presiones de la industria, la camaradería de los viejos tiempos había desaparecido, y el sentimiento de pérdida, e incluso de culpa arrastrado durante siete años por el despido del ángel fundador del grupo, Syd Barrett, dejó de ser un malestar latente para materializarse en un fantasma de las navidades pasadas que se les plantó en toda la cara.

Varios de ellos habían tirado cuerdas para rescatar a Barrett del abismo lisérgico al que se había precipitado, incluso le ayudaron con sus proyectos discográficos en solitario, pero todavía pesaba aquel día en que, yendo de camino al local de ensayo con la furgoneta, decidieron no parar en su casa para recogerle. Fue un final demasiado cruel e injusto para el taumaturgo de la psicodelia que les abrió las puertas de la gloria, aunque también fue un final inevitable. Qué podían haber hecho ellos para impedirlo. Pero así funciona la culpa.

La nostalgia por su viejo amigo inundó el trabajo de composición hasta el punto de que 32 de los 44 minutos del álbum estaban dedicados a él: los seis del tema titular, más los 26 de 'Shine on you crazy diamond', una canción que al principio estaba pensada para ocupar toda una cara del elepé, pero que finalmente fue dividida en dos piezas colocadas al principio y al final del mismo.

La creación de aquella suite de nueve partes les deparó una brutal jugada del destino cuando llegó a su punto culminante, la fase de mezclas. El cuarteto estaba en la sala de mandos, atento a cada milisegundo de música para dar con el sonido que buscaba, cuando de pronto entró un tipo calvo, bastante gordo y, lo más llamativo, con las cejas afeitadas. Tomó asiento y se quedó observando. Todos pensaron durante un momento que sería algún friki de su compañía discográfica, pero a los pocos segundos se dieron cuenta de que no habían reconocido a su compañero y el corazón les dio un vuelco. Quedaron horrorizados por el declive físico de Barrett, y Roger Waters no pudo evitar echarse a llorar.

«En realidad fueron dos o tres personas las que lloraron», relataría más tarde el diseñador de las portadas de los discos de Pink Floyd, Storm Thorgerson. «Syd se sentó y habló un rato, pero en realidad no estaba allí». El baterista, Nick Mason, intentó hablar algo más con él pero la charla «fue inconexa y no del todo sensata». Le pusieron 'Shine on you crazy diamond', y no pareció entender que estaba dedicada a él porque no mostró ninguna reacción. Barrett se pasó por allí un par de veces más, pero después de eso, ninguno de los miembros del grupo volvió a verlo con vida salvo un encuentro casual en el que Waters le vio comprando chucherías en una tienda, sin atreverse a acercarse a saludar.

El disco vio la luz el 12 de septiembre de 1975 en medio de una colosal expectación tras el exitazo de 'Dark Side of the Moon', y tuvo malas críticas de medios importantes. Algo que el historiador musical Paul Stump atribuye a que «era (en aquel momento) el álbum de rock más esperado jamás publicado, ya que incluso el anuncio de su fecha de lanzamiento fue noticia de primera plana. Estos elogios se basaban únicamente en el hecho de que se trataba simplemente de la continuación de 'Dark Side of the Moon', que para muchos representaba la cúspide del género hasta la fecha».

El público no pensó lo mismo, ya que el álbum tardó una semana en llegar a lo más alto en las listas inglesas y dos en las estadounidenses, convirtiéndose en el que más rápido se había vendido de la historia del grupo. Su predecesor cuenta hasta el día de hoy con 45 millones de copias vendidas, 'The Wall' suma 35 y, con 20 millones, 'Wish you were here', es el tercer trabajo más popular de Pink Floyd.

De toda la gente que participó en la creación de esta obra maestra del rock, ya no están entre nosotros el teclista Rick Wright ni el diseñador Storm Thorgerson. Tampoco el actor que aparece prendido en llamas en su inolvidable portada, Ronnie Rondell Jr, que falleció hace unas pocas semanas no sin antes contar que, durante la sesión de fotografías, un repentino cambio de viento hizo que el fuego le quemara el bigote y... las cejas.

ABC.es

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