Con más de 30 años de historia, Cuarteto de Nos enciende Rock al Parque: 'Nuestro público tiene menos de 20 años'

El Cuarteto de Nos es la ironía, el humor y las buenas letras materializadas en la música. Empezaron como una banda de tres integrantes, pero decidieron llamarse cuarteto. Llevan más de tres décadas en la industria, pero apenas hace casi 20 se consagraron a las buenas melodías, porque antes Roberto Musso era ingeniero y los otros integrantes (Ricardo Musso y Santiago Tavella) eran arquitectos.
Después de sus jornadas laborales, solían tocar en bares ante un público de no más de 60 personas. Todo cambió cuando 'Yendo a la casa de Damián' se convirtió en un éxito mundial. Pero ¿quién es Damián y por qué todos van a su casa? Él, como muchos otros personajes en las canciones de la banda, vive en Talo, una ciudad ficticia donde confluyen todas las historias que conforman el universo narrativo del grupo.
"No es una persona específica. Sí, hay una inspiración en el personaje del libro Demian de Hermann Hesse, pero también es un nombre simbólico. Damián puede ser cualquiera… o incluso algo o nadie", comenta Roberto Musso a EL TIEMPO.
Cuando el Cuarteto de Nos entró a la casa de Damián, nunca salió de allí. Esta se convirtió en un mundo plagado de puertas que los llevaron a ganar un Latín Grammy, a contar con cerca de 4 millones de escuchas mensuales y hits con hasta 177 millones de reproducciones como Enamorado tuyo.
"Hay puertas que golpeamos y no se abrieron, otras que cruzamos y nos fue mal, y hasta puertas a las que regresamos, aunque habíamos prometido no volver. También están esas que ni siquiera intentamos abrir. Todo eso aparece en la canción, y también refleja mucho de la historia del Cuarteto. En nuestros comienzos, la música era un hobby, algo paralelo. Pero hace ya varios años se volvió nuestra vida. Esa fue una gran puerta que cruzamos, o, como digo a veces, un portal del que, por suerte, nunca salimos y que seguimos disfrutando mucho", reflexiona Roberto a este diario.
Con un rock alternativo, sin hablar de amor, desamor, muerte, pérdida, de una forma cliché, la agrupación, que hoy lidera su vocalista Roberto, se ha ganado el reconocimiento de Latinoamérica y ha llevado ingeniosos versos a la posteridad como: "Se desembarazó de la embarazada", "hay respuestas que traen los sueños y otras veces son tan evidentes que se ven sin preguntar", y "entre tantas falsedades, muchas de mis mentiras ya son verdades".
"Desde siempre, con el Cuarteto intentamos alejarnos un poco del estándar, de lo que es común en muchos géneros musicales. Ese ha sido un poco el sello distintivo de la banda: canciones con un enfoque más filosófico, psicológico… incluso, en algunos casos, hasta surrealista. Y eso ha conectado mucho con el público, sobre todo con un público joven", cuenta el hombre de 63 años, que revisa cada uno de los 17 álbumes que ha compuesto, para no repetir ritmos o temáticas, cuando se sienta a escribir.
De esta forma, la agrupación uruguaya que se consolidó cuando terminaba la dictadura, ha convertido cada show en una amalgama interesante, en donde conviven discos que fueron compuestos en 1985, 2006 o 2025. Cada uno, con temáticas poco convencionales e historias cada vez más raras, pero con las que muchos de sus oyentes se han identificado.
Sus letras contestatarias han permitido que la agrupación conecte con los veinteañeros de los años 80, 90 y 2000. Mantenerse jóvenes —en espíritu y en actitud— ha sido siempre una de las tres claves que explican su vigencia. La primera: creer en lo que hacen y crear música que, antes que a nadie, les guste a ellos mismos. La segunda: seguir disfrutándolo como el primer día. Y la tercera: llegarle a las nuevas generaciones.
"Hoy vas a un show del Cuarteto y la mayoría de nuestro público tiene menos de 20 años. Eso es muy loco porque muchas personas conocieron al Cuarteto siendo menores, ya sea en Colombia o en otros países de Latinoamérica. Me encantaría hacer una estadística de eso. Estoy seguro de que la mayoría nos descubrió en la adolescencia. Habría que hacer un estudio sociológico", señala el vocalista riéndose y agrega que siempre intentó escribir canciones desde su edad biológica.
"Hay quienes nos dicen que las canciones del Cuarteto son su único punto de conexión con la realidad, y eso me llena de orgullo", dice.
Entre esas pocas personas que lo escuchaban en bares estaba Gustavo Cerati. "Es muy importante el reconocimiento de gente como él, a quien admirábamos desde siempre. Él nos escuchó cuando empezábamos a tocar en Buenos Aires y dijo que le parecía un aire fresco para el rock. Eso fue hace unos 18 años. Imagínate la visión que tenía", cuenta Musso.
El mundo que hay tras los éxitos del Cuarteto"Cuando la nena quiera caminar,
se eche a andar y se caiga al tropezar,
se tiene que levantar, porque así mejora.
La nena sigue avanzando, la nena no llora".
Esta podría ser una de las composiciones más románticas de la banda y nació junto a Federica, la hija de Roberto que hoy tiene 14 años.
"Justo hoy dejé a mi hija en su clase de guitarra. La canción la compuse cuando tenía uno o dos años. Y sí, creo que es de las más emotivas del Cuarteto. Siempre quise que tuviera un equilibrio entre una canción de amor y algo más crudo, más real", cuenta Roberto.
Y añade: "Me cuidé mucho de no caer en lugares comunes. Creo que esa crudeza, esa humanidad que tiene, es lo que la vuelve tan especial. Desde que salió la tocamos siempre en los shows, y se genera un momento muy emotivo con el público. Es distinta a muchas otras canciones del Cuarteto, pero justamente por eso funciona muy bien y le da una dimensión emocional al show que enriquece la experiencia".
De tonadas que parecen tiernas, esta banda ha sido capaz de saltar a himnos del rock alterno, como es 'Lo malo de ser bueno', una canción icónica que se grita por toda Latinoamérica, hay una parte que dice: "Y no hay contradicción, dije que me equivocaría/Y como me equivoqué, tuve razón". Este fragmento, aunque de forma discreta, demuestra un pensamiento que quedó en Roberto desde que pasó por la facultad de ingeniería.
"Se relaciona mucho con el error en el método científico. Con no tenerle miedo al fracaso. Con experimentar, probar, y si algo sale mal, empezar de nuevo. Lo aplico a todo lo que encaro en la vida, incluida la música. Desde la composición hasta los ensayos, trabajamos así: permitiéndonos fallar, arriesgarnos sin miedo. Y, en realidad, esos riesgos son los que más han rendido. Muchas veces, las canciones que están en el filo, esas que nos hacen dudar y decir "¿cómo recibirá esto la gente?", son justamente las que más termina valorando el público", cuenta el cantante.
Como esta canción, los discos del Cuarteto están llenos de contradicciones. De ahí que haya composiciones como: El astrónomo que no podía ver el cielo, Tiburtones en el bosque, Cristo me odia y más que también están llenas de humor.
"Eso ha ido mutando. En los 90, el humor era más explícito. Después se transformó en ironía, sarcasmo, o simplemente en una mirada observadora. Fue una forma de salir de una fórmula que quizás en algún momento podía llegar a cansar, tanto para nosotros como para el público. Y, claro, el mundo también cambió. Las cosas que me inspiraban en los 90 hoy ya no me inspiran, aunque me siguen gustando como quedaron en los discos de esa época", cuenta Roberto.
A pesar de ello, el músico no se arrepiente de lo que ha escrito antes. "Me parecen perfectas para su momento. Tampoco soy de escuchar nuestras canciones viejas, casi nunca lo hago. Pero si las escucho por ahí, me parece que están bárbaras", cuenta.
Roberto Musso, aunque apenas llega a sus 60 está lleno de energía para desafiar al mundo con letras pegajosas que dejan pensando a quien las escucha. El próximo escenario en que saltará es Rock al parque, el primer festival grande al que fueron por fuera de su zona de confort que estaba entre Uruguay y Argentina.
"Ahí estrenamos Damián, cuando la gente apenas nos conocía, y ahora vamos a cerrar una de las noches. Es hermoso ver cómo todo ha evolucionado", recuerda Musso.
María Jimena Delgado Díaz
eltiempo