En el corazón del Triángulo Friqui

La frase de la semana estalla el martes: “Solo un psicópata corta así la tarta”. La pronuncia Cristina Macía , la traductora al español de Juego de tronos , refiriéndose al fundador de Gigamesh, Alejo Cuervo , quien a decir verdad no se ha dado mucha maña con el cuchillo en el reparto de las porciones. Se trata de un pastel de cumpleaños precioso, con una cobertura de azúcar azul, el mismo tono cian corporativo de la librería (y editorial), que abrió sus puertas el 10 de junio de 1985. El templo del vicio y la subcultura cumple 40 añazos, refulgiendo como eje del llamado Triángulo Friqui, el que forman las calles Bailèn, Ali Bei y paseo Sant Joan, un par de manzanas donde se concentran la ciencia ficción, los cómics, el manga, los juegos de rol y la mejor literatura fantástica. Macía, por cierto, luce para la ocasión un vestido blanco estampado de tentáculos rojos, un motivo muy lovecraftiano.
Màrius Serra organiza entre sus fans un reto de enigmística en la presentación de ‘Paraula de verbívor’Llego raspando al evento, pero respiro aliviada al detectar entre la concurrencia a los colegas Antonio Iturbe y Jacinto Antón , quienes toman notas diligentes de la mesa redonda, titulada Cosas que pasan en Gigamesh , el chupinazo de un mes de festejos y actos varios en torno a la efeméride. Durante la charla, muchas risas, anécdotas y algo de nostalgia por un tiempo en que el fenómeno fantasy era tan minoritario que ni siquiera se había acuñado todavía el término “friquismo” para definir el enganche pasional que despierta entre sus adeptos. La escritora Susana Vallejo cuenta que no existía una librería parecida en Madrid a principios de los años ochenta: “Venía en autocar, viajando de diez de la noche a seis de la mañana; el bus me dejaba cerca de la tienda, y me dedicaba a dar vueltas hasta que abrían”. Gigamesh estaba entonces situada en la ronda Sant Pere.
Fin de fiesta con focaccia, cava, Sprite y bocatas a tutiplén, como para jugar una partida interminable de Dungeons & Dragons. Flota en el aire la alegría de que el proyecto continúa con Iñigo Cuervo , hijo del fundador, y Antonio Torrubia , a quien apodan el L ibrero del mal .
Victor Monzonís (gerente de Gigamesh), Iñigo (en el centro) y Alejo Cuervo
Miquel Muñoz / ShootingEl miércoles, se congrega otro aplec de friquis, dicho sea con cariño, en la Casa del Llibre de Rambla Catalunya, atraídos por la flauta mágica de Màrius Serra y su enigmística. El escritor, quien se encarga de los mots encreuats de La Vanguardia desde el 1 de julio de 1990, fecha en que tomó el testigo de Tísner, arrastra a una multitud de fanáticos de sus juegos lingüísticos, así que la sala está hasta los topes en la presentación de Paraula de verbívor (Empúries), una selección de 2.025 acertijos verbales. Entre el público, Enric Gomà , gran lector de diccionarios.
Con el fin de demostrar que “el catalán es sexy” y complacer a sus fans, adictos a la droga del Enigmàrius ( El matí de Catalunya Ràdio ), Serra organiza una especie de taller concurso. Primero, explica algo de la mecánica de su creación, como el mago que enseña la patita tras el telón, y, luego, lanza al público una batería de adivinanzas verbales. Algunos ejemplos (y solo mencionamos los de fácil traslación al castellano): ¿una serpiente en la caja del supermercado? Cobra. ¿Idéntico a Jesucristo? Clavado. ¿Valenciana que vive de bar en bar? Alacantina . Ganan el certamen David Arnau (lingüista del sector audiovisual), Miquel Roig (licenciado en Ciencias de la Comunicación) y Pitu Cors (profe de matemáticas), obsequiados los tres caballeros con un ejemplar de Verbàlia (Empúries), la reedición de un clásico en el 25.º aniversario de su salida, un vademécum de contorsiones lingüísticas: palíndromos, calambures, lipogramas, paronomasias.
Gigamesh, el templo de la literatura fantástica, celebra 40 años de andadura en la calle BailènAcabado el acto, me planto de una zancada en la librería Finestres, donde un friki –escrito esta vez con k, con k de kalamidad, por ser benévolos– ha vertido un vaso de café con leche encima de una pila de libros sobre Palestina. Han puesto en oferta la treintena de volúmenes dañados, el importe de cuya venta será destinado a la UNWRA (Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina). Ya no queda ni uno.
El jueves, en Casa del Llibre, again : Estel Solé , flamante ganadora del premio Ramon Llull, y la sumiller y comunicadora Meritxell Falgueras maridan vinos y literatura mientras conversan sobre Aquest tros de vida (Columna). Garnacha tinta “peluda” y chispeante xarel·lo . Durante el brindis, entre bambúes y buganvillas, los mosquitos acribillan a Solé (y a una servidora) en el jardín trasero de la librería.
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