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Eran Riklis: “Es muy doloroso vivir ahora en Tel Aviv, pero es mucho peor la vida de un niño palestino en Gaza”

Eran Riklis: “Es muy doloroso vivir ahora en Tel Aviv, pero es mucho peor la vida de un niño palestino en Gaza”

El cineasta israelí Eran Riklis lleva años dedicado a un cine de marcado acento social, resaltando historias de personas que se enfrentan a la falta de derechos y de libertad como La novia siria o Los limoneros. En el marco del BCN Film Fest concursa con Leer a Lolita en Teherán, adaptación del best seller autobiográfico de la profesora de literatura inglesa y escritora iraní Azar Nafisi, que en los años 90 reunió de forma clandestina en su casa a algunas alumnas para leer libros prohibidos en su país como Lolita, de Nabokov u Orgullo y prejuicio, de Jane Austen. En las salas españolas se estrena el 20 de junio.

¿Cómo acaba un cineasta israelí haciendo una película sobre la historia de resistencia de una valiente profesora iraní?

Leí el libro en 2008, cinco años después de salir publicado, y me hechizó. Sé que se habló con directores estadounidenses sobre la posibilidad de hacer una película, pero Azar quería que fuera alguien europeo. En 2016 volví a releerlo y me extrañó que todavía no se hubiera hecho una película, así que viajé a Estados Unidos para hablar con ella. Era una historia muy fuerte. Sentí que me pertenecía, que era parte de mi estilo cinematográfico, sobre personas en situaciones políticas, mujeres que tienen que lidiar en situaciones políticas y sociales complicadas. Y realmente me propuse dirigirla. Azar confió en mi y me dio su aprobación.

Fotograma de la película

Fotograma de la película

¿Qué le impactó tanto del libro para querer llevarlo a la gran pantalla?

Cuando lo leí pensé que no se trataba sólo de una historia sobre mujeres iraníes. Lo vi como una historia sobre humanidad, algo universal. Creo que de eso se trata el cine, cuando cuentas la historia de alguien más, tienes que hacerla tuya. Y para mí nunca se trató de la ubicación ni del contexto específico. Se trataba de personas que luchan contra la opresión, algo que siempre he querido explorar en mi obra.

¿Hasta que punto Azar Nafisi ha estado involucrada en el proyecto?

No lo ha estado. Es una mujer inteligente. Confió en mi porque había visto mis películas y tuvimos una conversación muy interesante. Y luego, cuando empecé a trabajar en el guion con Marjorie David, una escritora estadounidense, le enviamos el segundo borrador y me escribió un correo electrónico muy breve. Me dijo: 'Gracias por entender mi libro'. Eso fue todo. Fue un buen proceso, pero cuando terminé la película ella no la vio hasta un día antes del estreno mundial en Roma en noviembre pasado. Yo estaba aterrado ante su reacción por si no le gustaba. Pero le encantó. Y no ha sido nada fácil porque habla de su libro, que es su vida. Es realmente su historia.

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¿Como hombre cineasta, de qué manera se aproximó a esta historia tan femenina?

Es curioso porque mi primera película, Cup Final (1992), solo estaba protagonizada por hombres. Y luego, cuando hice La novia siria, me di cuenta de que tener a una mujer en un personaje central le da una riqueza especial. No sé, supongo que es una pregunta que también me hago. Creo que un hombre busca la parte femenina en él para comprender a las mujeres. ¿Pero realmente entiendo a las mujeres? No lo sé. Probablemente no (risas).

Golshifteh Farahani encarna a Azar Nafisi

Golshifteh Farahani encarna a Azar Nafisi

Azar es una mujer culta, que se niega a llevar velo y no tiene miedo de enfrentarse a la autoridad. Pero también tiene su lado vulnerable...

Creo que es una mujer muy valiente. Se niega a acatar órdenes absurdas. Está segura que leer esos libros prohibidos puede ayudar a otras mujeres a abrir sus mentes y realmente les ayuda, pero también paga un alto precio por ello. La veo como una mujer sensible y sensata que trata de comprender el mundo tal y como funciona. Me parece interesante pensar en ello cuando pienso en cómo escribió sobre los hombres, no sobre las mujeres. Los hombres de Teherán, especialmente los de la universidad, son islamistas clásicos. Pero no son monstruos. Venían a la universidad y los que estudiaban con ella literatura inglesa le reprochaban que Lolita, de Nabokov, no estaba permitido, que estaban incómodos, pero Azar intentaba que vieran más allá, debatir sobre lo que leían y razonar sus puntos de vista.

Ella tiene claro que los libros pueden ayudar a transformar a las personas. ¿A usted qué libro le ha impresionado más?

Recuerdo que cuando tenía 14 años viví en Brasil durante un tiempo porque mi padre trabajaba en la embajada allí y fui a una escuela secundaria estadounidense. Mi profesora de literatura vino a la clase y nos dijo que estudiaríamos un nuevo libro que había salido publicado en EE.UU. en 1964 que se llamaba Alguien voló sobre el nido del cuco. Lo leí y me cambió la vida en términos de la forma en que observaba las sociedades, la política y todo eso. Es una historia muy política. Se trata de un individuo y de cómo lucha contra el sistema, contra la complejidad de una institución... Creo que eso me dio una luz para seguir por este camino.

Leer 'Alguien voló sobre el nido del cuco' me cambió la vida en términos de la forma en que observaba las sociedades y la política

¿Para usted era importante que las actrices fueran iraníes?

Durante el proceso de casting recuerdo que pregunté a Azar quién le gustaría que hiciera de ella y me dijo que Angelina Jolie. Pero yo tenía claro que tenían que ser actrices y actores iraníes. Y no fue fácil. La mayoría están exiliados. Viven en París, Londres, Berlín, Nueva York, Los Ángeles, en todas partes y... fue un gran viaje para mí encontrarlos. Ciertamente casi todas las actrices de la película tienen algún tipo de relación con su personaje. Golshifteh Farahani, que encarna a Azar o Zar Amir-Ebrahimi dejaron el país cuando tenían unos 25 o 26 años. Y tenían una carrera en Irán. Así que por cuestiones políticas, por las normas sociales y por estupideces, tuvieron que irse. Golshifteh por ejemplo se fue en 2008 y nunca regresó. Nunca hizo una película en farsi, y esta es la primera vez que hace una en su propio idioma. Hay una gran conexión entre las actrices y el momento que se cuenta. De alguna manera sentí que la vida de estas mujeres, las actrices, es un reflejo de los personajes de la película y viceversa.

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Algunos hombres no aceptan que sus mujeres vayan a esa reunión de lectura y las pegan. Por otro lado, el marido de Azar la apoya pero realmente no acaba de ser consciente de la infelicidad de ella en un país con cada vez más restricciones.

Creo que la relación entre Azar y Bijan, el esposo, es así, aunque son muy diferentes. Bijan no es intelectual, es ingeniero y ella tiene una gran formación en literatura y filosofía. Y luego está el personaje misterioso, esa especie de mentor que en el libro se llama 'el mago' y que tiene más en común con ella a nivel intelectual. Por otro lado, es un poco cínico porque le dice: “Renuncié a la universidad. No me importa nada. Ahora estoy en mi casa”. Creo que eso muestra dos caras de ella en dos hombres diferentes. Pero al final, cuando se va, se va con su marido, no con ese tipo.

El director israelí Eran Riklis

El director israelí Eran Riklis

Han pasado más de 20 años desde la publicación del libro y las mujeres iraníes siguen en lucha por sus derechos. ¿Cómo ve la situación?

Si le preguntas a Azar, te dirá que cada generación tiene su propia lucha, que es la misma. Recuerdo que me dijo: 'Sí, mi madre luchaba, yo sigo luchando, y ahora mi hija también'. Pero creo que la lucha tiene dos caminos: uno es que te quedes y luches en tu país y otro que decidas marcharte a Estados Unidos o Europa porque no aguantas más. Al final es una gran elección que tienes que hacer y lo veo en mí mismo ahora. Israel está pasando por un período realmente difícil, ya sabes, internamente y con los palestinos y Gaza es un momento realmente loco, siempre ha sido una locura, pero ahora es realmente extremo. Hay momentos en los que dices: 'Puedo venir a Barcelona y quizás luchar desde aquí', pero al final, soy de los que dicen: 'No, tienes que quedarte. Tienes que quedarte y hacer lo que puedas para cambiar tu país y no convertirte en un exiliado'.

Creo que los españoles y los israelíes tienen una forma de pensar bastante parecida en general

¿Sigue viviendo en Tel Aviv?

Sí, y es duro y no lo es. Mira, mientras volaba desde Tel Aviv a Barcelona, que son como dos orillas del Mediterráneo, pensaba que ambas ciudades son muy similares. La mentalidad, la comida... creo que los españoles y los israelíes tienen una forma de pensar bastante parecida en general. Es muy doloroso vivir en Tel Aviv ahora. Y, sin embargo, la vida continúa. Es una situación realmente compleja. Pero sigo pensando que si comparo mi vida con la de un niño palestino en Gaza, la suya es mucho peor.

lavanguardia

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