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Green Day se presenta por primera vez en Bogotá: ¿por qué esta banda es tan legendaria?

Green Day se presenta por primera vez en Bogotá: ¿por qué esta banda es tan legendaria?
No debe ser fácil de creer que una banda pasó de vender unos 55.000 discos de su segundo álbum a romper todas las barreras inimaginables al alcanzar más de medio millón de copias vendidas en los primeros meses de lanzado su siguiente trabajo.
Eso le pasó a la banda estadounidense Green Day, que saltó de los terrenos del punk a los escenarios del mainstream sin miedo y haciendo historia.
Fue con Dookie (de 1994), su disco más famoso y popular, con el que logró esa hazaña, que a los seis meses duplicó el récord: un millón de discos vendidos de ese coctel de punk y líneas pop, tan amado por unos y odiado por otros.
Esto ocurrió cuando la industria buscaba arropar con sonidos más accesibles a una rebeldía de antaño y anárquica. En ese contexto, aparece este grupo ya sólido que sentía que podía masticar canciones de tres acordes, hablando de melancolía, alienación juvenil o amor, mucho amor.
Atrás quedaron los sabores más fuertes e irreverentes que compartieron en los álbumes 39/Smooth y Kerplunk, lanzados bajo el sello independiente Lookout! Records, y en sus conciertos cargados de adrenalina y una potencia indiscutible, en locales como el mítico 924 Gilman Street, a donde llegaba la crema y nata del punk y el lugar donde también resonaron Bad Religion, Gang Green o Agent Orange, solo por recordar algunos. Antes, se llamaron Sweet Children y tocaron su primer show en el Rod’s Hickory Pit, un restaurante en el que trabajaba Ollie, la madre del cantante del grupo– Billie Joe Armstrong–, en Vallejo, California.

El cantante Billie Joe Armstrong de Green Day en el Festival BottleRock Napa Valley, en California. Foto:Getty Images

Lo que era una evidencia manifiesta es que Green Day estaba predestinado a dar un paso más allá, tras entender la química que se podía gestar entre el fanático de un club casi en ruinas y un gigantesco estadio atiborrado de gente, siempre hipnotizados por la avalancha sonora de Billie (que, además de cantar, también toca la guitarra), Mike Dirnt (bajo) y Tré Cool (batería).
Los años y los discos fueron demostrando que la decisión de cambiar (quizás madurar, dirían sus incondicionales) no fue flor de un día ni la suerte del gran éxito de un primer disco (aquí cabe recalcar que fue el tercero el de la vencida).
Las muchas veces poco confiables cifras de ventas de álbumes funcionaron a favor de Green Day a partir de Dookie. Hoy se habla que han vendido más de 70 millones de copias en toda su carrera como grupo a nivel mundial y se han ganado el respeto de una multitud imposible de contar, en contraste con los cientos o quizás miles que desecharon sus camisetas de antaño y los tildaron de vendidos.
Pero con ellos, más que cifras, lo cuantificable está ligado a su talento musical y a la manera en que lograron hacer clic con nuevas audiencias, esas que se acercaron a su punk triste a veces y sonoramente amigable casi siempre.
Poderoso regreso
Por eso no es exagerado decir que hoy, cuando se presentan en el nuevo escenario Vive Claro Distrito Cultural de Bogotá, en el marco de su gira ‘Saviours Tour’, es un día histórico y quizás de recuerdos para una audiencia que los vio en 2010 en un festival llamado Nem Catacoa y siete años después en su tour ‘Revolution Radio’. Es extraño y casi insólito, pero en esta nueva aventura en el Vive Claro se siente como si fuera la primera vez. Ya era hora de que regresaran.

Vive Claro Foto:Vive Claro

“Si la música viene de un lugar real, la gente lo nota. La nuestra viene de lo real, sea algo político o una canción de amor. Dicho eso, me gusta lo que escucho de mi banda, hoy se siente más libre que nunca, y seguir en esa dirección es la opción”, dijo en 2017 Mike Dirnt, en una frase que podría encajar con la magia que hizo a Green Day grande.
Es cierto que en este en vivo no podrán faltar éxitos como Basket Case, Boulevard of the Broken Dreams, When I Come Around o American Idiot, canción insigne de ese disco homónimo de 2004, de corte conceptual alrededor de un personaje denominado Jesus of Suburbia que pasa por diferentes situaciones y que se convierte en el hilo conductor de una mirada más irónica, social y política del mundo que buscaban retratar estos músicos de Berkeley, California.
Pero quizá lo más importante de la nueva cita es el reencuentro (o, en algunos casos, el descubrimiento) con las fibras emocionales y las fronteras musicales que Green Day supo romper con producciones como Nimrod (1997), en la que hubo espacio para baladas convertidas en clásicos instantáneos como Good Riddance (Time of Your Life); o con canciones que intentaron revivir viejos sonidos como Brat o Stuck With Me, así como Geek Stink Breath, que es uno de esos sencillos aclamados por su apuesta oscura y un poco densa; o con el trabajo Warning, en un tono suave y medio alternativo, como todo el espectro que abraza a la banda.
Sin embargo, el punk sobrevive entre fuertes posiciones políticas de un Armstrong que siempre ha buscado alertar acerca del control social, de los vicios de la política y, ahora, del peligro que, a su juicio, ha representado Donald Trump para EE. UU. Esas temáticas, la banda ya las planteaba (dejando a un lado al actual mandatario) en la joya que es American Idiot. Este álbum tuvo una temporada en el circuito teatral de Broadway con 400 funciones y una buena recepción en ese contexto escénico; hasta se propuso convertirlo en una película, una idea con la que todavía sueñan los que no dudan que el mencionado y muy valorado disco por la crítica se merece estar en pantalla grande.

Green Day Foto:Green Day

Pero más allá de una reseña de sus aventuras discográficas (que están representadas en 14 álbumes) y otros alcances (como nada más y nada menos que haber ganado cinco premios Grammy y poder alardear de 14 nominaciones de ese reconocimiento), lo cierto es que Green Day es la reafirmación de un deseo de darle un matiz más profundo a su mensaje sobre la realidad que les tocó vivir, así como la capacidad de criticar sin problema a esa industria que una vez los abrazó y en la que siguen surfeando entre sus oleajes y cambios.
Hay que admitir que es una banda que tiene en un buen balance a sus fanáticos de antaño y que recibe muy bien a esa nueva camada de amantes del pop punk, o como sea que quieran llamar lo que Green Day ofrece en su ecléctica discografía.
Bien lo dijo en una entrevista en la página digital de la revista Kerrang el propio Billie Joe Armstrong, en el marco de su presentación en el Festival de Coachella de este año, donde brillaron junto a bandas que hoy los ven como referentes de la vieja escuela del rock. “Seguimos recibiendo una nueva generación de fanáticos: hay gente que se remonta a los años 90, a los 2000, a los 2010 y ahora a estos 2020”, comentó Billie con entusiasmo.
Seguimos recibiendo una nueva generación de fanáticos: hay gente que se remonta a los años 90, a los 2000, a los 2010 y ahora a estos 2020
“Y creo que hay generaciones de familias que acaban viniendo a nuestros conciertos, desde gente de mi edad hasta gente de 14 años. Es desde la generación X hasta la generación Z, y eso es realmente especial. Es algo que nunca doy por sentado”, recalcó el cantante de 53 años en el artículo escrito por Emily Garner. Eso, seguramente, se podrá experimentar en su show en Colombia de esta noche.
“La clave siempre es escribir buenas canciones, cosa que creo que lo hemos conseguido. Cuando (por ejemplo), alguien compra un disco como Dookie, es un álbum que suena como si un grupo de chicos lo hubiera grabado juntos en un estudio la semana pasada. Hay gente que nunca diría que ese disco se grabó hace 30 años. Hemos conseguido lo mismo que cuando escuchas algo como You Really Got Me de The Kinks. Esa canción sigue resonando en mí y no suena anticuada”, también explicó Armstrong en una reciente charla con la revista Variety.
En esa nota trató de explicar el giro de su carrera, con un sonido conectado con la frustración, confusión y sueños de principios de los años 90, que parecían dar un espacio a quienes querían revelar los grises de la vida, sin dejar a un lado una guitarra fuerte y desenfrenada que, para muchos, era un riff de esperanza para un mundo cada vez más loco, en el que sigue resonando la frase: ‘El punk no ha muerto’. Y en el que Green Day también palpita con sus hits y sus giros musicales.
eltiempo

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