Javier Aranda Luna: La danza macabra de 1925: de El proceso a Mi lucha, un siglo de sombras

La danza macabra de 1925: de El proceso a Mi lucha, un siglo de sombras
Javier Aranda Luna
E
n 1925 se publicaron dos libros que marcaron el siglo XX, cuyas tétricas reverberaciones, a más de 100 años, aún nos alcanzan con su danza macabra: una novela inconclusa impresa de manera póstuma contra la voluntad de su autor y una autobiografía que incluye los planes a futuro de un convicto. Ambos nos sumergen en un universo de pesadilla.
Me refiero a Mi lucha, de Adolfo Hitler, cuya circulación millonaria fue el preludio de un abismo. Con la caída del régimen nazi, su proscripción fue inevitable. Se destruyeron miles de ejemplares, y quienes, décadas después, osaron desenterrar y vender alguna de sus primeras ediciones, fueron llevados a prisión. En 2015, 70 años después de la muerte de Hitler, el libro pasó al dominio público. La controversia, sin embargo, continúa, pues en algunos países su circulación sigue vedada. Seguro imaginan un cortafuegos necesario ante el temor de reavivar la llama oscura del nazismo, esa brasa que se creía extinta.
El otro libro es El proceso, de Franz Kafka, que sólo fue proscrito por su autor. Pidió a su amigo Max Brod que a su muerte destruyera diarios y manuscritos, pero lo traicionó para fortuna de nosotros. Sin su desobediencia no habríamos conocido El proceso ni sus novelas América ni El castillo.
Jorge Luis Borges, con su genio incisivo, capturó, en mi opinión, la esencia de Kafka: su don para transmutar las circunstancias y las agonías en fábulas
, tejiendo sórdidas pesadillas en un estilo límpido
. Para Borges, Kafka no era menos que el gran escritor clásico de nuestro atormentado y extraño siglo
. Un judío, paradójicamente, en cuya obra jamás se permitió pronunciar la palabra judío
.
¿Qué habría escrito Kafka si hubiera conocido al macabro Netanyahu empeñado en arrancar de la haz de la Tierra a los niños palestinos? ¿Qué habría reportado como periodista Max Brod que, huyendo del nazismo, se asentó en el entonces Mandato Británico de Palestina, hoy convertido en inmenso campo de exterminio? La limpieza étnica emprendida por el actual gobierno israelí que reduce a los gazatíes como seres humanos de segunda, es copia fiel del sueño macabro de Mi lucha aplicado contra los palestinos.
Ni El proceso ni Mi lucha han perdido su inquietante actualidad. Con otros rostros, otras sociedades y otros actores, parecen un remake inacabable que se ha repetido a lo largo del siglo. Lo vemos con las figuras sombrías de Trump y Netanyahu, Milei, Meloni, Bolsonaro y en los kafkianos trámites que padecen los detenidos en California, Texas, Nueva York, Chicago. O en la desoladora escena de los desalojados del Multiforo Alicia, despertando de un ensueño musical para encontrarse con 200 uniformados armados. Todos ellos, Josefs K lanzados a un laberinto judicial inexplicable y enigmático, donde la razón se desvanece.
El poeta José Emilio Pacheco, con su lúcida precisión, nos recuerda cómo en El proceso Kafka desmenuza la acumulación del miedo, presentando de forma alucinante el modelo clásico del Estado convertido en instrumento de terror
. Describe la maquinaria anónima de un mundo en el que todos pueden ser acusados y culpables, la siniestra inseguridad que el totalitarismo instala en la vida humana, el tedio sin rostro de los asesinos, el sadismo furtivo
.
Según Pacheco, desde que Kafka escribió El proceso el golpe nocturno ha sonado en innumerables puertas. Es legión el número de los que, a semejanza de Joseph K, han sido arrestados para ser arrastrados a morir como perros
.
Esta novela inconclusa ha sido elogiada por grandes pensadores, como Walter Benjamin y Theodor Adorno. Pero no a todos ha cautivado. Julio Cortázar, por ejemplo, confesó: a Kafka lo respeto, pero no le tengo afecto
, porque lo siento casi inhumano a ratos
, una distancia que revela la cruda verdad de su obra.
En su esclarecedor posfacio a la edición publicada por Arca, Luis Fernando Moreno Claros sintetiza muy bien la idea de que El proceso es una novela sobre el poder: El poder que anonada al individuo, que lo somete y zarandea a su antojo, y que lo envuelve en unas redes de las que finalmente le es imposible zafarse
.
Josef K es cualquiera de nosotros. El atrapado en las redadas implementadas por Trump o Netanyahu. Dos monstruos de ese poder inasible cuyas sombras oscurecen al mundo, recordándonos que las pesadillas de 1925 siguen vivas y son aterradoras.
jornada