Las estalagmitas de una cueva en Yucatán revelan por qué colapsó la civilización maya
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Los arqueólogos llevan desde hace tiempo tratando de establecer qué fue exactamente lo que provocó el colapso de la civilización maya. Los primeros asentamientos mayas tienen unos 3.000 años de antigüedad y datan del primer milenio a.C., pero fue alrededor del año 600 cuando esa cultura alcanzó su máximo esplendor. Se han descubierto miles de antiguas ciudades mayas, la mayoría situadas en el sur de la península mexicana de Yucatán, en Belice y en Guatemala, donde dejaron vestigios de sus importantes avances en campos como la escritura, el arte, la arquitectura, la mitología, las matemáticas o la astronomía.
Pero alrededor del año 850, después de dos milenios de prosperidad y dominio, los mayas comenzaron a abandonar en masa sus grandes ciudades. En menos de dos siglos, esa civilización quedó reducida a una sombra de lo que había sido en sus días de gloria. ¿Qué provocó el colapso de la cultura maya?
Un equipo de investigadores ha aportado ahora nuevas pruebas sobre los motivos que habrían provocado esa inexplicable debacle. Los científicos, según un comunicado emitido por la Universidad de Cambridge, han analizado los isótopos de oxígeno de las estalagmitas que se encuentra en las Grutas de Tzabnah en el Yucatán, México, y a través de los cuales se puede obtener preciosa información sobre la cantidad de lluvia que cayó en la zona desde el año 871 a.C hasta el 1021, tanto en las temporadas de sequía como en las húmedas. La información recabada revela que en ese intervalo de tiempo hubo ocho sequías, todas las cuales duraron al menos tres años.
Los investigadores incluso han encontrado evidencias de una sequía especialmente catastrófica que se prolongó durante 13 años consecutivos. Y aunque los mayas contaban con un sofisticado sistema de canalización y aprovechamiento del agua, una sequía tan prolongada sin duda tuvo un fuerte efecto en sus estructuras políticas y sociales.
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"Ha habido múltiples teorías sobre las causas del colapso de esa civilización, como el cambio de rutas comerciales, la guerra o una sequía severa, basadas en los restos arqueológicos que dejaron los mayas", señala el investigador de la Universidad de Cambridge Daniel H. James. "Pero en las últimas décadas, combinando los datos arqueológicos con evidencias climáticas cuantificables, hemos comenzado a saber sobre lo que les sucedió a los mayas y por qué".
Fue a partir de la década de 1990 cuando los investigadores comenzaron a combinar los registros climáticos con información que dejaron los propios mayas, como por ejemplo fechas clave (o ausencia de ellas) en los monumentos, para tratar de demostrar que una serie de graves sequías contribuyeron al colapso de esa civilización. Ahora Daniel H. James y otros investigadores de Gran Bretaña, Estados Unidos y México han utilizado las huellas químicas contenidas en las estalagmitas de una cueva en el norte de Yucatán para analizar con mayor precisión esas sequías. Es la primera vez que ha sido posible aislar de manera individual las condiciones de lluvia para las estaciones húmedas y secas durante el período de decadencia que culminó con el colapso de la cultura maya. Los resultados de esta investigación acaban de ser publicados en Science Advances.
Las estalagmitas, ya se sabe, se forman cuando el agua gotea del techo de una cueva, y los minerales que contiene se acumulan en grandes depósitos en el suelo. Mediante la datación y el análisis de las capas de isótopos de oxígeno dentro de la estalagmita, los investigadores han logrado información muy detallada sobre el clima en la época maya y, en concreto, sobre el conocido como Período Clásico Terminal Maya, que abarca aproximadamente desde el 800/830 d.C. hasta el 950/1000 d.C. y que se caracteriza por el declive y abandono de muchas importantes ciudades.
En los períodos de sequía prolongada y severa, la inscripción de fechas en sitios como Chichén Itzá cesó por completo
Investigaciones anteriores sobre estalagmitas ya habían determinado las precipitaciones medias anuales durante el Período Clásico Terminal, pero el equipo de la Universidad de Cambridge ahora ha ido más allá y ha conseguido aislar información individual sobre las estaciones húmedas y secas. “Conocer la precipitación media anual no revela tanto como saber cómo fue cada estación húmeda”, sostiene Daniel H. James. “Poder aislar la estación húmeda nos permite rastrear con precisión la duración de la sequía de la estación húmeda, que es lo que determina el éxito o el fracaso de los cultivos”.
Según la información contenida en las estalagmitas, entre 871 y 1021 d. C. hubo ocho sequías durante la estación húmeda, cada una de las cuales duró al menos tres años, aunque la sequía más larga se prolongó durante 13 años. La información climática contenida en las estalagmitas de las Cuevas de Tzabnah coincide con las fechas consignadas por los mayas en sus monumentos. En los períodos de sequía prolongada y severa, la inscripción de fechas en sitios como Chichén Itzá cesó por completo. “Eso no significa necesariamente que los mayas abandonaran Chichén Itzá durante estos períodos de sequía severa, pero es probable que tuvieran preocupaciones más inmediatas que la construcción de monumentos, como por ejemplo el éxito de los cultivos de los que dependían”, destaca James.
El Confidencial