Pónganse de lo que quieran, señorías, pero no como y cuando quieran
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Giorgia Meloni va como un avión. En el video viralizado de su declaración en la cumbre de la OTAN, su cara es la tripa en movimiento de un Boeing 747. Véanlo. Comprobarán que no miento. El rostro se le colma de repentinas mutaciones oculares de batracio, con ojos abiertos como si respirara a través de ellos. Le siguen desencajes maxilares. Dientes que se tienen ganas y se frotan los unos a los otros. Palabras atropelladas. Danzas nasales, más joteras que sardanistas, ponen sus caños a saltar de un lado al otro. El cortometraje lo tiene todo.
Giorgia Meloni afirma que España ha firmado el 5%: "No he escuchado en la intervención de nadie esta mañana temas polémicos o discordantes. Italia ha hecho como España o España ha hecho Italia, no lo sé, pero los 32 hemos hecho exactamente lo mismo". pic.twitter.com/1Qng0ovfUu
— Andrea Martínez Molina (@andreamarmol_) June 25, 2025
Giorgia no se ha pronunciado al respecto. Dudo que lo haga. Y si asoma, saldrá con la excusa del reflujo. Tal vez, a modo de paracaídas, con el comodín de la salud mental. El estrés. La ansiedad. A la desesperada, puede que incluso lo asocie a una desfiguración por exceso de cafeína. Un atracón de espressos.
Pero los que hemos resistido en el apocalipsis matutino de los afters lo sabemos. Sabemos la naturaleza del hidrocarburo que burbujea en su torrente sanguíneo. Un octanaje que se diría alto. Premium. ¿Nevadas de copos perfectos en pleno junio? Sin duda. Y me parece lógico, y hasta deseable, porque si incluso los líderes mundiales recurren a dromedarios de rebajas, ¿qué esperanza nos queda al resto?
En España no estamos faltos de espectáculos parecidos. El Errejonejo, ahora missing total, con una habilidad para el camuflaje a la altura de Wally o Mortadelo, dio más de un pase público a los efectos faciales de sus devaneos. Nunca me parecieron dignos de señalamiento y juicio inquisitorial. Aunque admito que me entraron ganas de propinarle una aleccionadora colleja, el correctivo maternal, indicándole que no se va uno de parranda descontrolada si al día siguiente toca currar. Joder, Íñigo, España es un país de gestos. Un poco de compostura.
Si los líderes mundiales recurren a dromedarios de rebajas, ¿qué esperanza nos queda al resto?
No obstante, tampoco ha sido el único.
Les diré más, creo que una de las razones del divorcio que hubo entre Podemos y Más Madrid, fue una ruptura por drogas. Marihuaneros contra farloperos. Puede que incluso algún aventurero ketamínico o de los comprimidos con formas. Es una suposición, pero le veo cierto fundamento. Quizás lo desvelen en las biografías -seguro en marcha- de unos y otros.
La narcopolítica rige parte de la élite mandataria. Es un hecho. Yo he visto a tribunos de todo pelaje; pardo, azul o morado, darse caricias al núcleo accumbens con drogas relajantes y excitantes. Los he contemplado ingerir trazos gruesos como sogas de verdugo y ahumar una estancia entera con palos de sándalo cannábico.
En defensa de quienes retengo en la memoria, diré que lo hicieron escudados en la noche más profunda. En la más civil de sus facetas, lejos de las responsabilidades políticas.
Creo que una de las razones del divorcio que hubo entre Podemos y Más Madrid, fue una ruptura por drogas
Entiendo que nuestros mandatarios, en su divina providencia y humanismo, buceen en la alteración de su conciencia para empatizar con las masas. Y a falta de oportunidades de hacer campaña en narcopisos y pubs congestionados por crapulillas, se organicen en petit comité, despachos o pisos francos mediante, para conocer los vicios del pueblo.
Somos sentimientos y tenemos seres humanos, ¿no? ¿Qué hay de malo desatascar las tuberías de Pascuas a Ramos? Animarse un poco la pituitaria. Despenalizar, con el ejemplo, una costumbre popular. Asumir que los políticos son humanos humaniza su trabajo.
Otra cosa es llevarse souvenirs a cumbres internacionales y mítines, o financiar la lujosa puestada a tarjetazo del erario público. Eso, señorías, no tiene perdón de Dios. No se puede poner en nómina al dealer con subvenciones, como se diría de algunos. Y eso por no hablar de la imagen pública, que es otro buen bancal.
En mis plegarias están los pobres Simón Pérez y Silvia Charro. Los condenados de las ‘hipotecas a plazo fijo’, que grabaron un video para Periodista Digital en un estado no mucho más revelador que Meloni en la cumbre de la OTAN. Sí estaban más sudoroso. Más erráticos. Y fueron más corajudos al llevar a término la grabación a pesar de sus mandíbulas flamencas. Pero cosas peores se han visto.
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Hoy, años después, están emitiendo, en directo, una decadencia que los llevará a la tumba. Fuman crack a las órdenes de sádicos anónimos que pagan, como en el Juego del Calamar, por ver su autodestrucción online. Una espiral de mugre en la que están inmersos, y que comenzó con un video, como digo, no especialmente más escandaloso que el de ciertos dirigentes.
De ahí que los políticos deban esforzarse por tener más tacto, empatía y decoro. Incluso sensatez -qué cosas más locas se me ocurren, ¿verdad?- Porque ellos en su liendrosa naturaleza no abandonan la poltrona, ni los privilegios asociados, por cosas que a otros les cuesta el trabajo, la reputación y puede que hasta el pellejo.
La superstición de ver en los políticos una enmienda a lo irreprochable, antes que errónea es poco convincente. El trío calavera Koldo, Santos, Ábalos, con esa red liberadora de meretrices y sus políticas de integración en el cuerpo público a ex-currelas de lupanar, son el ejemplo más reciente. Curiosa estrategia de abolicionismo que deja entrever, yo diría, lo peor de todo este asunto de drogas, sexo y politiqueo; la desfachatez farisea.
Que los funcionarios parlamentarios se pongan opíparamente, como decía con horrenda presunción mi abuela, no es para mí un planchazo ni la mitad de grave que su ineptitud, su mediocridad, su cainismo y sus mentirosos sermones a veces infestados de moralina. Eso es lo que más me gripa: la hipocresía de salón. El dedito acusador, la indignación y el juicio, seguidos de su corrupción. Hacer proselitismo del absentismo curil para ponerse después como las Grecas.
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No hace falta dar nombres. A todos nos viene alguno a la cabeza.
La ansiedad de los escaños y las malas influencias colindantes tornan fácil caer en el desliz. Ya sea cenando en vaso, respirando humo o aspirando químico, sus señorías tienen la carne tan débil como los demás. Por eso andar con exigencias maniqueas sólo nos lleva al mismo callejón sin salida. Al silencio. A tirar la piedra y esconder la mano, jugando siempre al despiste.
Por consiguiente, y sin hacer apología de las drogas, ya que se las van a meter igual ¿qué menos que hacerlo con elegancia y modo? A mí lo que disfruten en sus ratos libres, mientras no infecte las responsabilidades de su cargo, ni se saque de mis impuestos, me la trae al pairo.
Pero recibir un voto es recibir un compromiso. El mínimo exigible; que durante una rueda de prensa se despache seriedad y no la expresión corporal de un ravero al amanecer. Un cómo y un cuándo, es lo único que pido. Y no aleccionar sobre las buenas formas, instantes antes de pasarse la monserga por el arco del Congreso.
Por ahí no, señorías, de verdad, por ahí sí que no...
El Confidencial