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Sirat, Romería y Sorda, las películas españolas preseleccionadas para los Oscar

Sirat, Romería y Sorda, las películas españolas preseleccionadas para los Oscar

Sirat, Romería y Sordason las tres producciones españolas preseleccionadas para optar a competir por el Premio Oscar a Mejor Película Internacional, ha anunciado este miércoles la Academia de Cine española y recoge Efe. Ahora, las tres cintas se medirán en una selección final que acabará el próximo día 17, cuando se hará pública la representante de España para la gala de los Oscar, cuya 98 edición se celebrará el 15 de marzo de 2026 en el Teatro Dolby de Los Ángeles.

Emma Suárez y Juan Diego Botto, miembros tanto de la Academia española como de la de Hollywood, han sido los encargados de anunciar las tres películas preseleccionadas, acompañados por el presidente de la Academia Fernando Méndez-Leite y de la notaria Eva Fernández Medina.

Los miembros de la Academia de Cine han elegido entre 57 películas estrenadas desde el 1 de octubre de 2024 y antes del 30 de septiembre de 2025. Estas fechas las determinan las bases de la Academia de Hollywood, que en los próximos meses elegirá qué películas internacionales son nominadas, algo que no ocurrió con la elegida por España el año pasado, Segundo premio, que se quedó fuera en el primer corte, conocido en diciembre.

Desde 1986, la Academia se encarga de designar el título que representará a España en la competición por el Oscar. A partir del año 2001, y con el fin de dar mayor visibilidad a las producciones del año, la institución escoge mediante votación tres películas de entre todas las que cumplen con los requisitos exigidos.

La última película española en ganar un Oscar fue Mar adentro, dirigida por Alejandro Amenábar y protagonizada por Javier Bardem. La película ganó el premio a la Mejor Película Internacional en la 76 edición de los Premios de la Academia en 2005.

Sirat: la más desolada revelación de cine

Los personajes de Sirat, la última película de Oliver Laxe, Premio del Jurado en el último Festival de Cannes, son unos tipos que buscan con desesperación la posibilidad de una fiesta (o rave) perfecta —y, por ello, eterna— y no hay forma de saber si lo que les mueve es el espíritu de perfección o simplemente algo parecido a la angustia. O las dos cosas. Digamos que sobre esta inquietud, llamémoslo así, se levanta la película de Oliver Laxe otra vez seducido por esos seres condenados por el mismo abismo que les salva.

Amador, el protagonista de su cinta anterior, O que arde, es un pirómano amante de la destrucción que le habita a él y a sus vecinos gallegos obligados año tras año a ver como las llamas lo devoran todo. Y también él, como los habitantes de Sirat (siratianos, por tanto), busca un paraíso en el que literalmente incinerarse.

Sirat en verdad no cuenta tanto la historia de estos individuos demediados (uno manco, otro cojo y todos ellos perdidos) como la de un padre (descomunal un Sergi López más trágico que nunca) de apariencia normal que, en el tráfago de un desierto poblado de raveros (los amantes de la fiesta tecno), busca a su hija desaparecida. Mientras los demás saben que andan detrás de nada, él se imagina que sabe exactamente lo que desea y lo que ama profundamente. Su búsqueda es en compañía de su otro hijo menor aún más confundido que él. Pero inocente. Y así, padre e hijo se debaten contra un mundo que no entienden, un paisaje monumental que les ignora y un objetivo que les esquivo.

[Lee la crítica completa de Sirat, de Oliver Laxe]

Romería: memoria de la memoria de todos

Con su último trabajo, Carla Simón completa un periplo personal y familiar que le ha llevado a construir, o incluso crear, desde el cine las imágenes que constituyen ese museo de formas inconstantes, que decía Borges que era la memoria. "Ese montón de espejos rotos", añadía el poeta. "Investigando, caí en la cuenta de que cuando recuerdas no recuerdas simplemente algo, en verdad recuerdas la última vez que recordaste ese algo", comenta Carla.

La película, que recrea, cuenta, inventa, imagina o simplemente funda desde la nada (todo a la vez) la juventud de la directora, relata la historia de Marina. Marina (Llúcia Garcia) tiene 18 años y viaja a Galicia desde Barcelona para conseguir la firma de unos abuelos que no conoce. Sus padres murieron tiempo atrás en el fragor de los 80, en plena pandemia del sida, ella se fue a vivir con sus tíos y para que puede acceder a una beca con el objetivo de estudiar precisamente cine necesita que los abuelos reconozcan que son lo que son: los padres de su padre y abuelos de su nieta. De paso, conocerá a una familia entera y nueva.

Todo eso le pasó a Carla Simón y, a la vez, no. O, mejor, le pasó exactamente como dice la película porque la memoria, como el viento, sopla donde quiere. Es mentira porque no puede ser más que verdad. Y es verdad porque el cine, como cualquier forma de arte, se construye desde la claridad de lo cierto únicamente. Lo que no deja espacio para elucubraciones ni para metáforas más o menos recurrentes (basta de los juegos de espejos, por dios) es que todo lo que se cuenta es madera y carne de la misma Carla Simón.

[Lee la crítica completa de Romería, de Carla Simón]

Sorda: el cine sinestésico

Sorda, la película dirigida por Eva Libertad de la que Miriam Garlo, actriz sorda, es protagonista, comparte con la rotundidad sin miramientos de su título el deseo de afirmarse en lo que es y hacerlo sin exhibicionismos ni gestos compungidos, sin la complacencia arrogante del que perdona ni la tristeza sumisa del que acepta ser perdonado. Sorda es una película sorda, que no no-oyente.

La cinta cuenta la historia de una pareja. Ella no oye. Él, al que da vida con claridad y calmado entusiasmo Álvaro Cervantes, sí. Un buen día deciden lo que decide mucha gente: ser padres. Cuando nazca su hija, con ella llegarán todas las dudas. Si oye, ¿cuánto tardará en darse cuenta de que su madre no es como ella? Y si no oye, ¿cómo proteger a una criatura en un mundo decididamente hostil?

Por el camino, el espectador se tropieza con preguntas más pesadas, aunque no por fuerza más importantes: ¿qué es la normalidad? ¿qué tiene que pasar aún para que una sociedad acepte sin aspavientos todas las formas tanto de vulnerabilidad como de diversidad? Y muchas más cada vez más profundas.

[Lee la crítica completa de Sorda, de Eva Libertad]

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