Yo soy fan (con carné) de Mecano: la noche que Ana Torroja me firmó uno de mis tesoros

No será la primera ni la última vez que declare que el grupo Mecano ha sido vital en mi vida. Sobre todo desde el año 1982, cuando los vi por primera vez con ocho años recién cumplidos en el mítico parque de atracciones Tívoli World de Benalmádena, hasta 1992, momento en el que mi ingreso en la facultad hizo que mi enfermiza obsesión, que rayaba el paroxismo, comenzara a disminuir y empezase a descubrir otros grupos que también se convirtieron en obsesión. Lo normal. Siempre he pensado que la experiencia y el affaire con los productos pop, como es el caso que nos ocupa, han de estar protagonizados por un rabioso espíritu teenageren su máxima expresión. Incluso aunque tengas 50 años.
Esto me sigue pasando aún ahora con Mecano. Reconozco que lo mío no era normal. Aunque si te autodefines como fan fatal, lo lógico era perseguirles por toda la geografía española y si tus padres no te daban permiso, tu enfado duraba días sin salir de la habitación. Atracaba la sección de revistas y periódicos de los Vips de Madrid en busca de cualquier foto o reportaje del grupo, les copiaba sus peinados y me gasté los ahorros en una camisa carísima que llevaba Nacho Cano. Eso por no hablar de las llamadas telefónicas al domicilio del padre de Ana Torroja o el morirme de la emoción cuando un día recibí en mi buzón una carta de mi cantante y sex symbol favorita dándome las gracias por "el detalle tan maravilloso". Fue muy educada porque se trataba de unos pendientes un tanto ordinarios.
Rememorando aquellos años me siento muy orgulloso de mi condición de fan de libro. Porque el fan es muy feliz, aunque a veces sufra por no conseguir todo lo que se propone -léase un sitio en primera fila o el vinilo más inédito-. No sé cómo llevarán los fans de ahora la cercanía con sus ídolos en las redes sociales. Conociéndome creo que me hubiera creado mucha ansiedad. Antes la estrella era más inaccesible. Y si existía alguna oportunidad de poder acceder, ya estaban mis padres, que me educaron advirtiéndome de que no se debía molestar a la persona yendo a la puerta de su casa y llamando al telefonillo.
En fin, a día de hoy sigo siendo fan de este grupo. Sus canciones siguen sonando en mi casa. Sigo conservando todos mis álbumes con todas sus fotos, que voy ampliando cuando encuentro joyas en mercadillos. Pero lo más bonito que me pasó en esta historia de amor fue cuando Ana Torroja vino a cenar a casa y me firmó en uno de mis tesoros: "Para la persona más única, auténtica, increíble y maravillosa que he conocido jamás. Si no existieras habría que inventarte". ¿No es ese el mejor regalo para un fan? Si es que hasta para ser fan, hay que tener suerte. Y servidor, con Mecano, ha tenido mucha suerte. Con su discografía. Con Nacho. Con José. Con Ana. Sobre todo, con Ana.
Es muy total ser fan.
elmundo