Bruce Springsteen en Marsella: el rock celebra el sueño de una América justa y abierta

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ESTÁBAMOS ALLÍ – El sábado por la noche, los fans del Boss tomaron el estadio Vélodrome para un concierto que mezclaba fervor musical y sermones políticos, mientras la ciudad foceana reflexionaba sobre la posible victoria del PSG.
El día fue lento y nervioso, como es habitual en Marsella. La ciudad huele a sal, a veces a cloaca en alguna esquina, como siempre. Pero esta noche hay un poco menos de ruido en las plazas. Los bares de neón azul claro están inactivos, las calles vacilan, casi aburridas. El colmo de la ironía. Esta noche, el PSG corre el riesgo de convertirse en campeón de Europa y nadie quiere hablar de ello.
En el Vélodrome, 60.000 espectadores intentan no pensar en ello: están esperando a Bruce Springsteen. Las gradas se llenan, el ruido aumenta. Vamos, es hora de hacer algo de ruido para olvidar las malas noticias. Nada más entrar en el recinto el sonido es brutal, demasiado agudo, pesado. La firma del lugar, al parecer. En el centro de atención, un público bien educado, en su mayoría con cabellos canosos, con camisetas promocionales, listos para tomar la comunión. La cantante aparece sonriendo y comienza una conversación. El viejo rey del rock se ha hecho conocido últimamente por sus discursos cada vez más "comprometidos".
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Pero…
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