Tras Bad Bunny, la identidad puertorriqueña recupera su color
En el Caribe, la danza y la música son el bálsamo de las almas heridas. Las penas se disuelven en una vibrante explosión de risa que fusiona lágrimas, impotencia, frustración, alivio y alegría en una sola celebración. Y seamos sinceros: durante los últimos treinta años, bailar reggaetón también ha sido un gran consuelo.
Hoy en día, un fenómeno cultural se ha afianzado en Puerto Rico. Este evento de alcance internacional –al tratarse del álbum número 1 en plataformas de streaming– se vive de forma muy íntima en la isla.
En Puerto Rico, estamos apegados al género autobiográfico (la gente le cuenta su vida a desconocidos a la menor oportunidad), y el nuevo álbum de Bad Bunny, Debí tirar más fotos , sobresale como una especie de biografía colectiva que le cuenta al resto del mundo sobre la vida cotidiana de los puertorriqueños.
Sus contradicciones, su postura anticolonial e independentista y su abierta denuncia de problemas como la gentrificación, la corrupción, la migración masiva y la desintegración de las instituciones que obligan a los habitantes de la isla a irse, han tocado la fibra sensible de los puertorriqueños.
A esta lista de agravios se suma el colapso del sistema escolar y la sensación de estar asediado, especialmente en la costa, por los estadounidenses que están invirtiendo en bienes raíces, transformando barrios enteros y cambiando la vida cotidiana en el país.
En julio de 2019, en las conversaciones que le costaron la renuncia al exgobernador Ricardo Rosselló y a sus asesores más cercanos por sus comentarios homofóbicos y sexistas, se mencionó un futuro brillante con un “Puerto Rico sin puertorriqueños” : una situación tristemente familiar en muchos países pobres, antiguas colonias o paraísos fiscales.
Los lugares pertenecen a otros y los lugareños se contentan con servirlos. El país se está convirtiendo en un gran hotel reservado para los más ricos, donde los habitantes, relegados al papel de personal de servicio, casi deben decir gracias por un trabajo mal pagado. Entre ambos, una pequeña clase media, dócil frente a los nuevos amos.
Aunque el Estado se niega a reconocer la sensación de despojo que viven las comunidades de la isla, nadie aquí pudo reprimir una risa amarga al ver el video que acompaña al disco de Bad Bunny, lanzado el 5 de enero, una fecha simbólica, la de los Reyes Magos.
En una escena vemos a una camarera –americana– tomando la orden en inglés y ofreciendo un “quesito sin queso” , un absurdo que suena a rechazo a las especialidades culinarias que los puertorriqueños apreciamos en lo más profundo. Nos reímos amargamente porque este terrible futuro ya es una realidad en algunos lugares.
El historiador Jorell A. Meléndez Badillo de la Universidad de Wisconsin-Madison, quien fue responsable de desarrollar las notas históricas del álbum de Bad Bunny que acompañan las imágenes de la canción, explica:
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Courrier International