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Aloja el Palacio Real primera gran retrospectiva de Leonora Carrington en Italia

Aloja el Palacio Real primera gran retrospectiva de Leonora Carrington en Italia

Aloja el Palacio Real primera gran retrospectiva de Leonora Carrington en Italia

En 60 piezas aborda la influencia del esoterismo y la alquimia en su obra

La aromática cocina de la abuela Moorhead, 1974. The Charles B. Goddard Center for Visual and Performing Arts-Ardmore, Oklahoma © Estate of Leonora Carrington, by SIAE 2025

Alejandra Ortiz Castañares

Especial para La Jornada

Periódico La JornadaViernes 26 de septiembre de 2025, p. 3

Milán. El Palacio Real acoge la primera retrospectiva italiana de Leonora Carrington, con más de 60 obras. Curada por la mexicana Tere Arcq y Carlos Martín, la exposición hace su trayectoria desde Europa hasta su arraigo en México. Días antes de la inauguración, La Jornada conversó con Arcq sobre el universo espiritual de la artista.

−¿Cómo nació la exposición?

−Esta exhibición responde al creciente reconocimiento internacional de las artistas surrealistas, iniciado con la muestra In Wonderland, en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles, en 2011, que cocuré. Aunque Carrington gozaba de prestigio en México desde hacía décadas, ese impulso global propició una revalorización que se consolidó con las primeras grandes retrospectivas europeas en Irlanda e Inglaterra, y más tarde con las de Dinamarca y Madrid, también bajo mi curaduría. La presente muestra nace del protagonismo que las surrealistas alcanzaron en la Bienal de Venecia de 2022.

–¿Cómo influyó el esoterismo en Carrington desde la infancia?

–Su madre, abuela y niñera irlandesas la iniciaron desde pequeña en mitos celtas, cuentos de hadas y magia, creando un universo imaginativo que nutrió su rebeldía contra un padre autoritario y las convenciones sociales. Este interés por lo esotérico precedió incluso a su encuentro con el surrealismo, siendo una constante que definió su vida y su obra artística.

–¿Y los viajes?

–Desde Florencia, donde descubrió a Fra Angelico y la pintura medieval, pasando por Londres y París, hasta su retiro con Max Ernst en San Martín, en el sur de Francia, como la experiencia en el hospital siquiátrico en Santander que, al llegar a México, pudo elaborar escribiendo y pintando como una experiencia catártica, convirtiendo el dolor en creatividad transformadora.

–¿Cómo transformó México sus inclinaciones esotéricas?

–México le ofreció un terreno donde lo mágico era tradición viva, no nostalgia. Descubrió el culto a los muertos, el nahual y las creencias indígenas que resonaron con su herencia celta. Junto con Remedios Varo y Kati Horna exploró el tarot, la alquimia y las filosofías esotéricas; ilustró trabajos de Laurette Sejourné sobre las prácticas de magia y, a través de su amistad con Ignacio Bernal, del Museo de Antropología, profundizó su conexión con las culturas originarias mexicanas.

–¿Qué en México enriqueció su espiritualidad y arte?

–Su llegada coincidió con un auge de grupos esotéricos internacionales que se asentaron en México, atraídos por la idea de que el país sería escenario de grandes transformaciones energéticas y de conciencia. Este universo espiritual se tradujo en su obra mediante animales protectores, símbolos alquímicos y narraciones fantásticas donde lo femenino aparece como fuerza creadora y transformadora. Su pintura mantuvo siempre una figuración rica en detalles místicos y técnicas como la tempera, que ella asociaba con la alquimia por la mezcla de huevo y pigmentos, le permitieron vincular lo espiritual con lo material.

–¿La cocina, otro lugar alquímico?

–A diferencia de muchas artistas feministas que representaban la casa y la cocina como espacio de opresión, para Carrington esos espacios se transforman en áreas de creación, de colaboración femeninos; para ella, la cocina es equiparable a un laboratorio alquímico.

–¿Por qué Carrington se identificaba más con el budismo tibetano, y qué críticas expresó hacia las religiones?

–Carrington rechazaba los dogmas y la visión patriarcal de las religiones tradicionales: no conocía ninguna religión que no considerara a la mujer impura. Sin embargo, sentía afinidad por el budismo tibetano, que percibía como una tradición respetuosa con la naturaleza y los seres vivos. Para ella, lo divino no era una entidad externa, sino una deidad interna que forma parte de todo.

–¿Cómo relacionó su visión espiritual con la ecología?

–Derivó de una ética ecológica temprana. Amaba profundamente a los animales y los consideraba compañeros espirituales. Libros como La diosa blanca, de Robert Graves, la marcaron, convenciéndola de que el culto a la Gran Madre, guardiana de la Tierra, fue destruido por el patriarcado, y que recuperar ese vínculo significaba proteger al planeta. Carrington se describió como “mujer humano-animal”, y advertía: “No podemos olvidar que somos animales, a veces los más destructivos de todos”.

–¿Fue usted quien identificó su tarot como un hallazgo importante?

–En los años 50, Carrington pintó a los arcanos mayores del tarot y, junto con Octavio Paz –con quien consultaba el I Ching–, creó la obra La hija de Rappaccini (1956), inspirada en el tarot. La pieza, cuyo paradero se desconocía durante décadas, la descubrí por azar en una colección privada, y fue exhibida por única vez en la retrospectiva del Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México (2018).

“Susan Aberth y yo le dedicamos un libro, hoy en su tercera edición. Carrington no sólo estudiaba estas tradiciones: meditaba el Libro tibetano de los muertos en monasterios budistas, leía y usaba el tarot, y enseñó su práctica a Alejandro Jodorowsky.”

– ¿El enfoque esotérico en la obra de Carrington es novedoso?

–Lo es. Durante mucho tiempo el esoterismo y George Gurdjieff se consideraban temas poco serios para la academia, pero el éxito del Guggenheim, con Hilma af Klint, cambió esa percepción. Coincidiendo con la incertidumbre actual: guerras, pandemia y la búsqueda de alternativas espirituales de los jóvenes, se reavivó el interés por lo mágico y las artes adivinatorias, algo que históricamente también ocurrió en crisis como las guerras mundiales.

La exposición Leonora Carrington, primera gran retrospectiva en Italia de la artista inglesa, en el Palazzo Reale, abrió el sábado pasado y permanecerá hasta el 11 de enero de 2026.

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