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Dante en Mallorca

Dante en Mallorca

Tal vez porque mis hijos leyeron antes de las vacaciones Hamlet , Grandes esperanzas y El conde de Montecristo en versión manga, durante estos días en Mallorca he releído la Comedia (Acantilado), de Dante –en la multipremiada traducción de José María Micó–, como una máquina de generar tendencias futuras. La obra maestra del florentino no es solo pura autoficción terapéutica (que comienza con un ataque de pánico a las mismísimas puertas del infierno), también cultiva avant la lettre el romance fantasy , combinando la asexualidad romántica (con Beatriz y con Virgilio, quien no deja de abrazar al protagonista) y el bestiario tolkeniano (mi monstruo favorito es Gerión, ese híbrido de dragón y escorpión, con rostro de hombre honesto). Todo ello en una tensión muy humana entre la sed de venganza contra sus contemporáneos y la sed de eternidad (con un ego nivel Dios).

Lo que, lamentablemente, no tuvo tanto porvenir fue la visión dantesca de un horizonte filosófico y científico en que son tan clásicos los autores grecolatinos como los árabes. En la Comedia aparecen Avicena y Averroes y se palpa un trasfondo cultural empapado de ideas islámicas. En el monasterio de Miramar, donde su estricto contemporáneo Ramon Llull creó una escuela de árabe, se evidencia que los exponentes más visionarios del canon creativo del siglo XIII estaban abiertos tanto a las lenguas populares –italiano, catalán– como a la traducción. En la misma época Alfonso X escribió en castellano y galaico-portugués; e impulsó la Escuela de Traductores de Toledo. Europa, el Mediterráneo, sólo se pueden entender como espacios transculturales, políglotas, plurirreligiosos y hospitalarios, aunque el turismo de lujo, la ultraderecha y las políticas migratorias se obstinen en fomentar narrativas excluyentes, violentas.

En la ‘Comedia’ aparecen Averroes y Avicena y el trasfondo cultural está empapado de ideas islámicas

En su casa de Deià, el profesor y traductor Eduard Moyà, que acaba de publicar en la Nova Editorial Moll El crestall rost. Poemes de muntanya , de Robert Graves, cuya casa museo está a tiro de piedra, me cuenta que el autor de Yo, Claudio lo fue también de una biografía de su amigo Lawrence de Arabia, a quien conoció tras trabajar como profesor en El Cairo. Y me habla de Joan Mascaró, el hijo de campesinos con un talento sobrenatural para los idiomas, que acabó en Cambridge como mentor del hijo de Juan March. Traductor, del pali y el sánscrito al inglés, del Bhagavad Gita y los Upanishads , pasó una temporada en Ceylán, fue profesor en Barcelona y en Gran Bretaña y hasta influyó en Los Beatles: tras leer su obra sobre espiritualidad oriental y conocerlo personalmente, los músicos de Liverpool decidieron viajar a la India.

Mientras degustamos un delicioso arroz con ginebra y gambas, al fondo del acantilado discurre el Camino de los Pintores, que en honor a la verdad debería llamarse la Ruta de los Contrabandistas. El mar parece azul, pero en verdad es un palimpsesto de colores traducidos.

lavanguardia

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