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De como la menopausia también puede ser poesía

De como la menopausia también puede ser poesía

Dice que no escribe narrativa. Lo aclara siempre. Podría ser cierto. Pero narra todo el tiempo. Cuando conversa y al escribir. Seguramente también en su cabeza, mientras va por ahí. Ante todo es poeta. Más que nada es traductora. También es autora de literatura infantil. Es alguien que ve el mundo de una forma peculiar: con curiosidad; de un modo a la vez sencillo y profundo. El tema no es dónde, sino cómo pone el ojo. En su caso habría que decir el oído. Por eso hace estos otros libros, que a veces se los define como ensayos, otras se los considera diarios y, en realidad, son un híbrido entre esos formatos, que además contienen todo lo anterior.

La escritora Laura Wittner. Foto: Victoria Gesualdi.La escritora Laura Wittner. Foto: Victoria Gesualdi.

“Todo lo de la transformación, de la sorpresa, de ver que de golpe te convertís en otra, y de qué se hace con eso, pero al mismo tiempo seguís siendo la misma, es algo muy existencial”, comenta Laura Wittner. Y de eso se trata, más o menos, Diario de menopausia, su último libro.

“Te digo esto mientras me pongo una crema en las piernas, porque tengo una sequedad lamentable”, comentará después. Está, también, en medio de una sesión de ejercicio, mirando y haciendo eutonía, cuenta. Además dice algo realmente gracioso y después hace una observación muy poética. Todo en el mismo plano. Es una conversación que empezó en persona una tarde en su casa y siguió a la mañana siguiente por Wathsapp. Tiene el tono, se parece a lo que escribió entre mayo de 2024 y mayo de 2025. Ella define las cosas así, con precisión y al paso, hablando de algo más, pero a la vez no. Igual que este ensayo juguetón, que excede cualquier definición posible.

Nació en Buenos Aires en 1967, es licenciada en Letras, coordina talleres de poesía y de traducción y se dedica a escribir. Trajo del inglés al español a autores como Leonard Cohen, Katherine Mansfield, David Markson, Claire-Louise Bennett y Anne Tyler, entre otros. En 2024 le dieron un Premio Konex por esa tarea. En 2021 publicó Se vive y se traduce, que recibió el tercer Premio Nacional en 2023 dentro de la categoría Ensayo, aunque –otra vez– excede esa definición. Sus últimos libros de poesía son Lugares donde una no está, su obra reunida entre 1996 y 2016, y Traducción de la ruta. Mucho de ese material fue, a su vez, traducido al inglés, al alemán, al portugués, al italiano, al coreano y al francés.

Sus libros infantiles más recientes, que mucha gente adulta también disfruta, son Carta de mami, Tengo un hijo alto, ¿Querés ser mi amiga? y Un cuento con zorros. No se puede anotar acá su recorrido literario completo, porque viene desde mediados de los años 90, cuando fue parte del grupo fundador de la mítica revista de poesía 18 Whiskys.

Ahí comienza el arco –cuando se destacó entre sus pares por volver a un léxico coloquial, casi conversado– que la trajo a un hoy en donde es una de las voces más influyentes de su generación. Ahora está escribiendo su próximo libro, que aún no tiene título, pero es también un híbrido íntimo ensayístico a lo diario, esta vez para la Colección Lector&s de Ediciones Ampersand, y será un raconto de sus lecturas.

Diario de Menopausia es un reflejo de cada una de estas cosas, un botón más de muestra de ese abanico que arma el rompecabezas de su producción, que se lee tan fácil, pero se construye con una atención extrema de lo que dice, y cómo. Las palabras, su ritmo, lo que implican, qué disparan.

También es un diario sobre diarios, un registro de poemas y de comidas, una oda al café, a las amigas; notas sobre la natación, el registro del mundo doméstico –el intimo, con los pájaros del balcón y los hijos; el exterior y lo que charlan otros oído al pasar–; es las conversaciones con desconocidos, los viajes, las empatías, las lecturas, la escritura. Y más, sí, claro. La menopausia, el mapa de visitas médicas, la observación asombrada y asombrosa del paso del tiempo.

Laura Wittner toma de Patti Smith un juego, la estructura de un día, para contar brevemente una jornada como apunte ultra resumido. Diario de menopausia también es, entonces, la estructura de un año, en donde la autora contempla y comparte eso que le llama la atención. Es sencillo y extraordinario. Hace reír a carcajadas y también conmueve. Lleva a quien lee a tener ganas. De nadar, leer, comer. Escuchar música. Es un libro que conversa y que además regala al final una lista de canciones. ¿Algo más? Por supuesto, es Wittner, que todo le interesa y hace que todo resulte interesante.

“Conté que estoy llevando este diario. El sonido menopausia cayó sobre la mesa, entre una lasagna y un filet de merluza. Me miraron unas caras que decían: 'Ni idea, todavía me falta'; 'Soy varón, la oí nombrar'; 'Estoy en esa, pero ni loca hablo del tema'”, anota en abril, un mes antes de terminar y cierra: “No dejo de preguntarme si este diario es un plomo”. Es en la duda y la inquietud que se construye, y así avanza la autora, rebota de alegría y de tristeza, comparte incertezas que exceden, otra vez, el tema. Respuesta rápida a su cuestión: no.

“Sobre las hormonas la gente puede buscar info en otros lugares, es verdad que no en tantos, pero tampoco es necesario que lo diga yo ahora, tan detallado”, dirá después de haber detallado todo lo que sabe y sigue aprendiendo sobre la menopausia.

Agregará, también: “Ahora me doy cuenta que tenía que bajar a hacer compras antes de comer e irme a esa lectura que tengo que ir y ya no tengo tiempo de bajar a hacer compras, así que comeré rápido y me iré”. Hablar con ella es como seguir leyéndola. O es al revés. No, no. Es ambas cosas.

La escritora Laura Wittner. Foto: Victoria Gesualdi.La escritora Laura Wittner. Foto: Victoria Gesualdi.

–¿Qué te gusta de los diarios?

–Yo escribo diario desde que tengo 19. Me interesa mucho lo que implica no sólo llevar un diario, sino leer después todas esas cosas. Me divierte volver a ver quién era yo en otros momentos. Lo peor o más gracioso es que era siempre la misma. Eso no lo puedo creer. Y creo que es útil también, no tanto por lo que anotás en sí, sino por lo que implica la rutina de sentarte a anotarlo.

–¿Da un poco de vértigo publicar un diario?

–Nada de lo que escribo en mi diario real se publicará jamás. Me muero. Este lo escribí pensando en que iba a ser publicado. La editorial Bosque energético publica diarios temáticos y me propusieron escribir uno. A mí no se me ocurría un tema para escribir.

–¿Y cómo encontraste el tema?

–Para esa misma época estaba muy presente el tema que me recorría día a día y minuto a minuto, que eran los síntomas de la menopausia, qué hacer con eso. Un día volvía de lo de Carlos, que terminó siendo un personaje del libro, con una bolsa llena de muestras gratis, de esas que te dan los médicos, que son cajas muy grandes, pero adentro lo que hay es muy chiquitito. Era una bolsa gigante, de súper cajas, de cremas vaginales. Iba en el colectivo, me vi de afuera y me dije:”Soy como un personaje de una comedia”. Ahí pensé que tal vez podría hacer un diario temático sobre la menopausia, y que esa podría ser la primera escena.

–pero comienza de otro modo y esa escena ni aparece...

–Me pareció que era demasiado cliché de revista femenina que se quiere hacer la moderna. Pero sirvió, porque esa misma tarde, tomando café con Santi Loza, le conté medio en chiste que se me había ocurrido ese inicio. Yo dudaba muchísimo, pero me dijo que era un buen tema. Y tuve ganas de probar. Entonces les dije a Eugenia Pérez Tomas y Andrés Gallina, que son los editores, que podía hacer ese diario temático. Les advertí que por ahí no me salía. Así que decidí probar en tiempo real. Va de mayo a mayo porque justo era mayo. Me dije bueno, en vez de escribir en mi diario, que es un cuaderno, ahora voy a escribir acá, en un documento de word. Y esa es la historia de cómo surgió Diario de menopausia.

La escritora Laura Wittner. Foto: Victoria Gesualdi.La escritora Laura Wittner. Foto: Victoria Gesualdi.

–¿Te sirvió, igual que si hubiera privado, la experiencia de hacerlo?

–En un periodo de tanto cambio y movimiento, anotar lo que te va a pasando ayuda a pensarlo. Y en este caso ni siquiera era garrapatearlo, sino que además tenía que "escribirlo" porque estaba pensado para ser publicado. Creo que lo más importante de trasladar mi diario de siempre a uno más centrado en la menopausia hizo que se me hiciera más claro cómo "lo de siempre" seguía estando, o empezaba a volver. Que la confusión, el malestar, incluso el drama, coexisten con la felicidad que me puede dar mirar desde la ventanilla de un tren o entrar en un idioma extranjero o tomar café con una amiga. Que si no hubiera anotado las dos cosas juntas tal vez habría tendido a creer que el drama se estaba tragando todo.

–¿Cómo hiciste para lograr que la menopausia sea un tema que le pueda interesar a cualquiera, aunque no le pase o vaya a pasar?

–A mí me empezó a interesar la menopausia cuando fue mi momento propio. Eso en sí me llamó la atención. O sea, me interesó que nunca antes me hubiera interesado. Me pareció raro, porque era claramente algo que iba a estar incluido en mi vida y en general yo estoy interesada por las cosas que estuvieron, están o van a estar incluidas en mi vida. Pensé: ¿cómo, si siempre me meto en todos los temas, de algún modo u otro, nunca me metí en la menopausia? Y una vez que lo empecé a pensar, y a investigar un poco, entendí que nos llevan a no interesarnos por el tema. Eso ya es interesante para cualquiera, creo.

"Gran parte de los estudios sobre la salud de las mujeres están hechos en base al cuerpo masculino. Es increíble".

–¿Por qué creés que la palabra menopausia genera tanta distancia, en hombres y sobre todo en mujeres?

–Creo que la sensación que tenemos la mayoría de las mujeres es que es algo que no entendemos del todo. No nos facilitan mucha información a lo largo de la vida. No hay, desde la medicina. Carlos empezó a estudiar el tema porque sus pacientes crecimos, antes hablábamos de embarazos, ahora de esto. Pero no son así la mayoría de los médicos. Ni nadie. Yo siempre había tenido la ligera sensación de que no me iba a afectar mucho la menopausia. Algo más que curioso, dado que todo me afecta mucho, no entiendo por qué pensé eso. Como nunca tuve ningún desarreglo hormonal, creí que iba a ser inmune. Pero está ese famoso poder de las hormonas. Pueden transformarte. Por completo. Física, mental y emocionalmente. No es un tema del que se habla. No sólo culturalmente, tampoco es parte de la literatura o del cine. Eso ahora también me interesa como observación del mundo, de lo que existe en el mundo, en la vida. Me extrañó muchísimo que nunca me había pasado cerca a través de mi madre, mis abuelas o amigas. O sea: ¿cómo podía ser yo, que me intereso tanto en todos los temas, no haya pensado en la menopausia hasta que me llegó?

–Aunque trata de más cosas, ¿por eso decidiste poner la palabra menopausia en el título?

–Gran parte de los estudios sobre la salud de las mujeres están hechos en base al cuerpo masculino. Es increíble, cuando escuché esto no lo podía creer. Es, supuestamente, porque el cuerpo masculino es más estable. Al cuerpo de la mujer, si lo investigás un día del mes es de una manera y a los 10 días de otra. ¡Justamente eso es lo que hay que estudiar! Mi objetivo, si yo tuviera uno, mi idea… Lo que me propuse intentar a ver si salía era ver eso, más allá de cómo se llame, que es un año en mi vida. Siempre anoto cosas. No necesariamente un recuento de actividades o confesiones. Tuve siempre una especie de necesidad de registro. Y este libro es eso: el diario en la vida de una persona que se interesa mucho por muchas cosas y que además está atravesando la menopausia.

Diario de menopausia, de Laura Wittner (Bosque energético).

Clarin

Clarin

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