El helicóptero del rey de Frisa

Poco después de la muerte de Gilles Villeneuve en el circuito de Zolder, Keke Rosberg, que en aquella época corría para el equipo Williams, contó que una de las cosas que más le impresionaron de aquel fin de semana terrible fue cuando todo el mundo se marchó del circuito y solo quedó el helicóptero de Villeneuve. El miércoles previo a las carreras sobrevolaba el paddock para anunciar su llegada: era un ritual. El accidente se produjo en los entrenamientos del 8 de mayo de 1982. ¿Cuántas veces se han repetido las imágenes, primero en televisión y más tarde en las redes? Villeneuve llega a toda velocidad al viraje y encuentra al March de Jochen Mass que circula al ralentí, chocan rueda contra rueda, el Ferrari sale volando, a Villeneuve se le rompe el arnés y las tiras que aguantan el yelmo, sale disparado y queda inerte en el arcén del circuito. Es como la imagen de la batalla a ultranza que se repite obsesivamente en la imaginación del lector de novelas artúricas: el caballero golpea a su rival con una gran lanza, le rompe el brazo. El otro quiere que se lo aten para seguir luchando, pero ha perdido mucha sangre. Tiene un espasmo y muere: para bajarlo del caballo tienen que retirarlo con la silla.
El caballero tiene un espasmo y muere: para bajarlo del caballo tienen que retirarlo con la sillaLa gracia del Tirant lo blanc es que, junto a la lucha con el rey de Frisa, con el rey de Apolonia y con dos condes compañeros suyos, de las imágenes que se repiten en todos los noticiarios y canales de YouTube, del golpe decisivo y del momento de la muerte de uno y otro, otro, y otro, Joanot Martorell introduce un fuera de campo extraordinario. Tirant parte hacia Escocia para recuperarse de las heridas y esperar el momento en el que podrá combatir con el caballero Vilafermosa, que le ha retado. Llega al puerto de Dobla y se encuentra a los servidores de los cuatro caballeros a los que ha matado: esperan un barco para regresar al continente. El mayordomo, un hombre viejo, llora desconsoladamente. Cuando lees una novela de caballerías no piensas en lo que hay detrás de las imágenes espectaculares de combates y muertes. A veces te cuentan el sepelio solemne y el duelo, que son la continuación del espectáculo. Pero esta escena dice mucho más: te imaginas a los mecánicos de Ronnie Peterson, Gilles Villeneuve, Ayrton Senna, en el aeropuerto, vestidos con los colores de John Player, de Agip, de Rothmans, esperando el vuelo que les llevará de regreso a Norfolk, Maranello, Grove, como los sirvientes del rey de Frisa, del rey de Apolonia y de los dos condes, que esperan el barco en el puerto de Dobla.
En Frisa, Kirieleison de Muntalbà, que viene de raza de gigantes, promete matar al caballero Tirant. En Las Vegas, en una temporada de muertos, accidentes y desgracias, Keke Rosberg gana el Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Pero, ¿qué son los gigantes y el Campeonato del Mundo ante el dolor de un viejo mayordomo en un puerto de Inglaterra?
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