Juguito de Uva explora las posibilidades del teatro de juguete

Juguito de Uva explora las posibilidades del teatro de juguete
Egresados de la FFL formaron hace cuatro años una compañía que apuesta por el trabajo colectivo
▲ Además de contar historias para las infancias, la agrupación impartirá un taller de teatro de papel para niños de 9 a 12 años en escuelas públicas.Foto cortesía de la compañía
Anaís Ruiz López
Periódico La JornadaLunes 25 de agosto de 2025, p. 5
Explorar y experimentar con diversas técnicas escénicas, jugar con el papel como herramienta creativa y reinventarse en cada montaje, esa es la apuesta de Juguito de Uva, una joven compañía teatral nacida en la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) de la UNAM, que desde hace cuatro años se dedica a contar historias para públicos diversos, con especial atención en la infancia.
Formada por egresados de la licenciatura en literatura dramática y teatro, la agrupación ha apostado por el trabajo colectivo, la exploración de técnicas como el teatro de papel y la manipulación de objetos, así como por construir universos escénicos donde lo lúdico y lo artesanal cobran vida. Carlos Rangel, uno de sus integrantes, recordó que la compañía nació en la última asignatura de la carrera.
En entrevista con La Jornada, Rangel contó que antes se llamaban Viajeros Teatro, pero cambiaron el nombre al descubrir que ya existía otra agrupación con ese nombre. Tras una conversación de cuatro horas decidieron llamarse Juguito de Uva. “Pensamos en lo que nos representaba como colectivo, nos cuestionamos a qué público nos dirigíamos y, en ese momento, consideramos dedicarnos a las infancias. Buscamos algo que reflejara la alegría y la forma de trabajo que teníamos como laboratorio en conjunto.
“La idea de las uvas nos gustó, como esa rama con distintos frutos que al final conforman un racimo. Así somos nosotros: personas con diversas ideas y formas de expresar el arte, pero que unidas nos convertimos en un juguito de uva”, relató.
La primera obra que montaron fue Viajeros de papel, escrita por María Ramos, Maricarmen y Ximena Rivera. “Desde ahí empezamos a montar nuestras propias obras, como un experimento para ver cuáles eran los temas que nos atraían.
“Después, hicimos la puesta en escena El pequeño dragón, de Lise Vaillancourt, una autora canadiense, la que presentamos en el Centro Cultural El Hormiguero y en el estado de México. En el elenco están Aile Rivera, Bella Ángeles y Jessica Rangel, quien también se encarga de la escenografía y el vestuario. Para las épocas decembrinas presentamos Carbón, confesiones de un crimen navideño, que escribí yo y tuvo gran temporada en El Hormiguero”, recordó.
En sus últimos trabajos, la compañía se ha enfocado en el teatro de papel y la manipulación de objetos propios de esta técnica. “Se trata de una ramificación del teatro europeo que ha tenido distintas variantes en el mundo. Es otra forma de manipulación titeril, porque el objeto está creado literalmente con papel y puede adoptar cualquier forma, color o tamaño para la escenificación. Se monta en una base de cartón. Es muy curioso porque nos lleva a recordar cuando éramos niños.
“También se le llama teatro de juguete, porque literalmente creas las piezas y las mueves: hasta una mesa puede ser un escenario. Les damos vida, movimiento, voz, carácter y personalidad. Antes sólo aparecían los títeres; ahora se presentan junto con el elenco como personajes activos en escena. En El pequeño dragón casi todo está hecho de papel o cartón, lo que nos da movilidad, aunque exige cuidado desde la fabricación. También hacemos teatro de sombras, que nos lleva a crear mundos y fantasías con dibujos, recortes y diseños propios o en conjunto”, describió.
“Somos una compañía joven, llevamos cuatro años trabajando. Somos un colectivo donde cada quien puede expresar el arte de distinta manera. A veces uno actúa, después hace escenografía, o para otra obra se dedica a la iluminación o al vestuario. Ahora estamos creando una nueva puesta en escena estilo cabaret”, adelantó.
No obstante, reconoció que gestionar espacios para compañías emergentes es difícil. “Tenemos que armar carpetas donde hablemos de quiénes somos y cuáles son nuestros planes de difusión, a fin de presentarlas en convocatorias que apoyan a nuevas compañías, pero además hay que considerar que el montaje se ajuste a la temática e intereses del espacio”.
“Por otro lado, también existen becas y apoyos para agrupaciones jóvenes, pero hay muchas solicitudes. Lo que nos ayuda es la semblanza de la compañía: ya llevamos tres montajes, eso nos convierte en un colectivo joven, pero con cierta experiencia. Sin embargo, hay convocatorias que piden una antigüedad mínima como equipo teatral”, afirmó.
Rangel destacó la labor de la compañía para las infancias en diversos contextos y comentó que impartirán un taller de teatro de papel para niños en escuela públicas de 9 a 12 años de edad en colaboración con la Asociación Peraj México y la Universidad Nacional Autónoma de México. Asimismo, realizarán otro taller en hospitales para noviembre como parte del programa social Juventudes autogestivas para la transformación 2025, a cargo del Instituto de la Juventud.
Inauguran Casa Villa Antequera con Vanguardia oaxaqueña del siglo XX
A esta exposición se suman otras dos en la nueva sede de Fomento Cultural Banamex
Merry Macmasters
Periódico La JornadaLunes 25 de agosto de 2025, p. 5
La Casa Villa Antequera es la nueva sede de Fomento Cultural Banamex en la ciudad de Oaxaca, donde se abrieron tres exposiciones representativas de sus programas e intereses: El México de los mexicanos III, Grandes maestros del arte popular de Oaxaca y Vanguardia oaxaqueña del siglo XX. Esta última se ubica en un reducido espacio llamado Bóveda y, como su nombre lo indica, presenta joyas pictóricas resguardadas por la institución financiera.
El inmueble virreinal, cuya historia se remonta a 1529, fue inaugurado como sucursal del banco en 1896, cuatro años después de la fundación de Banamex. Fue la octava en dar servicios bancarios en el país.
Vanguardia oaxaqueña del siglo XX comprende obras de Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Rodolfo Nieto, Rodolfo Morales y Sergio Hernández, propiedad del banco. De Tamayo (1899-1991) se exhibe el óleo Pátzcuaro (1921), pieza temprana en su producción, hecha durante un viaje al poblado michoacano, descrita como “obra neoimpresionista o puntillista en la que conforma la imagen con pequeños trazos cromáticos”.
Toledo (1940-2019) está presente con Bicicleta de los arquitectos (Bicicleta oaxaqueña), de 1998, realizada con óleo y polvo de mármol. Sus figuras “dan ritmo y movimiento a las composición”, a la vez que invitan a “observar míticamente los objetos”, ya que para el artista con “fuertes raíces juchitecas la mesa, el árbol, el zapato, el chapulín, la bicicleta o el hombre tienen la misma categoría anímica. No sólo un sentido pictórico”.
De “espíritu rebelde”, Nieto (1936-1985), en vez de estudiar una carrera formal, “eligió a Carlos Orozco Romero y Santos Balmori como sus maestros y estrechó una fuerte amistad con Juan Soriano”. En 1959 viajó a París, donde permaneció una década, y descubrió que la literatura fantástica tendría una gran influencia en su lenguaje artístico”.
De Rodolfo Morales (1925-2001), nacido en Ocotlán de Morelos, se muestran dos piezas de la serie Columna de mercado (2000), realizadas al óleo montado sobre tela montada. Hechas al final de su vida, se trata de formas “más esquemáticas y lúdicas que en su trabajo anterior, aunque conservan el mismo universo creativo en el que lo feminimo es razón de vida, fuerza creadora y columna vertebral de la sociedad”.
El más joven del grupo de expositores es Sergio Hernández (1957), oriundo de Huajuapan de León. En su tríptico Insectario (2006), hecho con óleo y arenas sobre lino, captura “el colorido y el movimiento de los insectos amorfos e ilimitados que cambian según la luz reflejada de la sala”.
Insectario es la obra favorita de Soledad María Martínez Venegas, guardia de seguridad patrimonial encargada de resguardar Bóveda, a quien le gusta el arte. “Ésta obra me encantó porque cada uno de los insectos tiene su propia expresión, movimiento y vestuario”.
Soledad María Martínez ya analizó cada figura del conjunto. Los pares de ojos empleados por Hernández le recuerdan el programa infantil Burbujas, en que “había un sapo con la misma expresión”. Señala una cucaracha con zapatillas, de cuyos ojos salen lágrimas. ¿Será por el peso de la figura que tiene encima que ya no aguanta?
Las tres exposiciones permanecerán hasta marzo de 2026 en Casa Villa Antequera (Armenta y López 106, Oaxaca).
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