No somos tan distintos: las sorprendentes duplas visuales de Avistaje, de Clara de Estrada

Valiente como un león, astuto como un zorro o fiel como un perro son frases de la vida cotidiana que no hacen más que reflejar lo cercanos y unidos que los seres humanos pueden llegar a estar a veces con el mundo animal. Esa es justamente la que apela la fotógrafa Clara de Estrada en su bellísimo libro de fotografías Avistaje, publicado por el sello La Luminosa, en el que propone cruces sorprendentes, inesperados y divertidos entre humanos y animales, que dialogan de una imagen a otra.

Con el libro abierto, cada que vez que se pasa la página, aparecen dos imágenes contrapuestas que se atreven al encuentro inesperados: hallazgos divertidos o casuales, como el de una hilera de caballeros ingleses, parte de una ceremonia de la realeza, que ataviados en levita negra caminan en fila y parsimonia con la elegancia y sutileza del andar de un grupo de patos que la fotógrafa capturó detrás de su lente.
En otra secuencia, la espuma blanca de las olas del mar salpica justo sobre la cabeza de un niño de cabello morocho, imagen acompañada por el lomo de un cabrito de pelaje marmolado. También, el abanico extendido de una mujer que cruza la calle, intentando aliviar el calor, imita en gesto el plumaje de un ave desplegado en su totalidad.

La autora suele salir a caminar con su cámara sin rumbo fijo, en distintas ciudades del mundo, dejándose llevar por el ritmo de las calles, atenta a una figura, un gesto o una actitud que despierte su curiosidad en medio de esa fauna urbana. A través de su trabajo en Fundación Zorba, que busca proteger a los animales y concientizar sobre el abuso que padecen, su mirada se fue extendiendo a los animales.
“Es imposible para mí no ver los hilos que nos conectan, ese reflejo de la naturaleza que aún llevamos dentro”, escribe Clara de Estrada (1970, Buenos Aires) en el prólogo de este volumen, que también incluye un texto de la antropóloga Celeste Medrano.

El libro propone espejos miméticos, cargados de humor y sensibilidad. Risas humanas que recuerdan a cacareos de gallinas, posturas que remiten a trotes animales, un perro callejero tan concentrado en olfatear el suelo que ignora a todo y a todos, como alguien que camina absorto en su teléfono celular.
“Para mí este trabajo no es solo un juego de parecidos. Nos gusta pensar que somos únicos, que nuestra manera de mostrarnos y de habitar este mundo nos distingue completamente de las otras especies. Pero si miramos más de cerca, si dejamos de vernos como algo separado de la naturaleza, aparecen los reflejos. De hecho a menudo usamos metáforas animales para expresar lo que sentimos y estas comparaciones no son casuales, revelan un deseo profundo de reconocernos en lo animal”, cuenta Clara de Estrada en una entrevista con Clarín.
–¿Cómo fueron esos primeros paseos que dieron origen a Avistaje?
–Durante mucho tiempo hice dos trabajos fotográficos en paralelo. Por un lado, salía a caminar por las calles con mi cámara, como un pasatiempo y una excusa para estar sola. Y por otro, empecé a trabajar y fotografiar animales para la Fundación Zorba, que se dedica al proteccionismo. Durante muchos años estos dos caminos convivieron, sin tocarse. Pero una y otra vez pensaba ¿quién soy yo? ¿La que retrata animales? ¿O la que se pierde en la fauna urbana? Un día, imprimí todas mis fotos, las callejeras y las de animales y las desparramé sobre la mesa. En esa montaña de fotos, apareció la respuesta. Un gesto acá, una postura allá, colores que se repetían, la misma inclinación de cabeza en dos imágenes distintas. Al principio fue un juego, movía las fotos, probaba conexiones. No era solo un parecido físico, era una emoción compartida, una energía en común. El proceso fue intuitivo, probaba pares, los separaba, los volvía a unir. Me dejé llevar por el humor, por la poesía, cada dupla era un hallazgo como cuando aparece la pieza que falta en un rompecabezas y de repente todo cobra sentido. Y me di cuenta de que esas dos miradas nunca habían estado separadas, que siempre habían estado ahí dialogando entre ellas. Ese es el origen de Avistaje.

–¿En qué momento sentiste que las personas y los animales empezaban a “dialogar” en tus imágenes?
–Al principio, cuando empecé a fotografiar animales para Fundación Zorba, me parecían todos iguales, cada uno parecido a su especie, pero no lo eran. Como pasa siempre que uno se acerca, que hace foco y mira con detenimiento y atención, algo cambia. Aparecen las diferencias, los matices, las individualidades. Empecé a notar que, al retratarlos, sentía la misma curiosidad que cuando retrataba personas. Primero buscaba a los más llamativos, después me interesaron los que se escondían, los que no se animaban a mostrarse. Los retrataba con la misma pasión que a las personas. Mi mirada los fue uniendo, fue encontrando una conexión en lo que a primera vista eran imágenes aisladas, inconexas, caóticas. Yo fui hilvanando ese universo. Vinculé dos áreas de trabajo que no parecían tener puntos en común. Pero descubrí esa conexión en la soledad de mi casa, a posteriori. Es decir, nunca saqué una foto callejera o de animales pensando en los parecidos. Todo eso se dio después.

–¿Qué aprendiste sobre nosotros, los humanos, al observarnos en paralelo con los animales?
–En esa búsqueda de parecidos busco mostrar que no estamos tan lejos como creemos. Al juntarlos estoy creando un puente entre estos dos mundos. Mi cámara es testigo de esta conexión y mi libro un diálogo visual que nos recuerda que todos somos naturaleza, aunque lo hayamos olvidado. Es un gesto de profundo autoconocimiento, no solo un hecho artístico. Es una integración dentro mio, en un intento de reconciliar mis dos facetas, que parecían separadas, pero que en realidad son reflejo de un mismo deseo: conectar con lo vivo, capturar la esencia de lo que somos, ya sea humano o animal.
Avistaje, de Clara de Estrada (La Luminosa).
Clarin