25 temazos de menos de dos minutos que triunfaron antes de la era TikTok

Las canciones de pop han sufrido un recorte en los últimos tiempos. Cada vez más. Hace cinco años se estimaba que la duración perfecta no debía superar los tres minutos; hoy, ya se ha rebajado a poco más de dos minutos. ¿El responsable de este encogimiento? La merma en la capacidad de atención del oyente propiciada por la trascendencia de las nuevas tecnologías, más concretamente si hablamos de música, por la influencia de la red social TikTok, especialista en flases visuales y auditivos.
En noviembre de 2023, el compositor mexicano-estadounidense Edgar Barrera, uno de los más exitosos del momento (ha escrito para Shakira, Bad Bunny, Alejandro Sanz o Maluma), explicó a este periódico su estrategia a la hora de encarar una canción en estos tiempos: “Intento que el coro [estribillo] llegue rápido, antes de los 45 segundos. Se trata de capturar la atención desde el primer momento, así que no puedes poner una introducción de 30 segundos de música porque la gente se desconecta. Por culpa de TikiTok tienes cinco segundos para atrapar al consumidor, porque si no, se van”.
Sin embargo, los temas breves siempre han existido: las emisoras de radio comerciales se sentían incómodas con los temas de grandes desarrollos instrumentales o vocales. Nosotros hemos seleccionado 25 canciones que, a pesar de no durar más de dos minutos, son perlas artísticas y podríamos hasta decir que no necesitan más: su grandeza está precisamente en su brevedad.
- The Smiths, Please, Please, Please, Let Me Get What I Want (1 minuto, 50 segundos)
Morrissey siempre se arrepintió de marginar este tema en una cara b de un sencillo, en concreto de William, It Was Really Nothing (1984). “Esconderla fue un crimen”, llegó a decir el cantante de The Smiths. De lo que no tuvo dudas fue de la brevedad. Y eso que los responsables de su discográfica preguntaron al grupo cuando la escucharon: “¿Dónde está el resto de la canción?”. El vocalista respondió: “Alargarla hubiese sido explicar lo obvio”. Esta preciosísima pieza confiere una súplica (y qué bien implora Morrissey) de alguien desdichado que necesita desesperadamente un golpe de suerte, ya que “Dios sabe que sería la primera vez”. El guitarrista de The Smiths y compositor de la música enfureció cuando se enteró de que Donald Trump utilizó la canción en la campaña electoral de 2023. No se nos ocurre una fusión más improbable que este bello tema con la volcánica personalidad del presidente de EE UU.
- The Box Tops, The Letter (1 minuto, 51 segundos)
Resulta llamativo que un chico de solo 16 años, Alex Chilton, tuviese un tono de voz tan ronco como el que se escucha en esta inmensa canción a pesar de su corta duración. Chilton luego formaría Big Star, uno de los grupos más influyentes del pop de guitarras, aunque con mala suerte de cara al éxito. The Letter, canción pop con armazón soul, está compuesta por el estadounidense Wayne Carson Thompson, se editó en 1967 y llegó al número uno en EE UU. Chilton no volvería a repetir un éxito tan grande.
- Antonio González ‘El Pescaílla’, Sarandonga (1 minuto, 36 segundos)
Tuvo más éxito la versión de Lolita, pero nada que ver con la urgente y despendolada recreación que grabó su padre, Antonio González El Pescaílla mucho antes, en 1965. Lo que para Lolita llega a cuatro minutos, El Pescaílla lo ventila en poco más de un minuto y medio, frenética rumba cuyo original era un son montuno del dúo cubano Los Compadres, que inauguró la historia de Sarandonga en los años cincuenta. Mientras los cubanos decían que iban a comer un “ñame” (tubérculo que se consume mucho en el Caribe) con bacalao, El Pescaílla lo cambió por “arroz”. Y de ese nombre tan curioso, Sarandonga, qué podemos decir. La creencia más asumida dice que es así como llamaba el letrista del tema, Lorenzo Hierrezuelo (de Los Compadres) a su mujer, Sara.
- Van Halen, Eruption (1 minuto, 40 segundos)
Es posible que estemos ante los 100 segundos más influyentes del rock duro en su vertiente de solos de guitarra. Este virguero ejercicio instrumental de Eddie Van Halen fue la hoja de ruta que siguieron muchos de los guitarristas de rock duro y heavy metal durante los años ochenta, la década dorada del género a nivel de ventas. Eruption se lanzó en 1978, en el álbum de debut de Van Halen y funcionaba como una transición entre los dos temas más populares del disco, Runnin’ With the Devil, y la versión de The Kinks You Really Got Me. Surgió como una ocurrencia del momento, casi improvisada y Eddie utiliza la técnica del tapping, que consiste en tocar notas presionando las cuerdas directamente sobre el mástil con los dedos de ambas manos. Eddie popularizó este método en Eruption y dura hasta nuestros días: solo hay que buscar en YouTube los miles de aspirantes a estrellas de la guitarra que lo intentan imitar.
- Mermelada, Coge el tren (1 minuto, 57 segundos)
Con este acelerado rhythm and blues se abría, en 1979, el espléndido disco de debut de Mermelada, una especie de versión madrileña de los imperiales Dr. Feelgood. La letra trata sobre dar un puntapié a un mundo contaminado y superpoblado y escapar sin un plan. La voz rabiosa del líder, Javier Teixidor, y la inflamable armónica del malogrado Javier Moro Encinas viajan en unos raíles donde el freno no es una opción.
- Jerry Lee Lewis, Great Balls Of Fire (1 minuto, 50 segundos)
Gran clásico del rock and roll primigenio, a pesar de que su intérprete se resistió a grabarlo: en 1957, Jerry Lee Lewis, un cristiano devoto, consideraba Great Balls Of Fire, composición de la pareja Otis Blackwell y Jack Hammer, demasiado pecaminoso por sus continuas insinuaciones sexuales. Sam Phillips, dueño de la discográfica Sun Records, le convenció con la ayuda de una botella de whisky y salió esta flamígera interpretación con Lewis aporreando su piano, el flequillo cayéndole en la frente y la voz inclinándose a la lujuria en las partes calientes. La canción fue un éxito, pero ese mismo 1957, Lewis, de 22 años, se casó con su prima, Myra Gale Brown, de 13: la edad de ella se descubrió un par de años después, se produjo un escándalo y Lewis sufrió una cancelación masiva. Para cuando se recuperó el viejo rock and roll ya había pasado de moda.
- The Clash, ‘White Riot’ (1 minuto, 52 segundos)
El primer misil punk de The Clash, editado en 1977, y la prueba de que la preocupación social de Joe Strummer surge desde el principio. Este tema está inspirado en los disturbios de agosto de 1976 en Notting Hill, Londres, durante el carnaval de la celebración de la cultura caribeña, cuando la policía detuvo a un carterista y la fiesta acabó en enfrentamientos entre los agentes y ciudadanos negros. Strummer escribió esta Revuelta blanca para incitar a los blancos a rebelarse contra el “gobierno opresor”, “como hacían los negros”. Lo llamativo es que el público de The Clash siempre fue mayoritariamente blanco. Canción embarullada, de escupitajo y pogo, características que posicionaron a The Clash como puntales del punk, género que pronto se les quedó pequeño.
- The Beatles, Golden Slumbers (1 minuto, 31 segundos)
Las mejores cualidades vocales de Paul McCartney en solo un minuto y medio: la capacidad de penetración por medio de la ternura y el falsete y la garra cuando se enfrenta al estribillo de una canción grabada para el disco Abbey Road (1969) y que se funde con Carry That Weight. Esta pieza de cuna, basada en el poema Cradle Song, de Thomas Dekker, guarda una curiosidad: John Lennon no participa; ni toca ni compone, ya que días antes sufrió un accidente de coche y estaba hospitalizado cuando se grabó.
- Luis Eduardo Aute, Dónde estará la verdad (1 minuto, 51 segundos)
Con su carrera discográfica recién comenzada, un Luis Eduardo Aute con 25 años lanzó el disco 24 canciones breves (1968). En un álbum donde prima la poesía, Aute también demuestra, acompañado de una guitarra y un violonchelo, maestría musical y ofrece dos canciones en una en menos de dos minutos: el estribillo a modo de vals y el tronco de la pieza en clave cantautoril. Y deja cargas de profundidad como esta: “¿Por qué oculto deseo no me basta existir?”.
- Elvis Costello, Welcome to the Working Week (1 minuto, 23 segundos)
¿Qué fue la nueva ola? Respuesta corta: Welcome to the Working Week. En esta canción que abre el primer disco de Elvis Costello, My Aim Is True (1977), se encuentran las claves del género: voz orgullosamente inglesa, ritmo acelerado y letra enojada. Todo completado por la imagen de Costello en la portada del disco: las gafas de pasta, la chaqueta, la guitarra y las piernas abiertas y flexionadas.
- Kanye West con Common, My Way Home (1 minuto, 43 segundos)
De cuando Kanye West era uno de los músicos más interesantes del pop, y no un fantoche, condición en la que lleva instalado varios años. Esta canción pertenece a su fantástico segundo trabajo, Late Registration (2005). El tema incorpora un extracto (un sampleado, se llama) de una canción de Gil Scott-Heron, Home Is Where the Hatred Is, que se realza con el rapeado de Common: “La revolución no es un juego”.
- Joan Manuel Serrat, Aquellas pequeñas cosas (1 minuto, 48 segundos)
El ejemplo más claro de que se puede desarrollar una obra de arte musical popular en menos de dos minutos. Serrat definió esta bellísima Aquellas pequeñas cosas como “el rescoldo que siempre queda tras la combustión de los sentimientos”, y mejor no añadir más porque está perfectamente explicado. Incluida en, nada menos, Mediterráneo (1971), el músico catalán ha contado con ella en casi todas sus giras durante medio siglo. La interpretó en sus conciertos finales (diciembre de 2022) en Madrid, pero no le cupo en los de Barcelona, donde, lógicamente, amplió el repertorio en catalán.
- Neil Young, Fallen Angel (1 minuto, 15 segundos)
Meses después del suicidio de Kurt Cobain, Neil Young se metió en un estudio con Pearl Jam para conformar el que podría haber sido el disco grunge definitivo. Aunque el álbum proporcione un nivel aceptable, no fue una obra definitiva, sobre todo porque a Mirror Ball (1995) le faltan canciones que podamos recordar 30 años después. El álbum se cierra con este precioso Fallen Angel. Young prescinde de Pearl Jam, se coloca delante de un órgano de sonido espiritual y saca un hilo de voz desde lo más profundo de su corazón. Bien podría ser este “ángel caído” Kurt Cobain.
- Vashti Bunyan, Diamond Day (1 minuto, 45 segundos)
Ah, aquel primer disco de Vashti Bunyan, Just Another Diamond Day (1970). Lo publicó, se sintió decepcionada por la destemplada acogida y se retiró de la música durante los siguientes 30 años para dedicarse a la crianza de su hijo. A finales de los noventa y gracias en parte al ánimo de intérpretes indies como Animal Collective o Devendra Banhart, Bunyan volvió a la música y, siempre con un ritmo pausado, ahí sigue, ya con 80 años. Diamond Day es la apertura de aquel Just Another Diamond Day, un tema hermoso gracias a una voz que no parece convivir en el mismo mundo de los mortales.
- Eskorbuto, Anti Todo (1 minuto, 40 segundos)
En esta canción se resume la filosofía de un grupo que llevó hasta sus últimas consecuencias el ideario punk, el de verdad, no el que salió de la cabeza marketiniana de Malcolm McLaren. “Nada más nacer, empiezan a corrompernos. / Eso nos demuestra que somos anti todo”, escupen los de Santurce en una canción que incluso admite un breve solo de guitarra.
- Dr. Feelgood, She’s a Wind Up (1 minuto, 57 segundos)
Parecía que el ímpetu de los británicos Dr. Feelgood, puntal de lo que se llamó pub-rock, se iba a diluir tras el abandono de su guitarrista y compositor, el espídico Wilko Johnson. Pero no: su sustituto, Gypie Mayo, ofreció estupendas prestaciones y se adaptó perfectamente al ambiente jaranero de Lee Brilleaux y compañía. Prueba de ello es este She’s a Wind Up de 1977, rhythm & blues desbocado que resucita cementerios.
- Serge Gainsbourg, Ah! Melody (1 minuto, 45 segundos)
Canción incluida en uno de los discos más valorados de Serge Gainsbourg, Histoire de Melody Nelson, que narra la aventura de un cuarentón enamorado de una chica de 14 años. El Lolita de Gainsbourg, con Jane Birkin (su pareja) retratada en una portada icónica. El álbum, repleto de filigranas instrumentales, repasa las diferentes etapas de la pareja. Ah! Melody relata los inevitables celos de él. Gainsbourg la encara con su voz honda y bañada en nicotina: “Si me mientes, no sé lo que te haré”.
- Ramones, Judy Is a Punk (1 minuto, 30 segundos)
Los tres primeros álbumes de los Ramones incluyen varias canciones de menos de dos minutos. Judy Is a Punk pertenece a su primera obra, de 1976. En la pieza, deliciosa y cero ruidosa a pesar de hablar de una chica punk, se aprecia la pasión de Joey Ramone (cantante y compositor del tema) por los grupos femeninos de la Motown (The Marvelettes, The Supremes, Martha & The Vandellas...): los coros, las palmas, el menos es más, la melodía ante todo.
- Nacha Pop, Mujer de cristal (1 minuto, 23 segundos)
La canción que cierra el primer disco de Nacha Pop, de 1980, quizá el mejor de la nueva ola española junto al debut de Los Secretos y a El último bar, de Mamá. Mujer de cristal impulsa un rocanrol veloz, de cuando Antonio Vega cantaba desaforado. Luego se volvió introspectivo e igualmente fundamental.
- The Jam, All Mod Cons (1 minuto, 18 segundos)
Paul Weller era el líder de The Jam, y seguramente por eso sabía que el trío era un equipo que funcionaba bien cuando dejaba protagonismo a la creativa facción rítmica, el bajista Bruce Foxton y el baterista Rick Buckler. Prueba de esta sociedad es este tema que, a pesar de su brevedad, muestra las fortalezas del trío. La pieza abre y da nombre al tercer trabajo de los ingleses, All Mod Cons (1978), y la letra da cera con ironía a los tiburones de la industria discográfica: “Libertad artística, haz lo que quieras, pero asegúrate de que el dinero no se acabe”, protesta Weller.
- Janis Joplin, Mercedes Benz (1 minuto, 45 segundos)
Existe consenso en que esta pequeña perla de 1 minuto y 45 segundos constituye la última grabación de Janis Joplin. Se registró el 1 de octubre de 1970 y la cantante murió de una sobredosis de heroína tres días después, a los 27 años. Mercedes Benz es una pieza a capela que ni siguiera se sabe si Janis quería publicarla en el disco que estaba grabando, Pearl. Pero se incluyó en el que sería su trabajo póstumo porque la cantante falleció cuando el álbum aún no estaba completado y se precisaba de todo el material disponible. En cualquier caso, la voz de Joplin, llevando el ritmo con el golpeo de su zapato en el suelo, estremece. En la canción, de carácter góspel, Joplin ansía un coche de lujo: “Oh, Señor, ¿me comprarías un Mercedes Benz?/ Todos mis amigos conducen Porsches, debo compensarlo”. Con ironía, la cantante la introduce así: “Me gustaría hacer una canción de gran trascendencia social y política que diga así…”.
- Sui Generis, Estación (1 minuto, 27 segundos)
El inicio de la carrera de Charly García, imprescindible del rock argentino, con el grupo Sui Generis, dúo que formó con Nito Mestre. Estación, bella, evocadora y adorablemente ingenua, forma parte del primer disco del dúo, el ya legendario Vida (1973). Eran chicos de 20 años creando el rock argentino con todo en contra en un país militarizado deseoso de reprimir a aquellos melenudos.
- Chuck Berry, Let It Rock (1 minuto, 42 segundos)
Muchos conocimos este tema de Chuck Berry por la interpretación de los Rolling Stones: en la versión española de Sticky Fingers (1971), los censores suprimieron la drogota Sister Morphine por este Let It Rock. Berry la publicó en 1960, en ese periodo desaforado de composición donde creo las bases del rock and roll. Con el comienzo clásico de su punteo, en tan poco tiempo logra incluir hasta tres solos: dos con sus pellizcos a la guitarra y otro protagonizado por el pianista Johnnie Johnson, al que algunos maledicentes afirman que Berry copió algunos de sus riffs más famosos.
- The Jimi Hendrix Experience, Ain’t No Telling (1 minuto, 47 segundos)
Jimi Hendrix era capaz de convertir una pieza de pequeña duración como esta en una compleja canción de funk and blues en la que pasan mil cosas. Incluida en el segundo disco de The Jimi Hendrix Experience, Axis: Bold as Love, conviene escucharla con auriculares para apreciar cómo se las gastaba el guitarrista en un estudio: los riffs y los punteos viajan del lado derecho al izquierdo para goce del oyente inquieto.
- Pink Floyd, The Show Must Go On (1 minuto, 36 segundos)
La canción que abre la cuarta y última cara de The Wall (1979), la inmensa obra de Pink Floyd. Una pieza hermosa que recuerda las virguerías vocales de los Beach Boys, que era precisamente lo que buscaba Roger Waters, el compositor. Tanto, que el líder de Pink Floyd solicitó los servicios en los coros de Bruce Johnston, aterciopelada voz de los Beach Boys. El tema lo canta David Gilmour y, qué curioso, el creador, Waters, no participa en la ejecución.
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