Alerta de posibles desmayos: la Royal Shakespeare Company pone en escena un nuevo ‘Tito Andrónico’ plagado de sangre y violencia


¿Dónde está el límite de violencia y sangre para que una obra pierda su sentido trágico y se convierta en una carnicería gore? Ocurrió con el filme dirigido por Mel Gibson, La Pasión, donde el empeño por reflejar hasta el mínimo detalle el calvario de Jesucristo echó atrás a muchos espectadores. La Royal Shakespeare Company (RSC) ha decidido estos días poner en escena, una vez más, la obra más sanguinaria del bardo inglés, Tito Andrónico, y ha convertido el escenario de Stratford-upon-Avon en un matadero, con sistemas de drenaje para evacuar los litros de sangre falsa derramados durante la actuación.
“Por decirlo en una frase, pasas de meditar sobre el significado de la tragedia en relación con la naturaleza humana a calcular cuántas fregonas son capaces de manejar entre bambalinas los actores del reparto”, bromea el director de la obra, Max Webster, en declaraciones a la BBC.
Tito Andrónico es una de las primeras tragedias escritas por William Shakespeare, y con toda seguridad la más violenta. En su época (entre 1591 y 1592), presenciada por un público popular, el éxito fue notable. Más tarde, el refinamiento victoriano retiró del repertorio una obra que rozaba un innecesario mal gusto. El siglo XX, sin embargo, con su propia carga de violencia, resucitó el interés por esta historia.
El general Tito Andrónico regresa a Roma después de derrotar a los godos del norte. Trae con él a la reina Tamora y a sus hijos. Para celebrar su victoria, sacrifica a Alarbo, uno de los hijos de la cautiva. Cuando el destino reparte de nuevo las cartas, y Tamora acaba convertida en nueva emperatriz del Imperio Romano, tras su matrimonio con Saturnino, se desata una venganza plagada de mutilaciones, sangre y canibalismo. Los hijos de la emperatriz violarán a la hija de Tito, y le cortarán las manos y la lengua para que no pueda contar su humillación. La tragedia concluye con 14 asesinatos, incluidos el del propio Tito y el del emperador, y con los dos hijos de Tamora convertidos en carne de un pastel que será servido en la cena final.
Simon Russell Beale, que a sus 64 años es uno de los actores más prestigiosos de la RSC, convenció a Webster para llevar una vez más a escena la tragedia, e interpreta el papel de Tito Andrónico. El escenario tiene un aire de actualidad, pero se ha evitado cualquier referencia expresa a un conflicto actual, o caer en el abusado cliché de utilizar soldados estadounidenses en lugar de romanos. En cualquier caso, la cercanía de masacres como la del 7 de octubre perpetrada por Hamás en Israel, la guerra de Gaza o la invasión rusa de Ucrania laten en cada escena cruel de la tragedia.
“Hay algunas obras del canon shakesperiano que rozan la inaceptabilidad, y Tito Andrónico es una de ellas. No entiendo tanta violencia, y no entiendo por qué el público se siente tan estimulado, excitado y desafiado por ella. Es algo implacable”, ha explicado al diario The Guardian el actor, que acumula en su trayectoria profesional tres premios Olivier, dos Bafta y un Tony.
“Han llegado a construir un sumidero alrededor del escenario [para poder evacuar los litros de sangre derramados]. Para mí, eso es más terrorífico que cualquier otra cosa. Me recuerda a las prisiones que vimos en Siria después de la caída del régimen de Assad, y todas las historias que contaron los que acudieron de nuevo a las salas donde habían sido torturados”, reflexiona Russell Beale.
A lo largo de los años, han sido muchas las puestas en escenas de la obra, con protagonistas como Laurence Olivier, Patrick Stewart, Brian Cox, David Bradley y hasta Anthony Hopkins en una adaptación al cine. Pero en la mayoría de ellas, los actos de violencia son más sugeridos que explicitados; se ha pretendido incluso suavizar la crueldad con efectos estéticos bellos, como los hilos rojos que cuelgan en vez de las manos amputadas de Lavinia.
La nueva producción de la RSC ha convocado a un numeroso público, imantado por esa atracción inexplicable que sigue produciendo la violencia irracional. Y la compañía se ha visto obligada a alertar de posibles mareos y desmayos. “Es importante lanzar ese aviso sobre la dureza del contenido, para que la gente tome una decisión informada sobre si quiere o no ver la obra. Y su luego se desmayan, que se desmayen”, dice a la BBC el director Webster.
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