Su Santidad en chándal

"Imagínate al papa en chándal, ¡chándal!". Lo cantaban Mamá Ladilla en 2005, pero tuvimos que esperar hasta 2023 para que se hiciera realidad. Y, de repente, la imagen que dio la vuelta al mundo: El papa Francisco vestido con un abrigo choni de Balenciaga. La tenías en WhatsApp, en las stories de Instagram, en las portadas de los periódicos y en Twitter dando vueltas y vueltas. La imagen pasará a la historia como la primera creada por una inteligencia artificial generativa que se hizo viral y que todos nos creímos. Entonces sonaba muy lejos Midjourney, una de las herramientas de IA más utilizadas en la actualidad y el chaval que la hizo contó que estaba hasta arriba de setas alucinógenas. Después de un primer debate sobre los riesgos de la IA, a todos nos pareció una historia divertida, que abría posibilidades aún más divertidas. Era una imagen hecha para el mundo contemporáneo: un papa buenrollero, un papa a la moda, un papa hortera (que ya sabemos cómo nos gusta un rey campechano y un buen papa hortera).
Otra cosa no sé, pero Bergoglio parece que fue enviado para mostrarnos los caminos inescrutables de la Inteligencia Artificial, porque también pasará a la historia como el primer papa que resucitó. Al menos virtualmente. La horterada kitsch de vídeo que han hecho a la muerte del papa con Jesucristo viajando por los cielos, haciéndose selfis, yendo a visitar a María Magdalena y convirtiendo el agua en vino, lejos de ser una genialidad, pone encima de la mesa el debate (ultra necesario) sobre el descanso de los muertos y los duelos contemporáneos, que explora de una manera lucidísima Raquel Fernández en su reciente ensayo Inmortalidad digital. Colonizar el planeta Muerte. Hasta hace poco, dice Raquel Fernández, nadie pensaba que habría que legislar sobre el derecho a desaparecer, pero es posible que lo tengamos que hacer en un futuro. También dice que un muerto solo nos debería enseñar a morir.
Volvamos al inicio, porque el chaval que hizo la imagen viral del papa Francisco con el abrigo de Balenciaga, aseguró que había empezado a usar la IA después de un duelo dificilísimo por la muerte de su hermano. Empezó generando imágenes con su hermano muerto y terminó poniéndole un abrigo al papa. Ya ha dejado de ser una historia divertida, ¿a qué sí?
Los vacíos y las tristezas contemporáneas han encontrado en la IA una herramienta de acompañamiento, que se puede convertir en todo lo contrario. Ya podemos resucitar a los muertos, la pregunta que viene ahora es si también sabremos dejarlos morir.
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