Cuando tal día como hoy, cien años después, la violinista se transforma en 'Pierrot Lunaire'

La Barcelona de hace cien años, tan (o más) culta y avanzada en lo musical que la de hoy, recibía a Arnold Schönberg con auténtica devoción. La Associació de Música Da Camera organizó un festival con su música y el compositor vienés no dudó en acudir a dirigirla personalmente. Estrenó Pierrot Lunaire el 29 de abril de 1925, en el Palau de la Música Catalana, diez años después de su estreno en Berlín. Y hoy (20 h), justo un siglo después, la apasionada y apasionante violinista Patricia Kopatchinskaja la brindará en la misma sala, dentro de BCN Clàssics, con ella transmutada en el Pierrot.
Lee también“Es la pieza más absurda que he visto”, comenta la artista moldava, quien en esta ocasión deja el violín para ponerse en la piel del Pierrot y cantar... o más bien para declamar al estilo sprechgesang los 21 poemas o melodramas que la conforman. “La llevamos interpretando 18 veces [desde 2017] y siempre descubro nuevos errores, motivos de fascinación, estructuras increíbles, vivas como una fuente que baila según sopla el viento. ¡Es una pieza viva!”, añade.
“Es la obra más absurda que he conocido. Está viva, siempre descubro nuevos errores y otros motivos de fascinación”“Para Schönberg, siempre es Pierrot, nunca ‘él’ o ‘ella’. Interesante, o quizá no importe, pero de alguna manera es un payaso que experimenta diferentes constelaciones en su vida o en su fantasía. Tampoco está claro, porque algunas son tan grotescas y surrealistas que no sabes qué está pasando en realidad: mata a alguien, hace un agujero en el cráneo y fuma a través de él... De repente toca la viola, no sabemos por qué, y luego la arroja. Uno no sabe si es amistoso, si es peligroso, si está haciendo bromas o en realidad no. En una pieza se cuelga, pero le gusta tanto que no sabemos cómo abordar esa escena. En otra, habla con una luna enferma. O se enamora de una colombina. El Arlequín nunca aparece aquí, lo cual es interesante, viniendo de la Commedia dell’arte. Yo esperaría algo diabólico, pero Arlequín no está aquí. Tampoco Pantaleón ni el Doctor”.

Schönberg regresó a Barcelona un lustro después y se instaló con su familia en la ya famosa casa de Vallcarca
Kopatchinskaja interpreta la obra con cinco músicos: Meesun Hong, violín y viola; Júlia Gállego, piccolo y flauta; Reto Bieri, clarinete; Thomas Kaufmann, dello, y Joonas Ahonen, piano. De hecho, fue Gállego quien tuvo la idea. Y Llorenç Caballero, el promotor que la monta en Barcelona. “Hacerla aquí el mismo día pone la piel de gallina, pasaremos a ser parte de la historia”, dice la artista.
La obra conduce a ese grupo de artistas a reflexionar sobre el poder del arte auténtico, sin buscar la aprobación del público, y sobre cómo Pierrot y la KammerSymphonie representan la evolución de la música respetando sus raíces. Todo el proyecto se describe como una celebración del arte libre, profundo y comprometido.
Lee también“Somos músicos serios –dicen–, tocamos en escenarios importantes con grandes orquestas y directores. Pero esto lo hacemos solo por nuestra alma, como un circo, como volver a ser niños y descubrir cuál será nuestro próximo juego. Mantiene nuestra fantasía viva. También es curioso hacer paralelismos con lo que pasa hoy. Recuerdo haberlo tocado en Gotemburgo, con teatro de sombras: Stalin y Putin bailaban juntos en la Kaiser-Walzer ”.
“Schönberg se divirtió tanto con esta obra –prosigue Kopatchinskaja– que no pudo limitarse a uno, dos o tres instrumentos. “Siempre quería expandirse, necesitaba más colores aquí y allá. El clarinete, por ejemplo, debe tener tres versiones distintas. Él decía que era como vivir con tres esposas. Pierrot debe transformarse en muchas figuras, es un viaje loco que nunca dejará de fascinarnos”.
Lee tambiénLa obra se acompañará, como entonces, de la Sinfonía de Camera del mismo Schönberg. El público del Palau recibirá una réplica del programa de mano original, de 1925, con comentarios de Alban Berg sobre la Sinfonía, y los de Robert Gerhard, con quien Schönberg conectó en Viena, sobre el texto y la música de Pierrot Lunaire.
Aquella era una época dorada para Barcelona. Estaba muy bien conectada y al día de todo lo que ocurría” Mercedes Condedirectora adjunta artística del Palau de la Música
Aquella era una época dorada para Barcelona. Iba camino de convertirse en foco de proyección, mirando a Europa. “”Estaba muy bien conectada y al día de todo lo que ocurría -asegura la directora adjunta artística de Palau, Mercedes Conde-. Stravinski, Ravel... acudían como compositores, directores o intérpretes. Y era un descubrimiento constante de obras nuevas, pues lo habitual era escuchar obra contemporánea. Y en este programa se advierte que la Associació Da Camera anunciaba este concierto y, en letra más pequeña, indicaba que habría también obras de Mozart y Schubert”.
Espero que conciertos como ese ayuden a derribar prejuicios y a ver cuán extraordinaria y fascinante es la música de Schönberg” Joan Magranécompositor y experto en Schönberg
Aquel mismo 1925 se estrenaba en el Palau el Concierto para violín de Alban Berg, un ejemplo del interés que había por la música del momento y también un indicativo de la calidad del público de la época. Si bien la guerra dio al traste con todo. El compositor Joan Magrané, experto en Schönberg, introducirá en el concierto de hoy ambas piezas, que pertenecen a la última etapa de la atonalidad emancipada y la llegada de la atonalidad libre. “Espero que conciertos como ese ayuden a derribar prejuicios y a ver cuán extraordinaria y fascinante es la música de Schönberg”, concluye.
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