Elena Poniatowska: Kenia Pulido, promotora cultural

Kenia Pulido, promotora cultural
Elena Poniatowska
A
lo largo del tiempo, he seguido con cariño a la admirable Kenia Pulido, quien tiene un corazón gigantesco que la hace inclinarse sobre las causas sociales. Nada tiene que ver con quienes presumen su talento y su generosidad, pero es un extraordinario ser humano capaz de regalar su sayal a quien se lo pida.
–Soy Kenia Giselle Pulido Elizalde. Soy promotora cultural de la ciudad de México de la Fábrica de Artes y Oficios (FARO) Cosmos. Me dedico a las vinculaciones interinstitucionales para la difusión y promoción de la cultura comunitaria.
“Vengo a contarle lo que hacemos los jóvenes promotores culturales en la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México. Estamos en recintos como FARO Cosmos, FARO de Oriente, FARO de Aragón; también estamos en la calle. Existía la estrategia Barrio Adentro, en la que salíamos a las colonias más vulnerables, o “zonas rojas”, para llevar actividades culturales y recreativas a jóvenes y a niños.
–¿Son bien recibidos?
–Trabajé en Barrio Adentro un año y jamás me recibieron de forma agresiva o violenta. En algunas ocasiones, las personas sí se acercan a comentarnos qué les molesta del gobierno de la ciudad, sobre todo porque nos identifican, ya que llevamos el chaleco de la Secretaría de Cultura y dice “Ciudad de México”.
–¿Es un chaleco guinda?
–La mayoría de los chalecos de las instituciones son del mismo color y la gente no sabe diferenciar entre una secretaría y otra. Se acerca para que resolvamos sus dudas y lo hacemos con tanto gusto que jamás hemos recibido una agresión. Nos preguntan dónde y cuándo vamos a dar becas, o se quejan, y también nos hacen sugerencias.
–¿No hay burlas o bromas pesadas?
–Jamás hemos recibido una agresión. Nos preguntan dónde vamos a dar becas o recibimos quejas como: “en vez de dar talleres culturales, deberían arreglar el Metro”.
–¿Los confunden con ingenieros?
–No, pero es un tema complicado, porque somos 3 millones de personas que usamos el Metro todos los días; lo que más hay son pasajeros quejosos, porque la Ciudad de México está sobrepoblada. El sistema de transporte público no puede cubrir las necesidades de una urbe tan poblada. Como ciudadana, intento explicar a la gente, pero también entiendo que el presupuesto que se otorga a la Secretaría de Cultura es distinto al que se otorga a la de Transporte para el arreglo del Metro. Muchas veces se acercan a nosotros comentándonos sus inquietudes que no tienen nada que ver con temas culturales. Cuando trabajábamos en Barrio Adentro, íbamos a zonas de drogadicción y la gente nos decía: “Está bien que vengan a trabajar con los niños, pero, ¿qué están haciendo para evitar que existan estos puntos de venta públicos y al alcance de cualquiera?”
–Encones, ¿qué hacía concretamente Barrio Adentro?
–La iniciativa era que los niños y niñas fueran a tomar talleres en esos puntos para tratar de evadir la violencia. Nos dedicamos al arte y la cultura, si bien estamos ahí para atender en la medida en que es posible situaciones sociales indeseables.
–¿Cuántos son y quiénes son sus jefes inmediatos?
–Digamos que la jefa inmediata es la secretaria de Cultura de la ciudad de México, Ana Francis Mor. La estrategia Barrio Adentro ya no existe, la teníamos con la anterior secretaria, Claudia Curiel de Icaza, quien ahora dirige la Secretaría de Cultura federal. Nosotros promovíamos el arte en puntos de violencia, y resultó difícil. Dábamos talleres de arte a los niños: pintura, actuación. En diciembre, con nuestros recursos, porque muchas veces no había dinero, llevábamos el material; dependía del tallerista y su compromiso.
–¿Cuál es el suyo?
–Yo pinto, llevaba pinceles y acuarelas y se los daba a los niños, y les enseñaba cómo usarlos. Cuando había presupuesto, sí podíamos comprar las cartulinas y ellos pintaban con gusto.
–¿Ustedes reciben un sueldo?
–Como es un programa social, recibimos un apoyo. Los talleristas reciben 10 mil 600 mensuales.
–Es muy buen apoyo.
–Sí y lo agradecemos, porque muchos de nosotros, como promotores culturales jóvenes, tenemos la esperanza de cambiar las cosas. Entre el programa de TAOC (Talleres de Artes y Oficios para el Bienestar Comunitario) y el de Promotores Culturales para el Bienestar, creo que somos alrededor de mil 500 personas de todas las edades. La Secretaría de Cultura es nuestra empleadora. Me gustaría que a los jóvenes nos dieran más oportunidades de seguir creando, de seguir aprendiendo y trabajando con el talento natural de los jóvenes y niños que pululan en los barrios más pobres.
“Yo hago proyectos culturales comunitarios en los que invito a artistas urbanos, emergentes y consagrados para que actúen en espacios públicos. Me dedico a difundir y promover en comunidades en las que no existe el privilegio de exponer. Conozco a los artistas y les abro un espacio. He trabajado con el Sistema de Teatros de la Ciudad de México, con el Museo del Pulque y el Yankuik, en la FARO Cosmos organizo exposiciones.”
–¿Cómo? ¿Buscas artistas y lugar para exponerlos?
–Las dos cosas, los localizo y los exhibo. Si voy a un acto y veo a un chico haciendo malabares en la calle, lo invito. No sólo trabajamos con pintores, sino con danzantes, cirqueros, saltimbanquis; cuando me subo al camión y veo a un chico rapeando, lo invito y le doy seguimiento.
–Eres una cazatalentos.
–Mi finalidad es promover el talento de la comunidad más pobre, la de menos oportunidades para los jóvenes.
–¿Cómo aprendiste a ser promotora cultural?
–Soy de Iztapalapa. Desde niña, quise ser artista, pero mis papás me decían que no iba a vivir de eso. Estudié sicología Social en la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco. Mi sueño era ser artista; soy experta en danza hawaiana y tahitiana; estudié arte dramático en la Prepa 2 de la Universidad Nacional Autónoma de México (mi mamá me dio permiso de hacerlo siempre y cuando sacara buenas calificaciones). Las tuve siempre y aquí estoy. En la carrera de sicología me especializo en el entorno social, me apasiona entender cómo el entorno afecta a nuestra salud mental; la situación socioeconómica es un detonante de nuestro destino en la vida.
–¿Cómo sabes de qué manera dirigirte a la gente?
–Yo no tenía sentido de pertenencia, casi no tenía amigos. Cuando platico con la gente, me dice: “Yo salía con mis amigos de la cuadra a jugar futbol” o “Mis cuates de la primaria iban a mi casa”; yo nunca pude vivir algo así. Sólo una vez festejaron mi cumpleaños. No conviví con amigos o vecinos, aunque tengo dos hermanos, pero ellos tampoco salían. A los 12 años me diagnosticaron depresión. Nadie entendía qué me pasaba hasta que empezó a gustarme el rock argentino. No sé si es distinto al mexicano, pero me salvaron el rock y el ska.
“El ska es género que nació en Londres y se replica en Latinoamérica con sazón latino. Habla de luchas sociales, de desigualdad. La canción de Los Fabulosos Cadillacs, La historia de León Santillán, me sedujo porque es un luchador social al que persigue la patrulla, y esas letras me movían, además de que el ritmo me gustó mucho, porque lo escuché desde los 12 años.
“A los 18 años viajé a Argentina, trabajé ocho meses, buscando el sentido de pertenencia, que encontré en 2017 con las protestas contra Macri por las pésimas pensiones a adultos mayores. Llegué a un barrio que se llama Retiro, como el Tepito de aquí, y participé en todas las protestas, porque empecé a trabajar de capturista de datos y me pagaban bien; tuve la gran ventaja de que podía trabajar mientras viajaba. Estuve en las protestas de 2019, cuando intentaron cambiar la constitución de Chile. Ahí nació mi acercamiento con la gente.”
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