La otra 'movida': los años en que floreció el underground en Tortosa

Ciudad de tradición conservadora, con fama de cerrada, patricia y clerical, en un privilegiado cruce de caminos a orillas del final del río Ebro, Tortosa se quiso transformar en la década de los ochenta de la mano de la contracultura, aprovechando el impulso y el deseo de abrir por fin las ventanas en el adiós de la dictadura franquista.
Al tiempo que en Madrid irrumpía la movida, en Tortosa, tanto tiempo adormecida, surgió un movimiento artístico, de fuerte arraigo social, protagonizado por jóvenes nacidos en los años sesenta, culturalmente inquietos, que no habían sufrido en primera persona la represión franquista. Tenían ganas de cambiarlo todo.
Se formaron una veintena de bandas de estilos musicales como el punk o el rock, e irrumpieron creadores de múltiples disciplinas.
La poesía visual, el teatro o la pintura, con nombres como Toni Gonzàlez (1954-2018) o Emili Clari (1958-2019); artistas plásticos, como el ilustrador de fama mundial Ignasi Blanch (1964), cineastas (Juan Cruz) o fotógrafos (Paco Espinach o Jep Colomé).
Un boom surgido a contracorriente, en una sociedad que observaba con recelo los aires de cambio, con vistas a un río Ebro donde lucía, sin rubor, el aguilucho franquista.

El grupo La familia Armando Ruido, en plena actuación
EBRE-INFORMES / ARCHIVOUn cóctel cultural y social que sorprendentemente apenas se ha estudiado ni relatado en los últimos 40 años. Hasta la publicación de un libro, Tortosa underground (1979-1990), publicado por Onada Edicions, escrito a cuatro manos por uno de sus protagonistas, Cristian Porres, músico, poeta visual y diseñador gráfico, y una periodista local, Marina Pallàs, que por edad no lo vivió pero sintió gran curiosidad.
“Fue una década muy rica, creativa y turbulenta, con el nacimiento de muchas cosas importantes por explicar. Fue una década prodigiosa, con la eclosión de grandes libertades y con mucha fiesta”, destaca Pallàs. “Si tuviese un superpoder, escogería volver a 1984”, añade.
Si lo hiciese, se encontraría con una Tortosa en convulsión, al margen de los engranajes institucionales. “Nosotros queríamos cambiar el mundo”, avanza Porres, que lo vivió en primera persona como integrante de uno de los grupos de más impacto (Valium 10). “Hemos querido recuperar la memoria de los desheredados, como los define Toni Chaney, a menudo ignorados por el desprecio de la sociedad tortosina”.
“Fue una década muy rica, creativa y turbulenta. Una década prodigiosa, con la eclosión de grandes libertades y con mucha fiesta” Marina PallàsPeriodista, autora de Tortosa underground (1979-1990)
¿Cómo evolucionó aquel movimiento? ¿Tuvo éxito? ¿Trascendió más allá de Tortosa y las Terres de l’Ebre? ¿Qué quedó de todo aquello? El libro se ha publicado este abril y ha tenido enorme éxito por Sant Jordi en Tortosa. Hay mucho interés y curiosidad por revivir todo aquello.
“Nos dimos cuenta de que es un periodo muy poco documentado en la historia de Tortosa, mucha gente conoce la movida de Madrid, la más célebre, lo que pasó en Barcelona o València, pero lo que sucedió en Tortosa no se había explicado ni abordado”, destaca Pallàs.
Su trabajo ha servido para recuperar las vivencias y reflexiones de los propios protagonistas. Es fruto de un trabajo laborioso de varios años.
La periodista tortosina Maricel Chavarría (1967), de La Vanguardia , lo vivió y relató a través de sus primeras crónicas culturales (Ebre-Informes) en conciertos de grupos como los Valium 10, de Cristian Porres y Manel Segarra; los Landlord, de Carlos Chavarría y Paco Prieto, o los mods de Quadrophenia. “La escena musical sería, en última instancia, la razón de ser de la Moguda de Tortosa”, sostiene.

La banda tortosina Valium 10, de Cristian Porres y Manel Segarra
EBRE-INFORMES / ARCHIVO“Los grupos de rock y pop surgían de la nada, y avanzaban con una mano delante y otra detrás a pesar de los comentarios de burla y el escepticismo típicamente local, siempre dispuesto a desmoralizar a todo aquel que se atrevía a artistear ”, recuerda Chavarría.
Una de las virtudes de Tortosa underground es que es una obra coral. Los autores han entrevistado durante más de dos años a más de setenta personas. “No todo el mundo estaba dispuesto a participar, lo que es comprensible. Hay puertas que no se han abierto, no pasa nada”, reflexiona Porres.
De la mano de aquella movida contracultural surgieron los primeros movimientos feministas (Col·lectiu de Dones de Tortosa), las ganas de liberarse y expresarse sexualmente después de cuarenta años de represión. La experimentación con las drogas, los excesos de la noche tortosina, la irrupción del sida y todos sus tabús forman parte de una misma historia.
El cineasta barcelonés Juan Cruz (1966), ganador de un Goya (Tapas), pasó dos años de su adolescencia en Tortosa coincidiendo con todo aquello. Es uno de los prologuistas del libro. Él cambió su Hospitalet de Llobregat por el Baix Ebre cuando tenía 15 años.
Tuve el privilegio de ver aquella Tortosa moderna. Yo venía de la rumba heavy de l’Hospitalet, un poco quinqui, y entré en mundos como el cómic, la literatura... Fueron dos años maravillosos, me marcaron” Juan CruzCineasta, ganador del Goya por 'Tapas'
“Tuve el privilegio de ver aquella Tortosa moderna. Yo venía de la rumba heavy de l’Hospitalet, un poco quinqui, y entré en mundos como el cómic, que después me llevó a la literatura y a la escritura de programas de televisión, series o películas. Tiene que ver con lo que viví en Tortosa, fueron dos años maravillosos, me marcaron”.
Tortosa quiso ser underground y lo logró durante una década maravillosamente rompedora e ilusionante. No cayó en saco roto. Algunos de los artistas surgidos en aquella época hicieron carrera por su cuenta y una parte ha tenido recorrido y trascendencia dentro y fuera de las Terres de l’Ebre.
A nivel social, el inicio de los movimientos feministas fueron una semilla de lo que ha venido después dentro y fuera de Tortosa. Muchos de los sueños de cambio radical acabaron por diluirse.
“Nosotros queríamos cambiar el mundo, pero al final el sistema nos ha llevado a ser adultos responsables: queríamos quemarlo todo para volver a construirlo”, hace balance Porres.

Chaney Group, en 1979: se la consideró primera banda underground de la ciudad
EBRE-INFORMES / ARCHIVO“Sí que es verdad que ha quedado el movimiento feminista, que empezó entonces, la lucha LGTBIQ que no existía y se creó en aquella época, y sobre todo las sensibilidades: ser consciente de que hay gente que puede crear otras cosas al margen del mainstream y del sistema”, añade Porres. “Eran voces disidentes, mujeres entonces chicas muy jóvenes y valientes que empezaron a luchar por los derechos de las mujeres, igual que en el colectivo LGTBIQ, personas que querían empezar a hacer un mundo mejor, más justo”, añade Pallàs.
El libro rescata historias maravillosas, poco conocidas, de pioneros como José María Curto, impulsor del primer pub gay de las Terres de l’Ebre, el Broadway, en Jesús (Tortosa). En 1979 ya se anunciaba como el primer pub gay del Baix Ebre.
Los encuentros se producían en los bares (Stress, Negresco o Sprint), en los pubs (Broadway, Bugatti, Cristal o Manila) y de forma espontánea fue surgiendo la movida tortosina y sus ganas de zarandear los cimientos de una sociedad anclada en el pasado. Muchos de los lugares han desaparecido.
“Los puntos de encuentro son puntos de creación, allí te encontrabas con muchísima gente y de cada charla salía una idea”, recuerda Arturo Gaya (Quico el Célio, el Noi i el Mut de Ferreries), con la mirada puesta en el mítico Casal Tortosí.
El libro me ha servido para recuperar mi relación con Tortosa, que era de amor y odio. Salí escopetado de Tortosa con 20 años, pensando que era un agujero; quería ser una estrella del rock” Victor PorresCantante de Valium 10
“Lo que hicimos fue muy grande”, recuerda Porres. “El libro me ha servido para recuperar mi relación con Tortosa, que era de amor y odio, turbulenta. Yo salí escopetado de Tortosa con 20 años, pensando que era un agujero; quería ser una estrella del rock and roll, lo intenté”, recuerda.
“Fue una época en la que se abrieron las ventanas, se fue la caspa, lo vivimos como una explosión absoluta de libertad. Hubo un cambio importante en la forma de vivir. Pensábamos que se había ido para siempre, pero son luchas que no podemos dejar, la caspa ha vuelto”, alerta Cruz.
Otra de las virtudes de Tortosa underground es la recopilación de una gran cantidad de material gráfico, con fotografías de la época, una parte inéditas, en una pequeña muestra ofrecida generosamente por los autores para ilustrar en La Vanguardia este viaje.
“El joven con sueños por las calles de Tortosa ahora puede confirmar que todo tenía sentido y que allí encontramos color y un itinerario lleno de muchos dibujos. Había magia”, relata el ilustrador Ignasi Blanch (Roquetes, 1964), único representante español en el proyecto internacional East Side Gallery para pintar el muro de Berlín, entonces entre la adolescencia y la juventud.
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