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¿Qué han hecho los griegos por nosotros? (Dejarnos su lengua, entre otras cosas)

¿Qué han hecho los griegos por nosotros? (Dejarnos su lengua, entre otras cosas)

La mayor parte de las palabras que utilizamos los hablantes de lenguas románicas proceden del latín, que al mismo tiempo nutrieron copiosamente a las lenguas germánicas y eslavas. Hoy Europa se alimenta de anglicismos, nos desbordan. Y unas lenguas los aceptan como esponjas, y otras, como el francés, se defienden como gato de espaldas, pero no siempre con éxito. Sin embargo, ignoramos o sabemos poco acerca de cómo el griego nutrió al latín y a las lenguas neolatinas, y también al inglés, con préstamos en los más diversos campos del conocimiento.

Nueve siglos a.C. el griego ya existía. Utilizaba una escritura inteligente inspirada en el silabario consonántico fenicio. Un avance gigante gracias a un gesto insignificante, el añadido de las vocales. El cambio fue asombroso. Ya no hacían falta largos años de aprendizaje. Las palabras se formaban con un sencillo repertorio de grafías o letras tan fáciles de memorizar que cualquier interesado aprendía a leer y escribir en poco tiempo. Fue la chispa que prendió la llama del desarrollo cultural griego.

Desde entonces hasta hoy el esquema no ha dejado de estar vivo en alfabetos inspirados en el griego a través del etrusco como el abecedario latino hacia el siglo VI a.C. y el azbuka cirílico en el siglo IV d.C. Y lo extraordinario es que su estructura se adapta a la mayoría de las lenguas del mundo gracias a la expansión del español, del portugués, del francés y del inglés que han llevado los caracteres latinos a 66 lenguas tan distantes como el vietnamita y el guaraní, pero también a hablantes de otras muchas. Desde entonces no ha habido invento alguno que supere a la escritura griega y sus continuadoras.

La cultura griega tuvo una influencia tan vasta que dejó una marca permanente en las lenguas. Se lo debemos a que se echaron al mar en busca de tierras más generosas, y se interesaron por Asia Menor (actual Turquía), por la llamada Magna Grecia (sur de Italia), por Sicilia, por la costa mediterránea de las Galias, también por la península Ibérica. Entre los siglos VIII y VI a.C. fundaron colonias allí donde los otros dueños del mar, que por entonces eran los fenicios, se lo permitían. Aquellos asentamientos fueron enclaves de trueque o escalas de rutas, y no territorios coloniales, pues no tenían inquietudes expansionistas.

La cultura griega tuvo una influencia tan vasta que dejó una marca permanente en las lenguas

El cambio de escenario tuvo lugar hacia el 330 a.C. cuando el líder militar Alejandro Magno preparó un ejército y se arrojó a la conquista y expansión. En una docena de años había vencido a todos los imperios de su entorno: Persia, Fenicia, Egipto… Llevaba al griego en las alforjas de sus soldados y lo repartió por Asia y Oriente Medio primero en boca de la clase dirigente, después en la administración y de ahí pasó al pueblo. En su campaña militar, la más admirada por la historia, extendieron sus 40.000 soldados la lengua griega por Anatolia, el Imperio persa, el Mediterráneo, Oriente Próximo, Egipto y Asia Central hasta los ríos Indo y Oxus (hoy Amu Darya). Promovió la integración de los pueblos sometidos y favoreció los matrimonios mixtos. Sembró una lengua habilitada para el pensamiento y un léxico copioso a modo de despensa que nos ha regalado tantas cuantas palabras hemos ido necesitando.

En el año 146 a.C. Grecia es conquistada por los romanos. Esta vez la lengua de los conquistadores no sustituyó a la de los vencidos. Los vencedores, reverentes ante un código gigante que ofrecía más posibilidades que la lengua propia, se sirvieron de ella y la aprendieron con veneración hacia su arraigo cultural. Nadie piensa que las lenguas necesiten un especial impulso para mantenerse por encima de todo, sino en la naturalidad que acerca a un individuo al mejor instrumento de uso. Los romanos se impregnaron de lo griego, lo admiraron, se sirvieron para acceder a la cultura helénica y lo añadieron con gusto, y sin el menor recelo, a su patrimonio cultural. La vida de la lengua griega se prolongó favorecida por los romanos. Se enriquecieron con el vocabulario culto y lo expandieron junto al latín.

La élite romana prefería la lengua de los sabios. Cicerón habló griego con el mismo porte que tantos eruditos actuales hablan inglés. Los grandes maestros de ese periodo procedían del dominio helénico, y los jóvenes de familias acomodadas se desplazaban a Grecia para completar su formación con reputados filósofos.

Se inició la decadencia cuando en 1453 Bizancio cayó en poder de los turcos. Pero su presencia no acabó ahí porque Grecia está escondida, aunque no todos los usuarios lo noten, en el caudal léxico de las lenguas europeas. Una de cada cuatro voces de la lengua vehicular de la humanidad tiene sus raíces en el griego. Y hablamos de una lengua germánica que no procede del latín y que tampoco tuvo contacto directo con los griegos.

Sería bueno recordar que el inglés, y otras muchas lenguas europeas, está cargado de helenismos y apenas lo notamos. Tomadas de la despensa griega, las palabras que aparecen en negrita a continuación son voces que el griego ha prestado tanto al español como al inglés, y se han acomodado en ambos patrimonios léxicos.

El aire que respiramos, la atmósfera que nos envuelve, el clima que soportamos, la energía que consumimos, la ecología, tan de moda, y también el horizonte, el océano y el eco son voces griegas. Vivimos en metrópolis, respetamos con entusiasmo la democracia mediante principios éticos y diálogo. Ordenamos el tiempo en cronologías o periodos que llamamos ciclos, décadas, fases, horas, pausas y episodios. Observamos en el cosmos las galaxias, las estrellas y los planetas con el telescopio.

Llamamos a las ciencias con nombres griegos: arqueología, astronáutica, arquitectura, geología, geometría, tecnología, geografía. En física, átomo y electrón; en biología, bacteria y hormona; en matemáticas, esfera, simetría, gráfico, cubo, diagrama, disco, polo… En humanidades historia, geografía, filosofía, lógica, ética, psicología, gramática, sintaxis y sílaba… Las aprendemos en la escuela, mediante programas, estrategias, teorías, tácticas y sistemas. En economía, el euro.

Vivimos en metrópolis, respetamos con entusiasmo la democracia mediante principios éticos y diálogo. Ordenamos el tiempo en cronologías

En el campo de la medicina estudiamos la anatomía y la genética, nos sanamos en clínicas donde nos sometemos a terapias y dietas, y damos nombre a graves enfermedades antiguas como cólera, tifus, tisis, lepra y también modernas como la esquizofrenia entre otras muchas.

La literatura occidental se inició en Grecia, allí nació la inspiración o musa, y también la poesía lírica, la rapsodia, al teatro, la comedia, la tragedia, y el drama, que se escribieron mediante recursos como la metáfora, la ironía y el sarcasmo. Y en el ámbito de la música, ha dejado, en inglés y en español, no lo olvidemos, armonía, sinfonía, ritmo, tono, orquesta, guitarra, himno y coro.

Que hemos dado grandes pasos en tecnología, con máquinas o inventos que mejoran el ocio como el teléfono, el cine, la televisión, la fotografía, el automóvil, el helicóptero y el aeroplano.

También está el griego en un importante número de voces para describir las sensaciones: simpatía, pánico, celos, caos, erotismo, aroma, y para describir la personalidad: carácter, entusiasmo, melancolía, talento, o actitudes como heroísmo, patriotismo, cinismo, narcisismo, fantasía… En Grecia se inventó el mito y la magia, y también la recurrente palabra idiota, que tanto servicio presta. Nos impresiona el misterio, consideramos inalcanzable la utopía y nos sorprende lo hipnótico.

Ha prestado el griego nombre a animales desaparecidos como el dinosaurio y a otros del zoológico como león, pantera, rinoceronte, hipopótamo… en el campo de la religión, dio nombre al libro más conocido, la Biblia, y a misterios como ángeles, demonios, paraíso y estados emocionales como el éxtasis. Una serie de gobernantes de la misma familia es una dinastía, y el principio de algo es el génesis y el final la meta. Identificamos símbolos nos identificamos con ídolos y festejamos los triunfos.

Y le siguen una gran cantidad de palabras que este breve artículo impide reproducir como horóscopo, olimpiada, maratón, idea, néctar, cementerio. Incluso ha dado nombre al topónimo continental más importante de nuestra civilización, Europa. Pocos descubren hoy que la palabra inglesa fishs procede de la raíz latina piscis, como el español peces.

Que el griego antiguo haya tenido tal impacto en el inglés es fascinante. Y como se ha expandido por el mundo, con el inglés han viajado las voces griegas clásicas. Por eso hoy esas palabras que nacieron en la antigua Grecia están, gracias al inglés y al español, francés y portugués, en boca de buena parte de la humanidad en los cinco continentes. Que nadie se espante con las palabras que el inglés presta en nuestro tiempo.

A ver quién le iba a decir a Alejandro Magno que le esperaba un futuro así a la lengua que él y su ejército expandieron.

** Rafael del Moral es sociolinguista experto en lenguas del mundo y autor de la 'Enciclopedia de las lenguas', 'Breve historia de las lenguas', 'Historia de las lenguas hispánicas' y' Las batallas de la eñe', así como de numerosos artículos en revistas especializadas.

El Confidencial

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