Visita al templo histórico de la aviación militar: los secretos del Smithsonian
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La capital federal norteamericana es un destino turístico importante. Entre sus numerosas atracciones hay museos de todo tipo (casi todos gratuitos) alineados entre la avenida de Madison y la de Jefferson (el National Mall) que une el obelisco en honor a Washington y el Capitolio y que se prolonga continua hasta el Memorial de Lincoln.
Para los aficionados a la historia militar, es una parada obligatoria. En el mismo recorrido se pueden visitar el Memorial de la Primera Guerra Mundial, el de la Segunda, el de la guerra de Corea y, el más sobrecogedor, el de Vietnam. Al otro lado del río Potomac, cruzando el puente de Arlington, el sobrecogedor cementerio militar del mismo nombre. Hacia el norte, a muy poca distancia, se encuentra el Memorial del Cuerpo de Marines, con la famosa estatua a los héroes de Iwo Jima levantando la bandera. También visita obligada.
Hay varios dedicados a la aviación en este mismo recorrido. Uno de los primeros es el muy recomendable National Air and Space Museum. Allí podrán ver, entre otras piezas, el famoso Spirit of St. Louis, el avión con el que Charles Lindbergh cruzó el Atlántico en 1927 o el archiconocido aeroplano de los hermanos Wright.
Un anexo para muy cafeterosPero si, como nosotros, son muy cafeteros, su museo es otro. Deben visitar el anexo de Dulles, parte de la Smithsonian Institution, que se encuentra tan solo a una hora en metro y autobús de la capital. No se puede comparar con el de Washington. Allí se perderán con el número, calidad y estado de conservación del material expuesto. Hay que dedicarle un día entero si lo quieren ver bien y disfrutar.
Es el Steven F. Udvar-Hazy Center. Se encuentra al lado del aeropuerto Internacional de Dulles, a unos 45 km de la capital, pero el museo no se encuentra cerca de las terminales. Poder contemplar en perfecto estado de conservación más de 3.000 aeronaves y objetos relacionados con la aviación y el espacio merece el desplazamiento y el tiempo.
El museo, como habrán intuido, es enorme. Hay una sección para aviación militar, otra para aviación civil (donde hay un Concorde, un Boeing 367 Dash 80, un Junkers 52 o un Lockheed Super Constellation) y otra para el espacio, con el transbordador espacial Discovery. Hoy les traemos una selección de lo más interesante de la parte militar. Disfruten de esta pequeña visita.
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Aspecto general de parte del hangar dedicado a la aviación militar. Impresionante de verdad. En primer plano (a la derecha y colgado) un Westland Lysander, un muy peculiar avión británico de la Segunda Guerra Mundial, utilizado para enlace y famoso por introducir y recoger espías y comandos en territorio enemigo. A su izquierda, el pequeño avión de enseñanza Ryan PT-22A.
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Entre los aviones de la Primera Guerra Mundial destaca este ejemplar del Nieuport 28 C.1, un caza francés muy utilizado en aquella contienda. Este ejemplar fue restaurado utilizando piezas de cinco aviones y presenta un magnífico aspecto. El Nieuport 28 fue rechazado por el ejército francés ante el mejor dotado SPAD XIII, lo que permitió al ejército norteamericano dotarse del Nieuport al principio de su entrada en la guerra.
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Junto al famosísimo Fokker DR1, el triplano del Barón Rojo, el Sopwith F.1 Camel fue uno de los modelos emblemáticos durante la Gran Guerra. De fabricación británica, era un avión muy difícil de pilotar, bastante inestable y con tendencia a girar hacia la derecha por efecto de su motor rotatorio. Sin embargo, en buenas manos se convertía en un caza soberbio. Fue el avión que derribó más aviones enemigos durante la guerra.
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La representación alemana de aviones de la Segunda Guerra Mundial es magnífica. Solo en esta parte se podía ver (de izq. a der.) un Focke Wulf Fw 190 en versión F-8 Jabo (cazabombardero), verdadero azote de los aviones aliados. A su lado un avión espectacular, el Heinkel He 219, después el Arado Ar-234, primer bombardero a reacción de la historia y, al fondo, el caza bimotor Dornier Do-335.
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El He 219 fue un avión extraordinario. Más parecido a un bombardero medio, se diseñó como caza y obtuvo un resultado sobresaliente, letal contra los bombarderos británicos, que actuaban de noche. Era un avión dotado de radar, con sus antenas en el morro, biplaza (piloto y operador) y con un armamento mortífero, incluyendo dos cañones que disparaban en oblicuo hacia arriba. Fue, además, el primer avión del mundo en disponer de asientos lanzables para sus pilotos. El ejemplar expuesto, original aunque restaurado, fue uno de los poquísimos ejemplares que sobrevivieron a la guerra.
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El Republic P-47 D Thunderbolt fue uno de los más importantes cazas norteamericanos de la Segunda Guerra Mundial, rápido, potente y muy bien armado con cuatro ametralladoras de 12,70 mm, hizo estragos entre la caza alemana y sus fuerzas terrestres.
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Otro modelo muy interesante (y bastante raro) es este Northrop P-61 C Black Widow. El P-61 fue un avión diseñado como caza nocturno, grande y pesadamente armado, vulnerable ante los cazas alemanes, destacó sin embargo en el teatro del Pacífico y luego en la guerra de Corea. Llevaba un imponente armamento de cuatro cañones de 20 mm en una barquilla ventral y cuatro ametralladoras de 12’70 mm en una torreta superior (desmontada en el modelo expuesto).
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Estamos ante uno de los aviones más singulares del museo. Se trata de un Sikorsky JRS-1, un hidroavión para reconocimiento y enlace, versión militar del Sikorsky S-43, capaz de llevar 19 pasajeros. Para 1941 ya era un avión anticuado, superado en capacidad militar por el Consolidated PBY Catalina, por lo que su papel en el Pacífico fue muy secundario. La importancia de este ejemplar es que es el único del museo que estuvo en Pearl Harbour durante el ataque japonés. Sobrevivió y terminó abandonado. No se ha restaurado y se mantiene en el estado en el que se encontró, como testigo mudo del paso de los años y de aquella batalla.
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Ejemplar en perfecto estado del famoso Curtiss P-40 E Kittyhawk. Este caza fue importante durante la primera mitad de la guerra, pero quedó relegado tras la aparición de modelos más avanzados como el P-51, P-47 e incluso el P-38. Este ejemplar, sometido a una magnífica restauración, representa uno de los famosos aparatos del grupo de mercenarios norteamericanos “Flying Tigers”, que combatieron en China contra los japoneses antes de la entrada de Estados Unidos en la guerra. El ejemplar expuesto en realidad perteneció a la Fuerza Aérea Canadiense.
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Denominado “George” por los aliados, el Kawanishi N1K2-Ja Shiden Kai fue el mejor caza naval japonés durante la Segunda Guerra Mundial, una vez que el archifamoso Zero se quedaba atrás. Este ejemplar, perfectamente restaurado, es uno de los únicos cuatro que se conservan en el mundo.
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Uno de los más peculiares aviones japoneses es este hidroavión Aichi M6A Seiran, un modelo único que se diseñó exprofeso para ser utilizado por los famosos submarinos – portaaviones japoneses I-400. Era un buen avión que protagonizó el intento rocambolesco de atacar el canal de Panamá. Aquí les contábamos esta apasionante historia. Este ejemplar es el único que se conserva en el mundo.
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En este museo hay dos aviones militares verdaderos iconos y uno de ellos es este Boeing B-29 Superfortress. En perfecto estado de restauración, es el auténtico avión bautizado como Enola Gay, aquel que el 6 de agosto de 1945 lanzó la primera bomba atómica (Little Boy) sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. Al mando de aquella misión y como piloto del B-29 estaba el coronel Paul Tibbets y el nombre del avión venía por su madre, Enola Gay Tibbets. El avión sufrió uno de los mayores procesos de restauración y se encuentra en un estado formidable, aunque siempre ha estado rodeado de cierta polémica por lo que supuso aquel terrible bombardeo.
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La guerra de Corea marcó el inicio del combate aéreo entre reactores y los dos modelos más representativos de esa época fueron el MiG-15 por parte soviética / china (izq.) y el F-86 Sabre (der.) por la norteamericana. Ambos libraron combates épicos aprovechando sus ventajas. El americano era más maniobrero y más rápido, también podía disparar con mayor precisión, pero el ruso tenía una mejor relación peso/potencia y un armamento más pesado.
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Otro de los aviones singulares que podemos ver en este museo es el Bell X-1, un avión experimental. El ejemplar expuesto es nada más y nada menos que el “Glamourous Glennis”, el X-1 de numeral 6062 con el que el mayor “Chuck” Yeager batió el récord de velocidad, rompiendo por vez primera la barrera del sonido. Fue en aquel histórico vuelo del 14 de octubre de 1947. Yeager alcanzó con su avión 1,06 Mach (1.127 km/h) a una altitud de 13.000 m. Entonces fue, durante un tiempo, el hombre más rápido del mundo.
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El Phantom no podía faltar en este museo y se expone un McDonnell F-4S Phantom II con los colores del Marine Fighter Attack Squadron 232 (VMFA-232), los “Red Devils”, de la época de la guerra de Vietnam. Este escuadrón todavía se encuentra activo y ahora utilizan el F-18 Hornet. El Phantom es uno de los aviones occidentales de mayor éxito, con casi 5.200 fabricados. Todavía se encuentra operativo con muchas fuerzas aéreas del mundo y ha sido un símbolo del poder aéreo durante décadas. Tras él, con colores de camuflaje, un contemporáneo suyo de Vietnam: el F-105D Thunderchief.
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La contraparte del Phantom durante la guerra de Vietnam fue el avión soviético Mikoyan-Gurevich MiG-21F. Era un bonito y estilizado reactor y el avión de combate supersónico fabricado en mayor número en la historia, con casi 11.500 ejemplares. Ha servido con cerca de 50 fuerzas aéreas y en alguna todavía se encuentra en servicio.
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El otro gran icono que acapara la atención de visitantes es el Lockheed SR-71 Black Bird, todo un símbolo de la Guerra Fría. Ha sido el avión reactor más rápido del mundo, habiendo registrado una velocidad máxima de 3,3 Mach (3.620 km/h). El avión que se expone tiene su propia historia. Tras 24 años de servicio y más de 2.800 horas de vuelo, este SR-71 realizó su último vuelo el 6 de marzo de 1990. A los mandos los tenientes coroneles Yeilding y Vida, que a modo de despedida, dejaron un récord de velocidad entre Los Ángeles y Washington al hacer el trayecto en una hora, cuatro minutos y veinte segundos, con un promedio de velocidad de 3.418 km/h. Tras finalizar ese vuelo, el avión aterrizó en el aeropuerto de Dulles y llegó rodando al propio museo. En la imagen, a la izquierda el SR-71 A numeral 17972, en el centro trajes de vuelo del piloto y a la derecha, su equipo de supervivencia.
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Boeing-Vertol CH-46E Sea Knight. Este helicóptero es el hermano pequeño del mucho más famoso CH-47 Chinook (como los que tenemos en España). Es un poco más pequeño y de menor capacidad porque se diseñó para operaciones navales y hasta la llegada del V-22 Osprey fue el modelo de transporte en portaaviones, unidades navales y para el Cuerpo de Marines, como el de la imagen. Es un helicóptero mucho más raro de ver que otros y por eso le hemos incluido.
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El Tomcat, avión famoso como pocos, no podía faltar. El ejemplar expuesto es un F-14D(R), uno de los escasos F-14A (tan solo 18) que fueron modernizados a la variante D(R). Con esta modificación se les instaló el sensor de infrarrojos IRST (muy notorio justo debajo del morro) y les permitía utilizar el sistema de reconocimiento TARPS. Este ejemplar en concreto (BuNo. 159610) lleva los colores del Strike Fighter Squadron 31 (VF-31), los famosos “Tomcatters” con su mascota, “Felix the Cat” dibujada en sus derivas. Este escuadrón fue uno de los últimos en utilizar el Tomcat en operaciones reales sobre Irak. Este avión en concreto, además entró en combate en el llamado Segundo Incidente del Golfo de Sidra, el 4 de enero de 1989, durante el conflicto surgido con la Libia de Muammar Gaddafi. En aquella acción dos F-14 (uno de ellos el de la foto) se enfrentaron a dos MiG-23 libios y los derribaron. Entonces este Tomcat aún no se había modificado y era un F-14A perteneciente al VF-32.
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Como colofón les mostramos un F-35, pero muy especial. Se trata del Lockheed Martin X-35B JSF (Joint Strike Fighter), que no es otro que el primer prototipo de la versión de despegue corto y aterrizaje vertical del F-35B actual. Originalmente este prototipo se construyó como X-35A y, después de 28 vuelos, se modificó con todos los sistemas para la versión STOVL (Short Take-Off and Vertical Landing). Este avión fue el primero en la historia en hacer, en un mismo vuelo, un despegue corto, vuelo supersónico, vuelo estacionario y toma en vertical. Un modelo, sin duda, histórico.
El Confidencial