“Sirat”: una road movie hipnótica que cuestiona nuestro paso por la Tierra

Crítica: Road movie de Oliver Laxe, protagonizada por Sergi López, Bruno Núñez Arjona y Stefania Gadda (España-Francia, 1h55). En cines el 10 de septiembre. ★★★★☆
Por El nuevo Obs
“Sirat” de Óliver Laxe. PIRÁMIDE DE DISTRIBUCIÓN
Para ir más allá
Es un viaje por carretera sin carreteras ni alucinaciones, que provoca escalofríos y una resaca fuerte. En el desierto marroquí, Luis (Sergi López) y su hijo de 12 años, Esteban (Bruno Núñez Arjona, visto en la serie "Las Mesías"), en busca de su hija mayor y su hermana desaparecida, se unen a una comunidad de fiesteros itinerantes. Estos últimos son interpretados por fiesteros reales con cuerpos maltrechos —un manco (Richard "Bigui" Bellamy), un lisiado (Tonin Janvier)— o quemados por la existencia (Stefania Gadda, Jade Oukid). Falsos frikis, pero verdaderos hermanos errantes, acogen a Luis y Esteban entre ellos y se mantienen unidos con lo que les queda de los codos ante el peligro. Porque nuestros fiesteros extremos evolucionan al margen de un mundo en guerra, militarizado. En este "Convoy del Miedo" con una familia de punks y perros, el pulso de los altavoces, el rugido de los motores y los corazones palpitantes de los personajes se hacen eco unos de otros.
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No diremos más sobre "Sirat", ganadora del Premio del Jurado en Cannes, impulsada por lo inesperado y sentimental. Su esencia: la absurda tenuidad de nuestro paso por la Tierra. Sirat, según Islam, advierten los créditos, es "el puente entre el infierno y el paraíso, más fino que un cabello y más afilado que una espada". Un hilo estrecho que separa nuestras vidas de la muerte y esta supervivencia metafísica de lo risible. Desde la alternancia entre giros argumentales y momentos contemplativos, con el tecno de Kangding Ray altísimo, hasta los escasos diálogos, muy realistas, donde se expresa la consternación de los personajes ante la parca, la película no teme desviarse de los caminos. Los sortea gracias a la humildad de su dirección, hipnótica sin ser ostentosa, con un enfoque a la vez místico y muy concreto. Y si bien su búsqueda de nuevos territorios (narrativos y espirituales) no está exenta de desafíos, su alcance simbólico y emocional es un éxito. Su autor, el francoespañol Oliver Laxe, empapado de sufismo, abre un camino ya en marcha en «Mimosas, el Camino del Atlas» (Gran Premio de la Semana de la Crítica de 2016): el enigma de nuestro lugar en la naturaleza y entre los seres vivos. Sobre todo, cristaliza una sensación muy actual de estar en el mundo, al borde del caos. ¡Es libre, Laxe!