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Cuando Carmen Machi se cagó, las dos peores películas de Almodóvar según Almodóvar, la pasión del director manchego por Onlyfans... y otros asuntos del montón

Cuando Carmen Machi se cagó, las dos peores películas de Almodóvar según Almodóvar, la pasión del director manchego por Onlyfans... y otros asuntos del montón

El cotilleo está mal visto y, sin embargo, cumple su función. Kant lo despreciaba por considerarlo la causa de "juicios superficiales y maliciosos" (además de "un signo de debilidad") y, sin embargo, él mismo, cuentan sus biografías, era un incorregible viejo del visillo de la vida social de Prusia Oriental. El chismorreo sirve igual como pegamento social que como vehículo de estereotipos y malentendidos. Pedro x Los Javis, el documental que acaba de estrenar Movistar+ dirigido por los segundos y con el protagonismo casi absoluto del primero, puede ser considerado, y visto, como un gran monumento al comadreo de patio entre la gran figura, genio indiscutible, del cine contemporáneo Pedro Almodóvar y dos de los cineastas que más expectativas han generado desde mucho antes de su serie monumental La Mesías; es decir, Javier Ambrossi y Javier Calvo. Y de hecho, fuera prejuicios, la rendida devoción casi fetichista por los sillones Marshmallow, las batas de guatiné, el melodrama y cada línea de guion de cada uno de los 23 largometrajes (camino del 24) del manchego convierten a la miniserie (eso es) en el escenario perfecto para una larga sesión de confidencias repartidas en tres capítulos de 45 minutos cada uno. Pero no solo eso, en el otro extremo, también se trata de un viaje sonámbulo, transparente en su inconsciencia a la vez carnal y mística, al corazón mismo de una forma de entender el cine, la amistad, la vida, el poder de la ficción y hasta la muerte. Digamos que el documental admite y se disfruta en las dos lecturas, las dos kantianas, desde lo sublime y desde lo banal; desde la cabal ilustración de una voz universal, la de Almodóvar, y desde el placer culpable del chisme.

Desde el primer escenario, el frívolo, Pedro x los Javis es una fuente bastante nutritiva (no digamos inagotable) de anécdotas, algunas de ellas conocidas, pero siempre memorables. O no tanto, según se mire. Así conocemos que Carmen Machi, literalmente, se cagó. No sabemos si encima, debajo o en alguien. Lo hizo en el rodaje de Hable con ella y la culpa fue de unas galletas digestivas (cosas de la fibra) que comió una detrás de otra, hasta 17, por aquello de las tomas que se repiten. También aprendemos que si, como ha repetido en muchas entrevistas, fue Átame la película que descubrió su vocación a una jovencísima Penélope Cruz cuando no tenía edad para ver según qué cosas, fue la protagonista de Kika, que luego interpretaría la irrepetible Verónica Forqué, el primer papel que logró en la filmografía del manchego. Para conseguirlo mintió en la edad ("Siempre lo hacía", dice) y, claro está, fue descubierta. Dos años después debutaría con el manchego en Carne trémula. Antes, el propio Almodóvar confiesa su fascinación por Onlyfans y en la confesión deja caer que de haberlo conocido antes lo habría utilizado para que los personajes de Gael García Bernal y Lluís Homar se encontraran en La mala educación. Y todo ello a la vez que el director confiesa cuáles son las dos películas de su filmografía que menos aprecia (Kika y Los amantes pasajeros) al lado justo de las que considera sus obras más logradas (Todo sobre mi madre, Hable con ella y La mala educación). Y todo ello mientras Almodóvar recuerda un guion perdido de ciencia ficción donde las mujeres son electrodomésticos. Y todo ello mientras cuenta, por fin, la historia detrás del discurso de agradecimiento plagado de santos que pronunció al recoger el Oscar al guion por Hable con ella: estaba dedicado, nada más y nada menos, que a Harvey Weinstein. Bien mirado, no son más que cotilleos, pero ¿quién (y Kant) se resiste?

Pero no conviene, por muy tentador que resulte, quedarse en el ruido y la espuma de los días. Pedro x los Javis sorprende por su delicada y extremadamente barroca factura capaz de replicar el alma misma del cine de Almodóvar. Toda la miniserie está planteada de forma sabia por los guionistas Brays Efe y Paloma Rando como un gran espejo sirkiano, como una gran ficción dentro de una ficción, como un gran e inacabado making of empeñado en dejar al descubierto hasta la completa desnudez el artificio de la realidad misma. "La realidad debería estar prohibida", era la frase, casi lema, pronunciada en La flor de mi secreto por Gloria Muñoz ante una desproporcionada Marisa Paredes (¿pero alguien alguna vez estuvo mejor en una película?) y a ello se aplica la serie con devoción para nada franciscana. Con un evidente recuerdo a aquella televisión ya olvidada de silencios y confidencias que encarnara gente como Paloma Chamorro, Pedro x los Javi alterna imágenes de archivo ("Si no fuera Pedro Almodóvar querría ser dios", se le escucha decir en una de esas entrevistas que ya no se escuchan) con una larga conversación postrada en hinojos, pero sin red. Estructurados por temas, los tres capítulos repasan asuntos como la amistad (las amigas más en concreto) y las madres, la ley y el deseo, el cine y la muerte. Y así, escuchamos al vibrante autor destructor de prejuicios que por primera vez descubre la gramática cinematográfica en Entre tinieblas, el que es su tercer largometraje (cuarto si incluimos al perdido Folle... folle... ¡fólleme Tim!), al lado del maestro de directores que, sin pudor como siempre, confiesa su último temor: "No entiendo que algo vivo tenga que morir... Admiro a la gente que cree en dios porque él es el gran escudo. El mejor soporte para enfrentarlo inevitable. Pero el individuo tiene que ser dueño de su vida y también de su muerte cuando la vida solo te ofrece dolor".

De por medio hay más, mucho más, y las declaraciones de Esther García (nos falta Lola), el hermano Agustín o los colaboradores inseparables José Luis Alcaine (preciosa su reflexión sobre la luz blanca) y Alberto Iglesias al lado de todas y cada una de sus actrices (nos falta Victoria) y su ocasional alter ego Antonio Banderas completan un perfecto recorrido por —parafraseando a la concejala antropófaga— el deseo como principal motor de todo. Y al fondo, las canciones. Nathy Peluso reinterpreta, que no solo canta, Puro teatro, de La Lupe, y Luz Casal vuelve a su Piensa en mí. Albert Pla susurra Soy infeliz, de Lola Beltrán, y Banderas de la mano de Refree al piano recupera Déjame recordar, de Bola de Nieve. Guitarricadelafuente se apropia cerca del milagro de Cucurrucucú paloma y Amaia hace otro tanto con el tango Volver abrazada con la voz a Penélope Cruz. Son todas canciones del universo Almodóvar, de la vida en el cine de Almodóvar, de Almodóvar visto por los dos Javieres. Hay chismes sí, pero con emoción, melodrama y un gusto inagotable.

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