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Lo natural y lo artificial van de la mano en la Bienal de Arquitectura de Venecia

Lo natural y lo artificial van de la mano en la Bienal de Arquitectura de Venecia

Cinco grandes lagunas artificiales, bajo un centenar de aparatos de aire acondicionado, dominan una gran sala a oscuras donde la temperatura y la humedad son elevadas, y la sensación de agobio, más. Así, con la instalación The third paradise perspective, firmada por la fundación del artista Michelangelo Pistoletto, recibe la Bienal de Arquitectura de Venecia al visitante. A menudo se habla de la crisis climática que en el futuro dificultará nuestra vida. Pero ese futuro distópico puede sentirse ya en dicha sala.

La Bienal de Arquitectura del 2025, que se abrirá al público este sábado (hasta el 23 de noviembre), se titula Intelligens. Natural. Artificial. Collective , y tiene por comisario a Carlo Ratti. Se propone responder al desafío climático con recursos arquitectónicos que integren los medios naturales, los propios de la era de la inteligencia artificial y la fuerza de la colectividad y del trabajo coordinado.

Carlo Ratti es el comisario de esta edición, que presenta una selección particularmente abigarrada en el Arsenale

La segunda sala se abre con The other side of the hill , un gran anfiteatro semicircular que refleja el crecimiento de la población mundial, factor determinante del desorden climático. Si hubo que esperar hasta inicios del siglo XX para llegar a los mil millones de habitantes, 125 años después vamos ya camino de los 8.000 millones. Eso desaconseja seguir construyendo como hasta la fecha (de hecho, los bloques del graderío son de material reciclable extraído de la laguna). Y detrás de él se especula con otro tipo de construcción, en este caso amorfa e inspirada en la labor de las bacterias. “Las bacterias –dice Mark Wigley, uno de los firmantes de la pieza– tienen cosas que enseñarnos: son eficientes y comparten conocimiento”.

“El futuro de la arquitectura no está en el control de la naturaleza, sino en la colaboración con ella”, se lee más adelante. En su instalación Stonecrust , Andrés Jaque alerta sobre el uso extractivo que hacemos de las piedras. Y da una noticia: el reino mineral no está hecho de material inerte. Las piedras no están muertas, porque son un ecosistema capaz de secuestrar carbono de la atmósfera. “Habría que cuidarlas –dice Jaque– como se cuida un jardín”.

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Otras firmas españolas como las de Antón García Abril o Benedetta Tagliabue contribuyen en este apartado centrado en lo natural, que incluye una sorprendente instalación, La capilla del elefante , formada por arcos catenarios hechos con ladrillos redondos, fabricados con excrementos de paquidermo.

A esta sección la sucede la destinada a lo artificial. En ella, Kate Crawford y Vladan Joler ofrecen su Calculating empires: a genealogy of technology and power since 1500 , con un mapa exhaustivo sobre comunicaciones y computación, sobre control y clasificación, desde el siglo XVI hasta la actualidad: de la imprenta a los algoritmos y la generación automatizada. Un ejemplo de esto último es la siguiente instalación, que crea espectaculares y coloridas imágenes artificiales tras procesar, combinar y animar cien millones de fotos de flora y fauna.

Las propuestas de futuro abundan: desde el diseño de un reactor nuclear hasta una variada selección de robots

Las propuestas de futuro abundan: desde el diseño de un reactor nuclear innovador diseñado por Pininfarina, de apenas 5 metros de altura, que funciona con residuos de reactores nucleares convencionales, reciclables para este uso unas veinte veces, hasta una variada selección de robots alimentados con inteligencia artificial. Uno de ellos, más bien un humanoide, obra de Luc Steels, responde a cualquier tipo de preguntas y es capaz de enumerar los sentimientos que motivan las expresiones faciales de quien le pregunta. Otro toca un instrumento de percusión siguiendo las notas que los visitantes tocan en otro. También se da cuenta de otros robots, estos armados por la ETH de Zurich y otras universidades, que ejecutan tareas del mundo de la construcción, como la gestión de restos, el moldeado de materiales y la construcción de una gran malla metálica a cargo de un robot que queda encerrado en ella.

El último tramo de la exposición en el Arsenale, quizás excesivamente abigarrada este año, se dedica a lo Colectivo y se abre con un expresivo vídeo de Yan Arthus-Bertrand sobre el mundo de los castellers. Acto seguido, dos artesanos de Bután graban arabescos con gubias sobre un futuro artesonado de madera, asistidos por un robot que cepilla con precisión los restos de virutas. Esta instalación viva lleva la firma del Bjarke Ingels, Laurika Cohnkitoui y Arata Mori.

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'The Architecture of Virtual Water' del estudio Miralles Tagliabue EMBT

Eli Don / ACN

Carlo Ratti, comisario de la Bienal, se suma a este apartado con su proyecto para una plaza flotante en Venecia. Y Caterina Miralles lo cierra con un vídeo en el que documenta la vida en la laguna, desde la labor de los pescadores tradicionales hasta la de los funcionarios que operan en su tecnificado control.

La última sección, denominada Out, recoge distintos montajes relacionados con la idea de que no hay planeta B, y de que es más fácil hacer habitable los polos, el océano o el desierto más tórrido que el espacio exterior, en el que sin embargo se pueden desarrollar investigaciones aplicables en la Tierra.

Fuera del Arsenale tenemos la prueba de ello: el prototipo de vivienda creado por los chilenos Pamela Prado y Pedro Ignacio Alonso para el desierto de Atacama, capaz de refrescarse con los vientos de la zona y de obtener agua a partir de la niebla. También en el exterior del recinto, otras instalaciones se fijan en Venecia y en la necesidad de mejorar los accesos al agua. Por ejemplo, la de la Fundación Norman Foster que, con el apoyo de Porsche, propone una nueva rampa de acceso a los vaporetti , un túnel plateado y transparente. O la de Aaron Betsky, que purifica el agua de la laguna con plantas y la sirve luego para preparar una taza de café. U otra que aspira a reintroducir los grillos en Venecia.

La sección Out recoge distintos montajes relacionados con la idea de que no hay planeta B

Este año el pabellón central de la Bienal está cerrado. También lo estaban ayer, por otros motivos, los de Rusia, Israel o Venezuela. Pero en los Giardini, destacaban los de España (ver página siguiente); Dinamarca, que ha aprovechado las obras de reforma en curso para construir mobiliario con residuos y así demostrar en la práctica la conveniencia del reciclaje; o el Reino Unido, que envuelve su pabellón neoclásico con una celosía masai hecha con recursos naturales y, en su interior, propone una línea británica para la reparación geológica.

Cerramos esta crónica apresurada e incompleta con una mención al pabellón alemán, cuya recopilación de datos, elegantemente presentados, sobre el aumento de las temperaturas incluye, entre otros, los siguientes: en Dusseldorf llegaron el verano pasado a niveles propios de Dubái; en España tuvimos en julio una media de 32 ºC, en la Acrópolis llegaron a superar los 43 ºC… y en una de las habitaciones de este pabellón, que está climatizada a 38 ºC, puede visualizarse cómo se calienta el cerebro de los humanos a esa temperatura, en una atmósfera que no desmerece, en lo relativo a agobio, las sensaciones de la sala descrita en el primer párrafo de este texto.

lavanguardia

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