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Peralada lleva a la Serrería Belga de Madrid su fabulosa colección cervantina

Peralada lleva a la Serrería Belga de Madrid su fabulosa colección cervantina

Mil y un Quijotes. De El Paular al Castillo de Peralada . El espacio cultural Serrería Belga del Ayuntamiento de Madrid acoge desde ayer una exposición en la que se podrá ver una muestra representativa de las cinco mil obras de Miguel de Cervantes que se conservan en la magnífica colección iniciada un siglo atrás por el bibliófilo Miguel Mateu Pla.

Con este viaje de ida y vuelta de El Paular, en la sierra de Guadarrama, de donde llegaba la madera de pino que luego se transformaba en el papel de libros como El Quijote –cuya primera edición, de 1605, se imprimió muy cerca de la Serrería Belga, en el taller de Juan de la Cuesta de la calle Atocha– a la biblioteca ampurdanesa, y, de forma temporal, de nuevo a Madrid, se cierra un círculo.

La muestra recorre parte de las cinco mil obras de Cervantes de la biblioteca que inició Miguel Mateu Pla

El círculo que, gracias a la colaboración público-privada entre el Ayuntamiento de Madrid y la Fundació Castell de Peralada, permitirá ver por primera vez algunas obras que no se habían exhibido al público hasta ahora, como los originales de las ilustraciones de Isidro y Antonio Carnicero para la edición de El Quijote de 1782, auspiciada por la Real Academia Española; los dibujos de Daniel Vierge para la de París de 1909, y tres acuarelas que José Jiménez Aranda pintó para la conmemoración del tercer centenario, en 1905.

Entre las joyas que atesora la exposición figura también un boceto al óleo del mural que Josep Maria Sert pintó a finales de los años veinte del siglo pasado en el comedor del hotel Waldorf Astoria de Nueva York y que representa el episodio quijotesco de Las bodas de Camacho .

A lo largo del recorrido, dividido en seis secciones, el visitante podrá apreciar algunas de las ediciones emblemáticas de El Quijote y otras obras de Cervantes y, al mismo tiempo, observar la evolución de las artes gráficas desde el siglo XVII, cuando los libros se imprimían de forma aún muy rudimentaria, hasta las fabulosas ilustraciones a todo color de las ediciones infantiles, pasando por la mítica interpretación que del ingenioso hidalgo de la Mancha hizo el francés Gustave Doré en el París de 1863.

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Un visitante observa una de las vitrinas

DANI DUCH

Como curiosidad, y tratándose de una biblioteca del Empordà como la de Peralada, a la exposición de Madrid han llegado también algunas ediciones de El Quijote realizadas en corcho, así como otras procedentes de lugares muy lejanos, como la que en 1936 ilustró Serizawa Keisuke en Japón, en la que los personajes de la novela aparecen como samuráis.

Además de la curiosa sección Iconografía cervantina , que exhibe cromos, ex libris, naipes y hasta aleluyas basados en la figura de Don Quijote, la muestra dedica también un apartado a la relación de Miguel de Cervantes con Madrid, con citas extraídas de sus obras, y, por último, se detiene en la temprana vinculación del singular caballero andante con la música: ya en 1614, un año antes de que apareciera la segunda parte de sus andanzas, el personaje fue llevado al ballet ( Don Quichot ) y desde entonces no ha dejado de ser fuente de inspiración.

lavanguardia

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