Conectando con la vida

Constantemente nos despertamos ante nuevas conmociones. Arrestos, desastres, asesinatos... Hoteles llenos de gente y niños pueden incendiarse; las instituciones cambian de manos de la noche a la mañana, las pantallas se apagan... Una conciencia conmocionada no puede pensar con claridad. Como escribió Christopher Bollas en su libro "Sentido y Melancolía", cuando una experiencia nos resulta impactante, nos disociamos de ella. Lo disociado permanece como un objeto cognitivo. Esto se evidencia en la calma con la que algunos periodistas y comentaristas tratan estos acontecimientos. Un debate intelectual se desarrolla como si ocurriera en otro país y en otra época. De hecho, la sociedad encuentra la manera de superar este acontecimiento impactante disociándose. Pero si esta disociación se vuelve estructuralmente permanente, se forma una grieta en la mente individual y colectiva. Los yoes se fragmentan junto con la realidad. Dentro de una red mental perturbada, nos quedamos con un dolor inconsciente y un duelo que puede durar para siempre.
MENTE ABANDONADADe hecho, hay un flujo constante de contenido impactante en las redes sociales. Por ejemplo, un hombre realizando una acrobacia en la azotea de un rascacielos, un coche chocando contra una cabina de peaje a toda velocidad... La ligereza de ser hipnotizado en un flujo que no se traduce en experiencia... Vídeos de gatos persiguiendo osos generados por inteligencia artificial. Un hambre de imágenes e información más impactantes... Una conciencia así no experimenta la ansiedad de buscar significado. Bollas hace una observación similar, afirmando que, a principios del siglo XXI, la mayoría parece haber abandonado la introspección en sus vidas: «En una década, el país estaba consumiendo medicamentos recetados que ayudaban a las personas a ignorar los significados de la ansiedad y la depresión y a desconectarlas de las ideas encarnadas en estas emociones. Abandonaron la subjetividad en busca de una existencia cotidiana más segura y menos perturbadora. Abandonaron sus mentes».
NORMOPATASBollas describe a las personas que abandonan sus mentes como normópatas. Un normópata es alguien que evade la vida mental sumergiéndose en una vida dedicada a la comodidad material y la relajación. Poco antes de su muerte, Winnicott pareció describir este tipo de personalidad que se generalizaría: «Algunos están tan arraigados en la realidad percibida objetivamente que están enfermos en el sentido opuesto, es decir, en el sentido de estar completamente desconectados del mundo subjetivo y del enfoque creativo de la realidad». Bollas también describe a estos individuos anormalmente normales como despreocupados, relajados y socialmente extrovertidos. De igual manera, Arno Gruen, en «La locura de la normalidad», escribió que el precio que pagan los normópatas que evaden la responsabilidad existencial es un autodesprecio inconsciente. Una persona que no puede controlar su yo acumula un poderoso odio contra sí misma. La expresión de este odio interno puede verse en la rabia silenciosa que tan a menudo presenciamos en la sociedad actual. Bollas difiere de Gruen en este punto. Así que para Bollas la cuestión no es la pérdida del yo, sino el consentimiento del yo a la objetivación.
TRANSPORTADORESBollas también analiza el concepto de yo transmisivo. Por yo transmisivo, se refiere a la forma en que proyectamos nuestro yo personal al mundo a través de las plataformas de redes sociales que nos permiten ser parte del espectáculo; nos hemos convertido en una extensión de los teléfonos inteligentes y las tabletas. Para que esto sucediera, primero tuvimos que volvernos normópatas para poder objetivarnos y convertirnos en una extensión de los objetos. Este estado de transmisividad impone una especie de separación en el individuo. Las personas ya no se ven en los ferries o el metro; sus cuerpos están ahí, pero sus almas están en otra red con sus propios dispositivos. Los transmisivos pueden conversar transmitiendo lo que ven en sus teléfonos y tabletas. Este paisaje encarna el concepto de yo transmisivo de Bollas: robots humanoides y humanos robóticos.
Pero el hombre siempre ha sido un ser lleno de sorpresas. Si tan solo pudiera regresar a la mente que había abandonado, tal vez allí no existiera una forma de sobrevivir, sino una forma de volver a vivir.
BirGün



