‘Carmen’ se atrinchera en Kiev bajo batuta española
Pocas horas después de dar por terminados los ensayos para representar este domingo la ópera Carmen, de Georges Bizet, el director Félix Ardanaz (San Sebastián, 1988) se apresuró, en medio de las alarmas, a descender al refugio ubicado en los sótanos de su hotel en Kiev. Allí pasó la noche del miércoles al jueves mientras docenas de drones y misiles lanzados por fuerzas rusas golpeaban varias regiones de Ucrania, especialmente la capital. El peor ataque que sufría la ciudad desde el verano de 2024, con doce muertos y casi un centenar de heridos, obligó a retrasar unas horas la entrevista acordada con EL PAÍS. “Para mí ha sido duro emocionalmente”, resume. Pero, de inmediato, recupera el tono para destacar el simbolismo que supone representar “la gran ópera de temática española” en pleno conflicto en el 150 aniversario de su estreno. Nada queda del sobresalto cuando sale a escena ante la atenta mirada de varios cientos de espectadores. El director, batuta en mano, se une en comunión musical a todos ellos como parte activa de la resistencia cultural que el pueblo ucranio mantiene en la presente guerra.
Pasado el susto, Ardanaz se lanza a dirigir la función con un espíritu más comprometido todavía. “Yo en realidad he venido aquí casi a nivel humanitario. Acudo a aportar un granito de arena, a defender y apoyar a Ucrania en lo que yo sé hacer, que es música”. El público, que desde las primeras semanas de la contienda empezó a refugiarse en la cultura como revulsivo, llena el teatro. “Será una de las experiencias que siempre me van a acompañar”, señala el director español, que durante varios minutos es ovacionado sobre el escenario junto a los protagonistas tras la representación.
Ardanaz ha tenido este domingo a sus órdenes a un centenar largo de músicos y cantantes a los que califica de “auténticos héroes” porque “mantienen su profesión en este contexto tan terrible. Por eso, “este concierto tiene un gran componente reivindicativo”, agrega mientras remueve la cucharilla dentro del café sin dejar de hablar. Reconoce que esta función es algo parecido a un “salto a los leones” porque, aunque es normal que cualquier teatro tenga Carmen entre su repertorio, lo que en condiciones normales son un par de semanas de ensayo, ha acabado reducido a un par de días por imperativo bélico en Kiev. Remarca, en todo caso, que tiene delante a “gente muy profesional” pues “los cantantes, los artistas y los solistas son grandes artistas, como los que representan a Carmen, a Don José o Micaela”.
“Me habían dicho que el centro de Kiev –donde se ubica su hotel– es bastante seguro porque la defensa (antiaérea) es muy potente. Pero es verdad que he tenido la mala suerte de que ha habido un ataque muy turbulento, por decirlo de alguna manera, y ha habido drones y misiles por centenares y, por desgracia, ha habido muchos muertos y heridos”, relata. “En la planta menos dos del hotel hay un refugio y no hemos tenido que ir al Metro a pasar la noche”, añade mientras realiza de corrido un relato de la madrugada del ataque. “Desde la Embajada de España y desde la Ópera me empezaron a preguntar si estaba bien y si necesitaba ayuda. Nos escribíamos los unos a los otros, los cantantes, los miembros de la orquesta… Porque hay una sensación de pánico, de saber qué ha podido pasar”, continua. “Yo soy el nuevo y ellos lo han vivido ya en otras ocasiones y estaban un poco preocupados porque, además, hacía muchos meses que no se vivía un ataque así”.
El protocolo es estricto y se sigue aplicando en los espectáculos pese a que Ucrania se ha adentrado ya en el cuarto año de guerra desde la gran invasión rusa lanzada en febrero de 2022. A Ardanaz se lo han explicado bien: “Cada vez que hay alarma, pues son frecuentes los ataques con drones, están obligados a parar el ensayo o la función. Todos los asistentes, sean músicos, cantantes o audiencia, han de bajar al refugio de la ópera lo que dure la alarma, 30 minutos, una hora… y después se continúa”. Este domingo no ha habido sobresaltos de ese tipo.
En paralelo a la contienda armada, la gran invasión rusa se ha encargado también de atacar y expoliar la cultura del país ocupado. Eso ha empujado a Ucrania emprender algo parecido a una batalla para defender su identidad que salpica a veces con prohibiciones y vetos a autores rusos, calles, monumentos, publicaciones en esa lengua… Todo en un Estado en el que en torno a un 30% de la población tenía antes de la guerra el ruso como principal o único idioma.
Ardanaz es consciente de ello desde antes incluso de recibir en Salzburgo la invitación para dirigir en Kiev. “Es un asunto muy candente y álgido”, reconoce sin querer que se convierta en el centro de la conversación. Entre su currículum –nutrido como director en el ámbito operístico, sinfónico y como pianista pese a su juventud– figura el haber estado al frente de la orquesta de San Petersburgo en el país que ahora mantiene invadido Ucrania. Los tentáculos de ese conflicto cultural se han ido extendiendo y, al frente de la orquesta de Lituania en Vilna, el director donostiarra tuvo que aceptar no interpretar a Stravinski, Tchaikovski ni Rajmáninov.
“Yo lo respeto, pero espero que esto no dure mucho tiempo. La cultura rusa, al final, es un pilar de la cultura mundial. Al mismo tiempo, entiendo que ellos (los ucranios) reivindican su posición en medio del conflicto y debemos entenderlos”, argumenta. “Pero ¿Qué culpa tiene Tchaikovski de lo que está haciendo el loco de Putin?”, concluye.
EL PAÍS