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David Rieff: “El 'wokismo' es una guerra contra la gran cultura europea”

David Rieff: “El 'wokismo' es una guerra contra la gran cultura europea”

Al analista político, corresponsal de guerra y crítico cultural David Rieff (Boston, 1952) no le importa incomodar, ni mucho menos cuestionar las modas intelectuales. En su último libro, Deseo y destino: lo woke, el ocaso de la cultura y la victoria de lo kitsch (Debate), se despliega sobre la “ortodoxia moralista” y su “aplanador” efecto sobre la sociedad contemporánea. Un compilado de ensayos que interrogan la ideología woke y su comprensión “simplista” de la alta cultura. “Si las humanidades fueran una empresa de cereales para el desayuno, podrían traducir lo woke como ‘Sabe bien’ y ‘Es bueno para usted’”, describe en tono sarcástico en una de sus reflexiones.

Hijo de la novelista Susan Sontag y el sociólogo Philip Rieff, el periodista es heredero de una tradición familiar marcada por la palabra. Este domingo estará en Segovia para participar en el Hay Festival. Por ahora, al otro lado de la pantalla, Rieff se muestra entusiasmado. Cuenta que pronto regresará a Kiev, ciudad en la que reside principalmente desde 2022, para comenzar su siguiente trabajo. “Mi próximo proyecto será sobre la guerra en Ucrania. Voy a regresar a mis raíces”.

¿Por qué afirma que el wokismo amenaza de forma tan significativa a la cultura?

Yo creo que lo woke es un peligro cultural bastante específico. Es una guerra contra la gran cultura europea. En caso de que gane, el resultado no sería un millón de muertos, pero vamos a perder esa gran cultura europea en nombre de la justicia y la emancipación de grupos marginados. El wokismo establece que tenemos que dar voz, entre comillas, a los marginados. Por ejemplo, decir que no se lea más a Cervantes, mejor leer un escritor de Guinea Ecuatorial porque Cervantes no representa a los grupos migrantes, o que gane Taylor Swift en vez de Mozart. No es la guerra en Sudán, pero pienso que lo woke y sus diferentes versiones presentan un desafío existencial al destino de la cultura clásica, es un peligro mortal.

Estamos entrando en un mundo más autoritario, incluso en democracias”

Usted ha sido muy crítico con el papel de las universidades en la perpetuación de lo woke. ¿Qué consecuencias podrían haber para la producción de conocimiento?

En las universidades domina la subjetividad radical. Hay un presentismo en el que no existe un pasado interesante, salvo el pasado victimario. Para mí esto es un golpe fatal a la cultura. Un ejemplo: el poeta inglés T.S. Eliot tenía opiniones antisemitas, y entonces no hay que leerlo porque lo importante no son sus poemas. Que no sea una ‘persona digna’ es más importante que la obra. Para mí, la cultura es un diálogo respetuoso entre el presente y el pasado. Ahora todo debe someterse a la actualidad, a nuestras propias ideas. No puedo imaginar que en dos siglos, si acaso sobrevive la humanidad, vayan a pensar que nosotros hemos tenido valores e ideas ridículas, dañinas o peligrosas.

¿Se sepulta, como plantea en el libro, bajo la dicotomía de la víctima y el opresor?

Es borrar todo lo que no nos convenga y que no se acomode a nuestras prioridades, nuestra visión colectiva del mundo y nuestras esperanzas. El woke para mí tiene aspectos religiosos porque te ofrece salvar tu vida moral. Por eso creo que no soportan oposición. Es como el catolicismo en Europa antes del siglo XIX. Había que conformarse o había consecuencias.

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En su libro se plantea que el wokismo ha sustituido a la crítica política tradicional. ¿Se ha erosionado la conexión histórica de la política con las clases trabajadoras?

En Francia, por ejemplo, los partidos de izquierda no representan a la clase obrera. Lo hace el Frente Nacional. La izquierda francesa y los socialistas representan a la burguesía ‘biempensante’. Creo que la misma situación puede ser válida en España. En Inglaterra, Francia y Alemania, los partidos de izquierda pretenden hablar en nombre de la clase obrera, pero sus valores son los valores de una cierta burguesía. En términos culturales, por ejemplo, el lenguaje inclusivo en Argentina surgió de la izquierda peronista y ellos no están tan vinculados con la clase obrera. Lo demostró la victoria de Milei, porque él ganó la mayoría de los votos de esas clases. Para ellos decir mis 'hijxs' en vez de hijos e hijas no tiene gran trascendencia.

¿Seguimos teniendo democracias plenas si se ha perdido la representación?

Creo que estamos entrando en un mundo más autoritario, incluso en las democracias de Europa y América del Norte. Creo que van ganando las ideas de un capitalismo autoritario, es decir, las de un Donald Trump en Estados Unidos o un Xi Jinping en China. Ahora hay elecciones en casi todos los países, pero hemos aprendido que la democracia es mucho más que elecciones. Veo la desdemocratización de nuestras sociedades y que no estamos a la altura de nuestros desafíos. Es un momento de un gran miedo, los jóvenes tienen un temor absoluto del futuro por el cambio climático. Y vemos también el regreso, entre comillas, de la guerra como un fenómeno central en nuestras vidas.

Vertical

David Rieff, con su madre, Susan Sontag, en 1958, en un pasllo de los tribunales durante el juicio por la custodia del niño

New York Daily News / Getty

Usted menciona que la ideología woke es intolerante con todo, salvo con el capitalismo y las desigualdades de clase...

Un banco puede aceptar el lenguaje inclusivo sin cambiar lo esencial en su trabajo. El woke solo se imagina marxista. No hay una contradicción entre el woke y el capitalismo, como había en el caso del comunismo o el socialismo radical. También fracasó el socialismo, no hablo de partidos socialdemócratas, pero sí del comunismo en sus versiones como Cuba, la Unión Soviética o China. O son casi todos capitalistas o son desastres. En un mundo donde solo hay capitalismo, desafiarlo es muy difícil.

El análisis que usted realiza de las tendencias políticas y culturales indicaban la posibilidad de que Donald Trump alcanzara la presidencia, incluso antes de su elección...

Nadie sabe cómo enfrentar esto y por eso creo que los populismos, tanto de izquierda que de derecha, han triunfado en nuestra sociedad. La victoria de Trump en Estados Unidos, es como si Santiago Abascal hubiera ganado el control del Partido Popular. En Francia, yo creo que la derecha dura o la izquierda dura ganarán las elecciones. No veo otro Macron. Es posible que estas fuerzas no tengan respuestas, pero al menos presentan soluciones, que pueden ser absolutamente falsas y nefastas, pero al menos reconocen que hay una crisis. Donald Trump dijo que iba a reconstruir los Estados Unidos de los años cincuenta del siglo XX. Es imposible.

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