Rafael Tarradas Bultó: «Trabajar en una colonia textil en 1900 era como trabajar en Apple ahora»

La sirena sonaba a las 4.30 horas de la mañana. Los trabajadores tenían media hora para despertarse, asearse y desayunar antes de estar frente a su puesto de trabajo en la fábrica textil. Porque a las cinco se iniciaba el turno de mañana y llegar tarde equivalía a una falta. Tres faltas podía significar tu expulsión. Había pausas para comer, y merendar, pero sólo de media hora. A las 18.30 horas volvía a sonar la sirena que ponía fin a una jornada laboral de más de doce horas. En total, 66 horas semanales con sólo un día de descanso. Los hombres cobraban 17 pesetas a la semana. Las mujeres 15 y los niños 12, porque los más pequeños ya trabajaban a partir de los diez años. Así era la vida en una colonia textil, un microcosmos que ayudó a convertir a Cataluña en una de las potencias mundiales del sector.
El escritor Rafael Tarradas Bultó oyó desde niño historias alrededor de estas fábricas y colonias. Su familia tenía una en el centro mismo de Vilanova i la Geltrú, rodeada por las casas de los trabajadores, que hoy se ha convertido en uno de los barrios más populares del centro de la ciudad. La vendieron justo antes de la crisis textil que acabó con la industria en los 90. En los años 60 había sindicados cerca de 315.000 trabajadores en el sector. Actualmente no quedan más que 6.000. «La verdad es que trabajar en estas colonias a finales del XIX y principios del XX era como trabajar en Apple ahora. Era una vida difícil, monótona, pero allí tenían techo, con alquileres que no pasaban de las 5 o 10 pesetas al mes, comercios, escuelas, cine, teatro y una seguridad laboral impensable hasta entonces. Después de lo que habían vivido en el campo, los trabajadores pedían sin pestañear instalarse en sitios así», afirma el escritor.
Después de meses de investigación y entrevistas con numerosos testimonios directos de antiguos trabajadores, así como de los empresarios que levantaron esta industria, el autor de 'El heredero' presenta su esperada nueva novela, 'La protegida' (Espasa). Tarradas Bultó crea una vibrante historia que nos lleva al corazón mismo de estas fábricas desde los dos puntos de vista, la de los trabajadores y la de los 'amos', como se los conocía entonces. «Es muy difícil ver el pasado con ojos de hoy. Entonces, nadie se consideraba un monstruo por poner a trabajar a niños. La burguesía se organizó para buscar mayores beneficios y vieron que crear estas colonias hacía que los trabajadores vivieran con la sensación de más protección y seguridad, lo que aumentaba la producción», afirma Tarradas Bultó.
La protagonista de esta historia es Sara, 'la protegida', una trabajadora en una de estas colonias textiles con un problema de tetracromatismo, un don visual que la permitía ver más colores que el resto. Descubrirá que es muy buena para hacer diseños y pronto se convertirá en la gran protegida de la dueña de la fábrica, Lourdes Bofarull, que ha de lidiar con el paternalismo de su familia y competidores que no la ven capacitada para llevar con éxito la fábrica por el simple hecho de ser mujer. Complots, sabotajes, intrigas y lucha de clases se sucederán cuando el padre de Sara fallezca después de una carga autorizada durante una revuelta en la fábrica textil donde trabajaba. «Hay que tener en cuenta que estas colonias estaban muy aisladas y no sabían lo que sucedía fuera. Las vías de comunicación era muy deficientes, lo que a veces iba a favor de los patronos y otras no tanto», comenta el escritor.
De esta forma, veremos el lujo y complacencia de la alta burguesía barcelonesa enfrentarse a las dificultades de una clase trabajadora que veía imposible aspirar a nada mejor que a una colonia que te prometiese trabajo, techo y comida. «Estas colonias estaban presididas por la iglesia y la casa del 'amo', que no vivía allí, sino en Barcelona, pero simbolizaba esa figura paterna de protección necesaria para apaciguar los ánimos de los trabajadores», asegura Tarradas Bultó.
Hoy en día sólo permanece activa una colonia de este tipo, Viladomiu Nou, 15.000 metros cuadrados de hilatura. En la zona de Berga, pequeña comarca del interior de Cataluña bañada por el rio Llobregat, se abrieron hasta siete colonias con sus perspectivas fábricas. Al Llobregat, por ejemplo, se lo conocía como «el río más trabajador del mundo». En Catalunya llegó a haber 77 colonias a principios del siglo XX. La mayoría estaban amuralladas y tenían la fábrica justo al lado de las casas, que tenían que aguantar el ruido de una maquinaria pesada que no descansaba nunca. «Lo que quería hacer era un libro de gente que esconde cosas, que no es lo que parece. En un entorno como el de una colonia, la vida se vuelve casi como un Gran Hermano y la gente reacciona de formas insospechadas», confiesa Tarradas Bultó.
El escritor lleva cinco novelas históricas en cinco años. De momento, el éxito le ha acompañado con más de 300.000 lectores y no piensa aminorar el ritmo. Ya está trabajando en la próxima novela. «Desde pequeño, lo que más me gustaba era la historia. Era un pésimo estudiante, pero sacaba muy buenas notas en historia y geografía. No veo que sea tanto escribir una novela al año. Al empezar tengo muy claro el principio y el final, pero me dejo sorprender por los personajes a ver cómo me llevan de uno al otro», concluye el autor de 'El hijo del Reich' (Espasa)
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