Mundial de Clubes | Paris Saint-Germain: Suave como una anguila del Weser

No solo los románticos que recuerdan los viejos tiempos de Pelé, Franz Beckenbauer y Michel Platini, sino también los observadores habituales de los acontecimientos futbolísticos actuales coinciden: el fútbol profesional se ha vendido en cierta medida a jugadores globales con una sólida situación financiera. Ya sea el Manchester City, el RB Leipzig, el FC Valencia o la AS Roma, todos estos clubes tienen, digamos, propietarios cuestionables. Pero el símbolo de la locura futbolística actual es el vigente campeón de la Champions League y campeón francés, el Paris Saint-Germain (PSG). El propietario del club de la capital francesa es Qatar Sports Investments, y su presidente es el empresario catarí Nasser Al-Khelaifi. Desde que asumió el control en 2011, se dice que el propietario ha invertido alrededor de dos mil millones de euros en el club. Superestrellas como Neymar, Lionel Messi y Kylian Mbappé han vestido la camiseta del PSG.

Cuando Al-Khelaifi sale en televisión celebrando en las gradas del Parque de los Príncipes, me pongo de mal humor o me dan ganas de vomitar. Para entonces, la noche suele estar arruinada. Sin embargo, este hombre tiene un aspecto impecable, es elocuente y parece simpático. Y, sin embargo, es una especie de antihéroe. Héroe porque ha dado al público parisino una serie de títulos y ha convertido al PSG en un peso pesado del circo futbolístico internacional. Antihéroe porque casi nadie le envidia su fama. Cualquiera puede comprar el éxito, pero eso no significa que lo merezca. Ni Al-Khelaifi ni el PSG.

Los aficionados a la cultura conocen a los antihéroes principalmente del cine, en concreto de los llamados spaghetti westerns de los años 60 y 70. Todo cinéfilo debería conocer, mejor dicho, adorar, "El bueno, el feo y el malo", "Érase una vez en el Oeste" o "Por un puñado de dólares". Estos son clásicos absolutos de la historia del cine, de los cuales está prohibida cualquier crítica. Los héroes allí son auténticos antihéroes: suelen ser sinvergüenzas con ropa sucia, buscando venganza o acaparando dinero, disparando a todo lo que se mueve, insidiosos y taimados: auténticos marginados, en resumen, auténticos desamparados.

La acción suele transcurrir en un escenario polvoriento y ruinoso, a veces flanqueada por una hermosa mujer que se asusta al ver al protagonista. El antihéroe del spaghetti western es la antítesis del hombre desinteresado y decente que suele retratarse en los westerns estadounidenses. Hollywood siempre ha tenido su propia perspectiva singular sobre la historia norteamericana, y no solo en el género western.

Hasta ahora se ha publicado esta serie: Tumb is the hope (Schalke 04) de Alfons Huckebrink Sorry, model boy (Arminia Bielefeld) de Fritz Tietz

Es imposible asociar a Al-Khelaifi con las películas de Sergio Leone o Sergio Corbucci. Demasiado elegante, demasiado bien peinado y, sobre todo, demasiado pulido. Como una anguila del Weser, el catarí se mueve en aguas turbias y mohosas, salpicadas de dirigentes deportivos, empresarios y políticos. Los antihéroes del cine italiano, en cambio, siempre irritaban a la gente, se rebelaban contra las normas burguesas e incluso disparaban al camarero. Casi como la izquierda militante.

Puede que esto suene duro y desagradable a primera vista, pero también es honesto y sincero. Y la honestidad ya no es tan importante en el PSG, y mucho menos la sinceridad.