Las margaritas saben esperar. El alma de la mujer.

Escritora , crítica gastronómica y fina intérprete del alma humana, Roberta Schira – ya autora de la exitosa novela “I fiori hanno sempre ragione” – regresa con “Le margherite sanno attesa” (Garzanti, 2025), una obra delicada y poderosa en la que la relación con la comida , la casa y la tierra se convierten en pretexto para un examen refinado de la interioridad femenina, las relaciones humanas y el modo en que cada uno de nosotros puede “curarse a sí mismo”, redescubriendo la sacralidad de los gestos simples.
La novela tiene mucho en común con la anterior aunque las historias son muy diferentes…
Una vez más, en el centro de todo reside la relación con los sentidos, el intercambio generacional, el vínculo (a veces doloroso) con la familia, la relación con la tierra, la memoria, la atmósfera mágica de los hogares y la capacidad de perdonar el pasado para aceptar el cambio. Lo que todos mis personajes tienen en común es la capacidad de evolucionar, mirando hacia dentro, pero también captando con sensibilidad las señales del entorno externo para embarcarse en un viaje interior y descubrirse transformados, "sanados". En la primera novela, el viaje fue en gran medida individual, pero en esta reuní a varios protagonistas. Al reunirlos en un solo lugar, intenté sumergirlos en situaciones mundanas, pero también en otras ricas en significados sobrenaturales que deben descubrir. Cada uno lo logrará con su propia sensibilidad, embarcándose en un viaje íntimo hacia la transformación individual.
Toda la trama gira en torno a la cocina. ¿Por qué es tan importante la comida ?
La cocina desempeña un papel central, no solo por ser coherente con el ámbito que mejor conozco, sino también por ser el corazón del hogar. La cocina custodia el hogar y está llena de gestos prácticos y sagrados. Es el lugar donde la materia se transforma y donde los frutos de la tierra se convierten en alimento no solo para el cuerpo sino también para el alma, instrumento de amor o desamor, medio para transmitir una sensibilidad femenina única. Como acto de preparar la comida, se convierte en una herramienta para la búsqueda de la belleza y la felicidad, pero también para crear una pequeña comunidad democrática alrededor de la mesa. Una de las protagonistas, Irene (del griego "portadora de paz"), se esfuerza por ofrecer a sus acompañantes sabores sorprendentes y refinados, pero el momento más significativo está acompañado por un plato sencillo como la polenta con queso. Cocinada en la Gran Chimenea, alrededor de la cual las mujeres se reúnen como vírgenes vestales, la receta se convierte en un símbolo del abandono de las máscaras de la apariencia para desnudarse unas ante otras, cada una para sí misma.
La casa adquiere un aura mágica. ¿Por qué?
La Mariconda es el resultado de todas las historias y emociones entrelazadas entre sus paredes. Es el lugar que permite a los protagonistas convivir, pero también disfrutar de su propio espacio; es un templo que conserva recuerdos y revela secretos, exige atención y, a cambio, acoge y nos hace sentir a salvo de las tormentas internas y meteorológicas. Cada una de las mujeres que describo establece una relación diferente con la casa (Camilla a través de la recuperación de una herencia largamente negada, Bianca en su cuidado diario, Irene con su trabajo en la cocina, Gaia con la fotografía y Giovanna a través del autoaislamiento en su habitación), pero es en los espacios comunes donde se obran los "milagros": el descubrimiento del cancionero, las confesiones y transformaciones que ocurren en la cocina, el renacimiento que tiene lugar en el jardín... La casa se convierte en un espacio terapéutico, donde la disciplina del "hacer" cobra forma. De ahí la metáfora de la colmena: el lugar donde una comunidad con reglas trabaja junta y donde cada uno pone de su parte para sentirse bien consigo mismo y con el grupo.
Incluso los personajes masculinos tienen su importancia.
"Al igual que las mujeres, los personajes masculinos nunca son "neutrales", simples extras, sino que tienen una connotación precisa y funcional que resalta aún más la personalidad y la dinámica interna de las mujeres".
¿Y su manifiesto por un “feminismo suave”?
Es una declaración de conciencia y un compromiso: surge del reconocimiento de las diferencias de género y del deseo de no borrarlas en una igualdad anónima. Es una invitación a la apreciación mutua y a la renuncia a la negación de todos aquellos aspectos y contextos en los que se expresan la belleza y la feminidad, tanto en el pasado como en la actualidad: el amor al hogar, la atención al cuidado de los demás, el cuidado del cuerpo que no debe ser mortificado. Una visión más clara de la solidaridad femenina: una hermandad ideal que no excluye la rivalidad ni la envidia, sino que, en sus formas más inteligentes, se transforma en la capacidad de escucharnos mutuamente, dar voz a los silencios de los demás y trabajar por el advenimiento de nuevas generaciones de mujeres —y hombres— más conscientes de sí mismos y libres para autodeterminarse. Todo esto sin luchar contra los hombres, sino caminando junto a los mejores. Como el pequeño Sam, el hijo de Giovanna, la semilla de una nueva sensibilidad masculina hacia el mundo de las mujeres y viceversa. Chiara Di Paola
Il Giorno